DIALOGOS DE BESUGOS 37. Cualquier parecido con la realidad es coincidencia.

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Por Daría Loke Fuera

– Buenos días.

– Buenas tardes.

– Huelo que viene usted precedido.

– ¿Precedido de qué?

– De un olor sugestivo.

– ¡Ah! Es que es muy suyo.

– No, no, mío no, suyo.

– Es que es muy conspicuo.

– ¿Conspicuamos algo?

– Conspicue usted lo que quiera.

– ¡Una de bravas!

– Así por las bravas.

– Cuando las bravas de tu vecino veas…

– ¡Corte, corte!

– Y confección, no lo olvide. 

– ¡Hala! Ya estamos.

– Ala que no has de comer déjala correr.

– Muy halagüeño lo veo.

– A las güeñas, ¿tiene manzanas?

– Muy güeñas.

– No me mienta.

– Yo no miento a nadie.

– Me ha mentado usted.

– Porque soy mentor.

– ¿Mentor que quién?

Mentor que usted.

– Pues lleva razón; yo soy mayor.

– ¿Mayor que quién?

– Mayor que usted.

– ¿Y en qué lo nota?

– Pura serendipia.

– Es usted clarividente.

– Uf, para clarividente Clara Boya, experta en luces.

– Y en claroscuros.

– Claro.

– Oscuros, más bien.

– No lo veo muy claro.

– Téngalo por descontado.

– Tres, dos, uno…

– ¿Qué hace?

– Descontando.

– Podía descontarme un cuento.

– Y comieron perdices y fueron felices y fue así como…

– Y usted que lo diga.

– Buenos días.

– Buenas tardes.

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