HOSTAL MADRID

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Paki García-Velasco Sánchez

Hoy al pasar de nuevo por la calle Magdalena, he vuelto a detenerme en la puerta de su número 9, el Hostal Madrid!!, un edificio de lo más emblemático y pintoresco que tenemos en el centro de Daimiel y del que guardo muy gratos y bonitos recuerdos, no porque haya pernoctado en él, sino porque fue uno de los principales artífices en aquellos entretenimientos que tuvimos a través de la pantalla del ordenador en los comienzos por estos mundos virtuales, y con el cual, afianzamos aquellos lazos de sana amistad entre unas pocas personas que, sin llegar a conocernos personalmente, hicimos una piña con nuestras charlas de besugos nocturnas llenas de risas y “misterios”. 

La cosa comenzó allá por el año 2013, cuando en aquellas noches de frío invierno, alguien subió al Facebook una foto del Hostal de esa misma noche, se veía todo oscuro y por qué no decirlo, algo fantasmal; y claro, viendo lo visto a alguno de nosotros se le ocurrió decir que había observado  una sombra en una ventana, y como por aquel entonces necesitábamos tan poco para inventarnos mil y una historias, ese fue el desencadenante para que después siguiéramos cada noche con la misma temática que la anterior: (que si al pasar por allí habíamos escuchado ruidos, que si al mirar hacia su azotea habíamos visto a alguien, que si por las noches se veía luz en alguna ventana etc…) 

A raíz de aquello y después de cenar, el grupillo en sí, nos poníamos a sacarle punta a todo lo que buenamente se nos ocurría referente al hostal, después vinieron las fotos que más de uno tomábamos al pasar por allí, luego nos atrevimos con los montajes en ellas, y entre unas y otras cosas, risas, muchas risas…risas que eran generadas entre otras cosas por la lentitud de las wifis, ya que por aquel entonces casi todas eran unas “castañas” e iban muy muy lentas, lo cual hacía que cuando contestabas a alguien ya hubiera de por medio como 15 mensajes o más (antes el Facebook no contaba con la opción de contestar en un comentario como se puede hacer ahora) y claro, entre eso y los “me gusta” que nos dábamos y que se salían de la pantalla, hacía que nadie nos enterásemos de nada, provocando así ataques de risas tontas de esas que nos daban dolor de barriga y hacían que los ojos se nos arrasasen en agua.  

Y así fue como noche tras noche empezamos a ver dónde no había: fantasmas, niñas asomadas a las ventanas, sombras e incluso manchas que nos hacían mantener la ilusión y pasar un rato de lo más agradable…ahí fue cuando nos enteramos del  supuesto fantasma que por el Hostal moraba desde hacía años: el gran pianista y compositor daimieleño Ramiro Romo, el cual fue uno de los pacientes que allí estuvo ingresado hasta su muerte (1938) cuando, durante la Guerra Civil, el hostal fuese utilizado como hospital y donde las monjas que permanecieron en Daimiel, cuidaban a los enfermos. 

Tales eran las ganas que le pusimos y la ilusión que teníamos, que empezamos a soñar con poder visitarlo algún día; cosa que ocurrió un tiempo después, ya que, gracias a los nuevos dueños, Pako y Rakel, a los cuales siempre estaremos agradecidos por contar con nosotros cuando, después de su compra y viendo todo lo que habíamos “embrollado”, nos abrieron las puertas para que pudiéramos pisar sus estancias y así disfrutarlo en vivo y no solo a través de las redes….GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS. 

Un tiempo después, al mente inquieta de Javier (el jefe), se le ocurrió a ver si éramos capaces de averiguar cosas del hostal, de lo que era en sus años de esplendor y cosas que habían pasado en él, y como nos hacía falta tan poco para que nos animasen, fue así como entre unos y otros nos pusimos manos a la obra y tirando de la punta del ovillo, llegamos a sacar muchas cosas, (incluso descubrimos donde estaba enterrado el pianista), aquí dejo algunas de ellas: 

El Hostal Madrid por aquel entonces se llamaba «Hotel García» aunque en los anuncios publicitarios de la época (periódico Adelante, marzo de 1923) figuraba como «Hotel García-Colombia», lo mandaron construir en 1900 la familia de los “Chaparros”, los cuales nunca lo regentaron, lo arrendaban a empresarios para que ellos lo llevasen; el director era Vicente Emilio Sánchez y el dueño del hotel “Chaparro” que vivía en la casa adyacente, tenía de nombre José García Muñoz López de Coca…. Los primeros que lo tuvieron en propiedad eran de Manzanares (ADOLFO GARCIA) y de ahí las iniciales que tenían en la alfombra, después lo vendieron al Sr. Vargas él cual le puso el nombre de MADRID. 

En aquella época creo que era impresionante y muy lujoso, el patio interior precioso (de eso doy fe a pesar de los años transcurridos), algunas estancias tenían pintados en sus paredes frescos que mandaron realizar a pintores de fuera de Daimiel, muchos de los suelos eran de madera noble y otros de mosaico. 

Allí, aparte de pernoctar, se celebraban fiestas, eventos, comuniones, bodas (siempre de gente pudiente ya que creo que por aquél entonces era carísimo) e incluso también contó con alguna que otra exposición de pintura. 

Cuentan que tenían un mozo llamado Manuel, el cual se encargaba de todos los recados, y de ir con un carro de mano a recoger las maletas a los clientes que venían en tren y que mientras iba por la calle cantaba un mismo soniquete para dar publicidad al hotel: “HOTEL GARCIA, QUE SE COMEN PATATAS FRITAS POR EL DIA Y POTAJE A MEDIO DIA” 

Aparte de las Brujas creo que era el único hotel que había aquí, exceptuando las posadas. Lo cual contribuyó a que en él se llegasen a hospedar mucha gente famosa como: cantantes (entre ellos los Chichos) y muchos toreros, a los cuáles y según decían ya terminada la corrida, traían en hombros hasta el hotel desde la plaza de toros. 

Se cuenta, que la primera televisión que hubo en Daimiel fue allí, lo cual hacía que desde la calle y a través de la ventana los niños del barrio se asomasen a mirar el programa de turno y que personas que querían ver algo en concreto (así como fútbol) tuvieran que pagar por ello. 

El Hotel contaba con una cabina de teléfono, bueno, una centralita de esas llenas de clavijas. 

También nos enteramos que hubo un tiempo en el que se dedicaban a envasar huevos y lo hacían con una máquina que era una especie de cinta por donde circulaban los huevos y según el peso que tenían se bajaban por uno u otro lado de ella. 

Para despedir este relato sólo quiero decir que precisamente allí, delante de sus puertas, tuvo lugar nuestra primera y más entrañable quedada, donde nos pusimos cara muchos de los que tan solo nos conocíamos por nuestros nicks o perfiles: Luz, Javier, María Jesús, Luis Alberto, Mercedes, David, Frodo, Loli, Encarni, Nico, Mari Cruces y como no, yo. … ese momento fue genial e irrepetible. 

Agradecer toda la información que aportaron en su día a: David Cejudo, Ismael Terriza, Pedro Lozano Crespo, Frodo Rodríguez Peral, Javier García Carpintero, Antonio Manuel Naranjo, Mari Cruces Alcázar, Laura Vázquez, Mari Cruces Martín de la Sierra, Verónica Rodríguez de Guzmán y muchísimas personas más que seguro me dejo en el tintero. 

Fotos de: Juan, Encarni, Eva, Jaime, David y Paki. 

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