FELIZ DIA DEL LIBRO

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Paki García Velasco Sánchez

Una vez Carl Sagan dijo: «Qué cosa más sorprendente es un libro. Es un objeto plano, hecho de un árbol, con partes flexibles en las que están impresos montones de curiosos garabatos. Pero, cuando se empieza a leer, se entra en la mente de otra persona; tal vez de alguien que ha muerto hace miles de años. A través del tiempo, un autor habla clara y silenciosamente dirigiéndose a nosotros y entrando en nuestra mente. La escritura es, tal vez, el más grande de los inventos humanos. Une a personas que no se conocen entre sí. Personajes de libros de épocas lejanas rompen la cadena del tiempo. Un libro es la prueba de que los hombres son capaces de hacer que la magia funcione»….


¡Y qué verdad es! Porque en este mundo donde el tiempo parece moverse cada vez más rápido, la afición a leer se convierte en un refugio lleno de calma, los libros son compañeros entrañables que nos guían a través de las páginas con sus historias, son como un faro en la noche que va iluminando nuestro camino.

Me encanta leer, pero no en una tablet ni en el teléfono, ¡me encanta leer con un libro en la mano! Me gusta sentir el tacto del papel, me gusta el sonido del folio al pasar las páginas, me gusta ese olor a nuevo que desprende el ejemplar cuando está recién abierto.

Desde la primera vez que sostuve un libro entre mis manos, supe que había encontrado algo especial. Cada página era un portal hacia mundos desconocidos y poblados por personajes que hacían que te sumergieras en mil aventuras y que a veces, trascendían los límites de la realidad.

Con el paso del tiempo, mi pasión por la lectura se convirtió en algo más que una simple afición, fue un hábito que se hizo vicio, se convirtió en un viaje de autodescubrimiento. A través de los libros, aprendí a ver el mundo desde perspectivas distintas y a encontrar respuestas a preguntas que ni siquiera yo sabía que tenía en mi interior.

Los libros han sido compañía y refugio muchas veces en nuestras vidas, algunos de ellos te dejan una huella en el corazón haciendo que sus narraciones se conviertan en parte de ti y que te veas reflejado en sus palabras, son como guardianes de nuestras pequeñas historias. Ahí es donde distinguimos a los grandes escritores, porque no son lo que escriben, es lo que nosotros sentimos al leerlos.

Porque los libros no solamente son portadores de conocimiento, sino también de emociones, en sus páginas mucha gente encuentra consuelo en momentos difíciles de su vida, inspiración en los días grises y alegría en los pequeños triunfos cotidianos. Y es que muchas veces no eres tú el que sujetas un libro, es el libro el que te sujeta a ti.

La afición a leer es un regalo que muchos hemos descubierto a través de los años, en mi caso sin ir más lejos, la lectura es un hábito que adquirí, junto con mis hermanos, desde muy pequeños. Recuerdo con cariño aquella enorme caja de cartón repleta de libros y cómics de todo tipo: aventuras emocionantes, historias divertidas, mundos de ciencia ficción e incluso alguno que otro de terror; fue con todos ellos que comenzamos nuestra aventura en el mundo de la lectura

Empecé (me imagino que como muchos a esa edad), por lo más básico, ¡por los comics!, comics que en aquellos años los encontrábamos en mucha variedad de títulos: Pulgarcito, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, El Botones Sacarino, Lily, TBO, Pumby, Esther y su mundo etc … para pocos años después llegar a nuestras manos las aventuras de unos dispares grupos de aventureros y luchadores contra el mal, los cuales hicieron la delicia a todo aquel que tuvimos la suerte de seguir y vivir sus andanzas a través de las páginas de cada entrega, y que gracias a su creador Víctor Mora, pudimos disfrutar durante muchísimos años; sí, estoy hablando del Capitán Trueno y El Jabato. ¿Qué os voy a decir de ellos que no sepáis ya?? pero por si aún hay alguien que no los conozca, solo comentar que el primero era un caballero español de la Edad Media en tiempos de la Tercera Cruzada y que vio la luz en 1956, por otra parte estaba el segundo en discordia que nació dos años después (1958), este era un campesino el cual fue esclavizado por los romanos y a la fuerza se convirtió en todo un justiciero errante, ambos nos hicieron viajar mediante sus fascículos por lugares inhóspitos, nos hicieron vivir muchísimas de sus hazañas, junto a ellos nos enfrentamos además de con el villano de turno, con enormes monstruos salidos de lugares recónditos e impensables, ¡era increíble cómo se las ingeniaba para meternos dentro de sus andanzas! En casa fuimos afortunados y pudimos seguir las peripecias de ambos a la par.

