STUDIO18…UNA HISTORIA INOLVIDABLE

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Paki García Velasco Sánchez

Vaya mi agradecimiento por toda la información prestada a:

José Miguel Ruíz de la Hermosa
Juan Antonio Vaquera Durán
Alfonso Martín de la Flor
Juan Luis Loro Gallego

Fotos sacadas de Internet

Si hoy hablamos de la movida ochentera, más de uno pensará en la madrileña, pero hay que decir que aquí en el pueblo, tuvimos poco que envidiar a aquellos locales de la capital española donde se daban cita la juventud en aquella época, en aquellos tiempos, ya que en Daimiel y en esos años ochenta, su movida, fue todo un ejemplo de éxito para muchísima gente.

Desde estas líneas quiero tener un pequeño recuerdo y homenaje con todos aquellos locales, con aquellas fiestas (que fueron muchas), pero sobre todo y lo más especial, con aquellos innumerables amigos que hallabas, fueses donde fueses, en aquellas tardes/noches de copas, bailoteo y felicidad, los cuales hacían que nunca te encontraras sola.

En aquellos años, la movida aquí en Daimiel fue todo un modelo de referencia para muchos pueblos de alrededor, ahí vimos el porqué del éxito que tuvieron todos y cada uno de los muchos espacios con los que contábamos por aquel entonces, es por eso y al cabo de pasados tantos años ya, que mucha gente aún nos preguntemos por qué aquellos recuerdos aún perduran en nuestra memoria a pesar del tiempo transcurrido, aunque para ser sincera me imagino que será por lo bien que lo pasamos, por la gente que conocimos y sobre todo, por los amigos que hicimos.

Y de entre todas aquellas discotecas, chiringuitos, pubs, bares etc…de por aquel entonces (no quiero nombrarlos por temor a dejarme alguno en el tintero), hoy y con estas letras quiero hacer un pequeño reconocimiento a la que, me atrevo a decir fue tanto para mí como para muchos otros de mi generación, “nuestra segunda casa”, ¡el mítico Studio18!!.

Pero empecemos por el principio: corría el año 1983 cuando, y gracias a Felipe Martín Consuegra de la Flor, abría sus puertas un nuevo local en la calle Arenas, un lugar moderno y novedoso que pocos nos imaginábamos lo que iba a suponer en nuestras vidas a lo largo de los años, un espacio que marcaría un antes y un después en muchos de nosotros, y que a pesar de todos los locales de ocio que existían por aquellos años en el pueblo, este, se ganó un lugar privilegiado entre los daimieleños y demás personal que alguna vez y a lo largo de su historia, lo visitaron en aquellos fines de semana donde se convirtió en un centro de reunión para muchos amigos.

Poco podía sospechar Felipe lo que estaba a punto de conseguir ni del éxito que iba a tener con aquel flamante espacio que, al principio en sus primeros años de vida, solamente fue un “simple” disco bar (y entiéndase que la palabra simple va entre comillas).

Quiero recordar para todo aquel que no lo sepa, que en sus comienzos era un estilo disco bar o pub, y que solamente contaba con una habitación y el pasillo, en el cual había varias sillas y mesas para que después del baile de turno, te sentases tranquilamente a tomar algo.

También me han dicho que al principio cuando se inauguró el Studio18, la puerta no era la que todos recordamos con el nombre de la discoteca impreso y en realce sobre cada uno de los azulejos que la componían, según me han contado la primera que tuvo era una puerta de cochera de esas correderas.

Luego con el paso del tiempo y bastantes meses más tarde, se fue ampliando poco a poco: otra habitación más, las típicas escaleras que conducían arriba, la disco de fuera etc… para así y al final, tras varias reformas (la primera me parece que tuvo lugar en el año 1986/87), se quedara tal y como muchos la recordamos, un lugar renovado, fresco, muy acogedor y con mucho verde de plantas y arbustos, con unas estancias que se dividían en dos pisos (arriba y abajo) e incluso un patio de verano, aquel patio decorado al más puro estilo ibicenco (nada que ver con la decoración del interior) en el que tan bien se estaba en aquellas tardes/noches estivales, y el cual contaba con otra pista de baile más, también de forma redonda como la discoteca de invierno.


