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José Ignacio García-Muñoz (Queche)
No sé, si será el tan manido cambio climático acelerado por la irresponsabilidad del ser humano, o simplemente son ciclos de la naturaleza, el caso, es que las olas de calor durante el verano; especialmente entre El Carmen y la Asunción, se han convertido en algo habitual en nuestras latitudes. Verdaderamente, en verano siempre ha hecho calor en esta nuestra bendita tierra y en otras partes de nuestra geografía, pero también es cierto, que en otros muchos lugares se cumple aquello de dormir fresquitos por la noche, cuando la canícula castiga de forma impenitente, y conciliar el sueño lejos del aire acondicionado o el ventilador se convierte en un suplicio.
Desde hace unos años, un servidor suele coger la moto y emigrar a tierras donde aquello de dormir al fresco por la noche se cumple durante el verano. Para ello estudio el histórico de temperaturas de muchos lugares de España; especialmente en los últimos años de olas de calor, y elijo entre aquellos que presentan unas temperaturas mínimas que por la noche permitan que el calor no sea un problema, y la verdad, es que “haberlos hailos” como dicen los gallegos al respecto de las meigas. Me voy a permitir sugerirles desde aquí queridos lectores, algunos de los lugares que he visitado, y que además de unas temperaturas agradables presentan otra serie de atractivos paisajísticos, gastronómicos, y culturales que los convierten en ideales para escapar aunque sea por unos días del infierno meteorológico.
El primer destino que les propongo es Sallent de Gállego, un pueblo que se encuentra enclavado en el Valle de Tena, a escasos kilómetros de la frontera francesa y a los pies de la peña Foratata que se refleja en las tranquilas aguas del Lago Lanuza. Un lugar idílico en pleno Pirineo Aragonés. Su principal atractivo es evidentemente el paisajístico con multitud de ibones (así se llaman a los lagos en la zona) a los que se asoman cumbres que esperan ser visitadas por los amantes del senderismo que allí encontraran el paraíso, pero si usted no puede, o no quiere andar tanto, existen algunos trenes de montaña tirados por un tractor, que le acercarán a lugares tan idílicos como el Ibón de los Paules, o el tren del Sarrio en Panticosa por el Valle de la Ripera.
Mientras que si lo que a usted le gusta es el senderismo, no debe dejar de visitar el Ibón de Piedrafita, Los ibones de Anayet más allá de Formigal, subir hasta la base del Pic du Midi D`Ossau, acercarse al refugio de Respomuso y su lago, o en las cercanías de Sallent la cascada del Salto.
También podrá hacer piragüismo en Lanuza, o visitar la reserva natural de Lacuniacha con animales en semilibertad, y cuyo entorno está considerado reserva de la biosfera. Para terminar puede pasar al pirineo francés en menos de seis kilómetros, y hacerse alguna de las etapas de montaña del Tour de Francia; visitando cimas como el Coll del Obisque, o el Tourmalet que tan épicas batallas ciclistas han presenciado.
La oferta hostelera es amplia y de precios asequibles tanto en Sallent como en Formigal, o en cualquiera de los encantadores pueblos de alrededor, como Tramacastilla o Escarrilla, y por la noche le aseguro que podrá dormir a pierna suelta no solo por el cansancio de las caminatas, sino por el sosiego de espíritu que le habrán proporcionado la magnificencia de los paisajes, y por la más que agradable temperatura nocturna, donde igual le apetece echarse una colcha por lo alto en plena noche.