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Paki García Velasco Sánchez
Y así, igual que cada año y de un soplido (nunca mejor dicho), ha llegado el otoño a Daimiel y no porque lo haya dicho El Corte Inglés, no, ha llegado gracias a la borrasca Aline, una borrasca que ha estado anunciándose durante días y que finalmente se desató sobre España, ¡y de que forma!
Por Daimiel lo ha hecho dejándonos algo de lluvia (poca) y unos vientos tan fuertes que si no te agarrabas bien a algo, te llevaban arrastra por la calle, empujándote a correr la San Silvestre daimieleña aunque no quisieras, o en su defecto y si te venían de cara (los vientos entiéndase), el intentar echar un paso adelante (como decían en su canción ochentera el grupo Madness), hacían que tal acción, la de avanzar por la acera, fuese una misión imposible (como la peli de Tom Cruise), porque parecía que te sujetaban unas manos invisibles que no querían dejarte mover del sitio.
Anda que vaya nochecitas hemos tenido de airazo aullante, sin pegar ojo nos han mantenido las persianas y su “dulce melodía”, porque, ¡menudo tablao flamenco montaron las susodichas!! ya que no pararon de tocar las palmas y bailar un zapateao sin descanso en todo el tiempo, así tal cual, una hora tras otra durante toda la noche les duró el ritmo y la marcha, eso sí que era arte y tó lo demás tonterías.
Y un consejo bueno por si tenemos que salir de casa en estos días de tanto viento, lo mejor que se puede hacer y un remedio infalible, es ir agarrao a la pared y arrastrapanza por la susodicha, así tal cual, como una vulgar lagartija campestre, y para ayudar en la tarea de que no nos levante los pies del suelo el señor Eolo y si se puede, echarse al bolsillo algo de peso: (la plancha, un ladrillo, la tostadora) etc… o mejor aún y para asegurarnos totalmente la faena, si se dispone de un mega bolso de esos grandotes tamaño XXL, pues sin pereza meter el microondas dentro de él, lo que sea con tal de no salir surcando los cielos.
Aquí en el pueblo siempre se ha dicho en estos días de tanto viento, (mi abuela siempre lo decía), que “parece que corren demonios por la calle”, amén de otra cosa que recuerdo escuchar de niña a algún vecino ya mayor, el cual comentaba cuando salía de su casa, que primero iba al corral a echarse dos cantos rodaos al bolsillo para no salir volando.
Ah y otra cosa, si además el viento se junta con la lluvia, mala combinación, porque a ver quién es el chulo o la chula que abre el paraguas en estos casos para resguardarse del chaparrón, pues lo primero que puede pasar es que de un soplido huracanado de esos que hemos tenido en estas últimas jornadas, es que se te vuelva el paraguas del revés, aparte que si no es de esos anti viento, ¡adiós luz y mi gozo en un pozo!, que es lo que les ha pasado a los susodichos “cubrelluvias” que ves tirados en algunas papeleras. Pero como he dicho eso no es lo peor, lo peor es lleves el paraguas abierto y que el vendaval agarre por abajo a tu persona, así sin anestesia ni ná, y salgas surcando todo el cielo como si de una Mary Poppins “chuchilandesa” se tratase, y ya puestos y para rematar la faena, tener que llamar a los bomberos para que te rescaten en tó lo alto de la torre de San Pedro, porque con las dichas ventoleras hemos ido a parar de okupas al nido de las cigüeñas, y no precisamente a hacerles compañía para que no estén tan solas.
Tiempo ahora sin pausa y a toda prisa, de cambiar la ropa en los armarios, porque como siempre y año tras año nos sigue pasando y no escarmentamos, nos ha vuelto a pillar el toro en cuestión de modelitos de temporadas, por lo que ahora no es raro salir a la calle y observarnos a todos con lo que buenamente tenemos “arreguñao” en el fondo del ropero, y hacemos unas mezclas que me río yo de los desfiles de moda en la Cibeles Fashion Week, ya que no es raro vernos con cazadora y pantalón corto, con el chubasquero y en bikini o sencillamente en tirantes y botas altas etc…como se suele decir: “estamos en el tiempo de los disfraces” y no precisamente por la fiesta de Halloween.
A si es que, atrás dejamos ya la manga corta, el vestidillo de tirantes, el bikini que aún seguíamos poniéndonos en nuestros cuerpecillos serranos, y sobre todo las chanclas, mis adoradas chanclas que con su inconfundible clap clap me han estado acompañando a cada paso que he dado en toda esta época estival ya pasada.
Y es que el frío ha llegado de forma tan repentina, que los últimos vestigios de ese calor veraniego que quedaban, se han ido en cuestión de horas; cosa que es normal en nuestra tierra, ya que nuestro clima es así, y pasamos en un rato de la manga corta y el abanico, a tener que poner la calefacción y el cobertor en la cama. Aunque bueno, ahora llegan otras cosas diferentes y agradables, como las tardes de sofá y mantita viendo una peli o de leer un buen libro al calor de un rico café.
Por eso, cuando te asomas a la ventana viendo el cambio que ha pegado el tiempo, o miras los árboles que hasta hace unos días estaban verdes y frondosos y que ahora mismo sus hojas comienzan a teñirse en tonos dorados, las cuales, caen lentamente en cada sacudida de las rachas de viento, ahí en ese momento, es cuando te quedas pensando que ya no queda verano, la lluvia junto con la caída de temperaturas nos han llevado de un plumazo a las puertas del frío, cosa que por una parte da gusto y más después de tantas semanas de asfixiante calor que hemos tenido, ya que poder respirar aire fresco, es un gustazo, y más gustazo aún, es poder disfrutar de las estampas otoñales que nos empieza a dejar esta estación en todo nuestro entorno.
Y si, además, entre chaparrón y chaparrón hay suerte y se compaginan los elementos para ello, tener la fortuna de que el cielo nos muestre esa gran sonrisa multicolor en forma de arco iris.
Una de las mejores cosas que tiene este tiempo, es poder disfrutar de una rica comida de esas, de cuchara, y si puede ser alrededor de una buena lumbre y en la mejor compañía, ¡no se puede pedir más!!
Por lo que así, poco a poco, despacio y sin prisas, el otoño, la estación que enamora por la calidez de sus colores, se va instalando en nuestra vida, se abre paso y va dejando su huella en este mes de octubre que ya está por terminar…
Y de aquí a nada… ¡Navidad!