Esta, la pista exterior, tenía una cubierta rematada en una especie de cono que en sus primeros tiempos estaba fabricado todo de carrizo, y un suelo que era de cristal con muchas luces de colores debajo de él (las cuales cuando se fundían había que cambiarlas por una cueva que existía en el patio y que estaba justo debajo), asimismo recuerdo en la decoración algunos balancines y sobre todo aquellos asientos de piedra con enormes cojines de colores, cojines los cuales, también encontrábamos en los árboles que había por todo el patio.

A continuación voy a exponer algunos datos de interés que me han pasado y que seguro mucha gente, yo la primera, desconocíamos, ya que nuestro vínculo con la discoteca era más bien ir escalera para arriba, escalera para abajo y vuelta a empezar…porque ¡madre mía!, la de veces que nos habremos “pateado” esas escaleras que eran de pizarra negra y que más de un director de cine podía haber aprovechado como decorado para sus películas por lo espectaculares y grandiosas que eran y que, sobre todo cuando bajabas, te hacían sentir como una gran diva, es más, cada vez que pisabas un escalón recuerdo que se encendía una luz de neón en él, ¡era tremendo!

. Bueno, empecemos por el nombre del local, se cree que este se le pudo poner en relación con las míticas discotecas “Studio 54” de los años 80 ubicadas en Barcelona y Nueva York, pero claro, esta, la nuestra, al encontrarse situada en el número 18 de la calle Arenas, que mejor que hacer gala de ello en su nombre, nombre que por cierto jugaba muy bien con las letras y números haciendo que se quedase un logotipo de lo más bonito, auténtico y peculiar.

. Las baldosas de la acera las hicieron aquí en Daimiel, más concretamente en la fábrica de terrazos “Fernández Espartero S.L” encargando sus moldes (llamados Trepas en su jerga) sobre el año 1982. Por cierto, baldosas que son lo único que quedan de todo lo que aquello fue, las cuales ahí siguen, aunque en un estado lamentable y muy mal conservadas, resistiendo al paso del tiempo.

. Las palmeras vinieron desde Ibiza, más concretamente de la Discoteca Q, esas impresionantes palmeras que tanto glamour y look ibicenco daban a aquello.

. La barca, aquella legendaria barca que se encontraba situada en el piso de arriba de la discoteca de invierno y que hacia la función de cabina del Disc-Jockey, se encargó y se transportó desde Santa Pola (Alicante), hasta allí se desplazaron gente del pueblo con un camión en donde la trajeron toda ella desmontada.

Por aquellos años y entre sus paredes, se llevaron a cabo multitud de fiestas acordes con la época que nos encontrábamos: (carnaval, navidad, fin de curso etc), también se representó alguna que otra obra de teatro (por citar una “La Zapatera Prodigiosa” 1983). También se efectuaron desfiles de modelos, algunos por parte de chic@s del instituto para sacar algo de dinerillo extra para el viaje fin de curso de su promoción, asimismo se vio alguna exhibición de Judo o Taekwondo e incluso concursos de “la juventud baila” tan famosos por entonces.

De igual modo sirvió como escenario para reportajes fotográficos como el del grupo Los Zarceros en 1987, y un tiempo después también para la presentación de uno de los discos del grupo de música Folk, Clavileño, por cierto, este acto estuvo presentado por nuestro buen amigo y maestro de ceremonias Luis Alberto Roncero.

Y ya en los años 90, allí se hicieron algunas ruedas de prensa para anunciar lo de nuestro “Daimiel en concierto” (que conciertazos traíamos al pueblo por aquellos tiempos), además tuvo lugar alguna que otra elección de las Reinas y Damas para la Feria y Fiestas.

