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Paki García Velasco Sánchez
Dedicado a todas las personas que aún siguen con estas costumbres “inventadas» por nuestros mayores, y en especial al grupo de WhatsApp Los Basuras.
Anoche sentados en la calle intentando tomar algo del poco fresco que corría, me comentaban algunos vecinos que hace ya bastantes días que no escribo nada, que parece que tengo la neurona “aparraná” con los calores y que la misma, parece que no da más de sí. Por lo que, poniéndole remedio y para que queden contentos, me he dicho a Mí misma: “Mi misma, ¿por qué no te pones las pilas y haces un pequeño artículo que sea leíble y ligero referente a la época en la cual estamos sumergidos de lleno hasta las trancas??” y dicho y hecho, para quedarme a gusto y bien con la menda lerenda (o sea yo) y para el deleite de mis incondicionales seguidores, helo aquí.

De todos es sabido que en los veranos y cuando cae la noche con su leve bajada de temperaturas, algunos vecinos tenemos una sana costumbre que no queremos dejar perder y que caiga en el olvido, ya que a esas horas cuando el calor nos concede un respiro, (si no ¡madre mía que cocedero sería!!) seguimos con nuestra rutina de salirnos a la puerta de la calle a estar fresquitos y a interactuar por unas horas.
Y es que una de las cosas buenas que tienen estos días, son esas “quedadas” nocturnas con los vecinos que, después de la cena y cada cual con su silla, banquillo o tumbona en la mano y en la puerta de la calle de alguno de los susodichos, juntarnos como hacemos todos los años a pasar unas horas de charla hasta que el reloj de Santa María da las campanadas de la medianoche, y desde ahí, aflojando la voz y minuto arriba o abajo, vamos pensando en despedir la tertulia por ese día…(aunque hay noches que somos muy lentos y nos da la una de la madrugada entre despedidas y risas)
En nuestro caso, el punto de encuentro y en donde la pandilla aparcamos el culo todas las noches, es en la puerta de la Santiaga y de Grego, (que, por cierto, este año la parejilla nos ha puesto hasta una tele para seguir los programas o deportes de turno). Y una vez allí, algunos en la acera apoyados contra el rodapié y otros metidos dentro de las rayas amarillas que hace el cuadro del aparcamiento para el coche que Grego y que tiene pintado en el carril, nos repartimos y empezamos a dar vueltas a lo diario, a la vida, a las comidas etc… algunas veces con un polo en la mano, o en su defecto, con la botellica de agua fresquita para que no se nos seque la de sin hueso de tanto darle trabajo jajaja.

Estas, nuestras “historias al fresco”, (nombre dado por Marta a nuestras charletas), cada vez están ganando más seguidores y adeptos, ya que en este verano se nos han unido al corrillo algunos vecinos nuevos, e incluso anoche, nuestra tertulia traspasó fronteras, ya que dos chavalillos de Eslovaquia al pasar a nuestro lado y mirarnos, se quedaron rezagados diciéndonos en un spanglish entendible: “ buenash noshes”…y como nosotros somos muy amenos y educados, les contestamos con el mismo saludo como buenamente supimos, unos en inglés, otros en español y otros con un eeeeeee de esos que te salen del alma, y claro, cuando ellos vieron que éramos tan entretenidos, ni cortos ni perezosos se arrimaron a preguntar si esto era algo típico de aquí del pueblo y que por que nos sentábamos así en grupillo en la calle, y como una cosa lleva a la otra y como contábamos con una buena traductora como es Marta, que era la que nos iba diciendo a una parte y otra lo que se comentaba, (porque la verdad sea dicha, algunas solo cogíamos frases sueltas de todo lo que hablaron ya que no tenemos la soltura necesaria para entablar una conversación en sí), ¡pero vamos!, que los mozos eslovacos entre unas cosas y otras se lo pasaron pipa y se quedaron allí con nosotros hasta que cerramos el chiringuito a eso de la una de la mañana jajaja….¡Mamma mía, nuestro grupillo se está internacionalizando y traspasa fronteras!!

A ciencia cierta no se sabe quién fue el que sacó una silla al fresco por primera vez, sencillamente pasó e hizo que esta costumbre se extendiese por toda España de norte a sur y que fuese una de las cosas más bonitas que nuestros padres y abuelos, (los cuales ya lo hacían en aquellos veranos de antaño) nos dejasen en herencia, pero fuese quien fuese, tuvo una idea genial, una idea que aún muchos de nosotros seguimos conservando y que creo perdurará, en mayor o menor medida, para siempre.
Salir a tomar el fresco era para nuestros mayores en aquellos tiempos como su red social, ya que por entonces al no haber ni Twitter ni Facebook ni nada por el estilo de todo esto, “fresquear” era y es compartir las cosas diarias, pero en persona y no online. Es una tradición tan auténtica, que nos parece raro que aún no la hayan adoptado como suya los americanos jajaja.

Es tal el alcance de esta práctica, que varios pueblos hace unos años ya, y ante la UNESCO, propusieron que se declarara Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Asimismo, otra cosa buena que tiene esto, es que para mucha gente estos ratos de junta sirven de terapia de grupo, ya sea contra la soledad o si tienes algún problema o duda. Porqué, ¿qué mejor que contárselo a tus vecinos y amigos para entre todos buscar una solución o en su defecto desahogarte con ellos?, es como tener terapeutas gratis y a tu lado.
Aunque a día de hoy todavía quedan algunas personas manteniendo esta costumbre comenzada hace décadas por nuestros padres y abuelos, decir que es una pena que, por H o por B, cada vez sean menos corrillos los que se ven en las calles de nuestro pueblo, cosa impensable hace unos años cuando, al ponerse el sol, era normal ver todas las puertas llenas de vecinos. Pero claro, también hay que reconocer que entonces no había tanto aire acondicionado en las casas ni tantos campos para irse de baño, por lo que tenían que buscar otros métodos naturales para poder refrescarse.

Y así, nuestras historias de vida en una sociedad tan digitalizada y donde lo más importante de todo es la compañía, una noche tras otra, vemos pasar a la misma gente: a los vecinos de arriba, a la que saca a dar una vuelta a su mascota, o a ese coche de policía que todas las noches pasa y se repara al vernos…