Igualmente, todos recordamos que hubo una etapa en la que contrataron algun@s animadores y gogós, estos los cuales, había veces que se ponían a bailar encima de la barra del bar, e incluso tengo entendido que el músico Carlos Jean en sus comienzos, actuó alguna vez por allí.

Y claro, otra cosa que no podía faltar allí dentro de sus estancias fueron los conciertos, conciertos en los cuales vinieron gente muy famosa de aquellos años, por citar alguno:

. Un Pingüino en mi Ascensor
. La Dama se Esconde
. Los Rebeldes
. Preceptos devotos
. La Polla Records
. Arresto Preventivo (más tarde De Rurals)
. Brighton 64

Y una anécdota que tengo entendida (aunque no contrastada) es que, aunque no actuó ahí en la discoteca, se comentó que después de dar un concierto aquí en Daimiel, el cantante “Loquillo” se dejó ver por las instalaciones de nuestro Studio18.

Aparte de todos estos datos, quiero recordar esas noches de sábado las cuales nos pasábamos allí e íbamos: escaleras arriba, dar una vuelta, hablar con muchísima gente, acercarte a la barra a tomar algo, después escaleras abajo, dar otra vuelta, hablar con más amigos para al final meterte en la pista y bailar, bailar como si no hubiera un mañana jajaja…. ¡porque madre mía!!, la de bailes que nos habremos “marcado” tanto en la pista de verano como en la de invierno… ¡ayssssssss, que marcha teníamos en aquel tiempo!!

Y como todo buen edificio que se precie (este no iba a ser menos), nuestro Studio también tenía una leyenda urbana o “fantasma”, el cual según decía mucha gente, visitaba sus instalaciones “asustando” y desconcertando al personal, entre ellos, a los que allí trabajaban (ya fuese en servicios o limpieza), y es que varias personas coincidieron en decir que allí pasaban cosas raras, tales como escuchar el crujir de la puerta al abrirse, pero al mirar para ella ver que seguía cerrada, o como unos vasos, botellas y otros objetos se movían de sitio sin motivo aparente y sin que nadie los tocase, ruidos de pasos por el recinto o una especie de brisa pasarles al lado (cuando no había nadie más que ellos por allí), lamentos o quejidos que provenían desde el sótano (aquí todos coincidían en lo mismo, que el sótano era como el epicentro de todo y que cuando había que bajar a él, daba un poco de respeto o yuyu hacerlo).


Tampoco el baño escapó a estos fenómenos, ya que hubo varios testimonios que coincidieron en que, al estar lavándose las manos, vieron una sombra cruzar por el espejo que tenía el lavabo encima y que al girarse para ver quien era, no descubrían a nadie.
Incluso hubo personas que dijeron que desde la calle cuando la discoteca se encontraba cerrada y sin nadie en su interior, a través de las enormes cristaleras, se vio más de una vez cruzar una sombra por ellas, sombra que por cierto también se comentaba que se dejaba ver por los cristales que tenía la puerta de entrada en los laterales.
También había días que cuando llegaba el personal para abrir la discoteca, hallaban los focos de las luces encendidos o la música puesta, cuando el día anterior y antes de cerrar se había quedado todo apagado.
Todo esto se atribuía a la presencia de una anciana, la cual decían que por allí moraba, al menos en eso coincidieron muchos de ellos, en que lo que percibían era alguien femenino con una especie de bata o camisón blanco.
Y como en estos casos suele pasar hubo opiniones dispares, personas que dijeron que aquello que sucedía entre sus paredes era verdad y otros que tan solo fueron sugestiones para así crear una leyenda urbana y darle un poco de morbo al local, sea como fuese, sé sabe que hubo mucha gente que “algo vio, notó y sintió”.
Decir que esta historia de fenómenos paranormales, ha dado para hacer un programa de misterio en la radio a cargo del escritor Pedro Martín Romo.

Y de todos es sabido que todo principio tiene un final, y así fue cuando en una mañana del año 2011, Francisco Javier Antequera Negrete, subió a las redes sociales (más exactamente a un grupo de Facebook), una foto que a todos nos impactó y dejó helados por lo que en ella se veía, era una imagen que nos hizo estremecer y que cuando la observamos comprendimos que ya no había marcha atrás, que era el fin de todo aquello, la foto en sí era la demolición de nuestra discoteca, de nuestro templo de baile, y en ella se podía ver entre los escombros, una enorme excavadora con su pala elevada y la barca del disc-jockey dentro de ella, aquí es cuando trabajó el dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”.

En estos días para poder hacer este texto, he estado conversando con algunas personas y parece mentira la cantidad de recuerdos (unos mejores que otros) que guarda todo el mundo de la discoteca y el cariño que muchos le tuvieron (y que, aunque ya no exista, aún le tenemos).
Es verdad que son añoranzas y que cada cosa tiene su momento y su tiempo, pero hablar del Studio18, es revivir dentro de nuestra memoria aquellas nostalgias que se nos quedaron grabadas muy adentro, ya que todos los que vivimos aquellos años guardamos algún que otro recuerdo de este local, yo con estas palabras he querido honrar un sitio el cual significó tanto para muchos de nosotros y en donde hace años, en la época dorada de Daimiel, nos juntábamos todos los jóvenes y no tan jóvenes a pasar las tardes del finde, una discoteca de las más afamadas de la provincia y la cual, tanto en mi humilde opinión como en la de mucha gente, fue algo adelantado a su época, tan solo había que ver el gusto que tuvo Felipe al crear un rincón así con tantos y tan significativos detalles, no solo para el disfrute de los daimieleños, sino para todos aquellos que se acercaban de otros pueblos de la provincia o de la región, incluso se de gente que vino desde Madrid o Valencia a visitarla porque habían escuchado hablar de ella, y ¡por qué no decirlo!, porque era una de las discotecas más bonitas que había en la provincia, así pasaba, que quedaban tan encantados de la decoración y del ambiente que allí reinaba, que semana tras semana volvían a repetir visita trayéndose con ellos algunos amigos más, cosa que hacía que aquello se pusiera a reventar de gente un día tras otro, (nota mental mía: el boca a boca de antes funcionaba igual de bien que el WhatsApp ahora jajaja)…por cierto, ¡anda que no salieron parejas de allí!!

Fue una etapa maravillosa, estábamos deseando que llegasen los fines de semana o alguna fiesta para ir allí, a disfrutar y bailar con la buena música que siempre se escuchaba y que, tanto Higinio como Ricardo, Juan, Emilio y muchos más que me dejo sin nombrar, ponían continuamente. Ahora mismo y entre todas aquellas canciones, se me viene a la cabeza cuando sonaba la Dolce Vita de Ryan París y en el momento casi final del tema que era cuando comenzaba a sonar la música un poco más movidita, empezaban las luces intermitentes en la pista, aún recuerdo las caras de mis amigas y demás bailongos entre flash y flash como de ir a cámara lenta jajaja.

Atrás quedaron esos primeros momentos en los cuales y de “pincho”, con cada cerveza, te ponían un trozo de reseca, o cuando al finalizar la noche, se escuchaba por los altavoces la banda sonora de la película “Carros de fuego” del gran Vangelis, ese era el momento en que todos nos dábamos por aludidos sabiendo que se acabó lo que se daba y que ya cerraban sus puertas hasta la próxima jornada, atrás quedaron aquellas noches de risas y bailes, atrás quedaron aquellos paseos interminables alrededor de la pista, ¡atrás quedaron tantas y tantas cosas!!… pero lo que nunca quedará atrás son los recuerdos que mucha gente guardamos de aquellos tiempos, de aquellos amigos, de aquellos años en los que los pelos cardados a base de laca, la ropa tres tallas más grandes de lo normal y las hombreras gigantes, fueron nuestras señas de identidad.

Allá donde estés Felipe… ¡Gracias por hacernos sentir como en casa!!

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