Con el paso del tiempo tuve la suerte de toparme con la colección de “Joyas Literarias Juveniles”, que junto a los libros de “Los Cinco”, hicieron que pasara momentos muy entrañables durante las cálidas tardes de aquel verano de mi niñez, sentada en la escalera de casa.

Posteriormente les tocó el turno a las revistas de mi época y ¡cómo no!, también me piqué con las típicas novelas de amor, las llamadas “de género rosa”: Jazmín, Bianca, Barbara Cartland, Corín Tellado etc…¡Me encantaban!!… de igual modo he de reconocer (porque no decirlo y es la pura verdad), que en esta etapa cayó en mis manos alguna que otra de Marcial Lafuente Estefanía, y es que mi padre era un gran lector suyo y que cuando tenía un ratito de tiempo después del trabajo, le gustaba mucho sumergirse en sus páginas, y claro, al tenerlas tan a mano, nosotros también aprovechábamos para leerlas…¡la de veces que habremos visitado aquella pequeña arquilla en la cámara donde guardaba con tanto cariño todas sus novelas!. Tenía muchísimas y las conservaba como oro en paño.

Después empecé a sacar algún libro (con más peso y fundamento) de la biblioteca, y después otro y otro…y así, poco a poco, me fui adentrando en este inmenso e interminable mundo incentivando, un poco más si se quiere, la lectura “más seria”….

Existen grandes libros en el mundo y grandes mundos en los libros, así como libros curiosos y curiosos libros, y de estos últimos hoy quiero destacar dos: el primero de ellos es “Gadsby” de Ernest Vincent Wright, considerado uno de los libros más raros que se haya publicado, el cual está lleno de elementos distintivos y poco comunes y al que se une la particularidad de la ausencia de la letra E en todo el ejemplar (no contiene ninguna E en sus 50.000 palabras de la versión original en inglés).

Y si hablamos de libros raros e inusuales, también quiero hacer mención al ejemplar del escritor Ata Pouramini: “Todo lo que los hombres saben de las mujeres”, que él describe como una especie de libro/manual y que tiene la peculiaridad de que sus 120 páginas están todas en blanco.

Si me preguntaran que es lo que más me gusta de un libro (aparte de su historia, claro está), sin lugar a dudas diría que su olor. Porque seamos sinceros, ¿quién se ha resistido alguna vez a meter la nariz entre las páginas de un libro nuevo para disfrutar de su fragancia?

Y es que hay algo mágico al percibir ese específico aroma que se despliega entre sus páginas, es simplemente cautivador. A mí personalmente, me transporta instantáneamente a mi niñez, a mi infancia, cuando mi madre al comienzo del nuevo curso nos compraba los libros de texto para el colegio. Aquel olor que desprendían y que impregnaba el comedor de mi casa mientras ella, mi madre, los forraba uno a uno sobre la mesa camilla…¡qué recuerdos!!

Para todo aquel que no lo sepa, ese olor a libros nuevos tan característico tiene un nombre: “Bibliosmia”, una palabra que dicha así puede que para algunos no signifique nada, pero que para otros, es como un viaje en el tiempo que nos hace sentirnos niños de nuevo, una conexión con aquellos momentos tan especiales y llenos de felicidad.

Porque cada libro es una ventana del pasado, presente o futuro y tiene alma (el alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron, vivieron y soñaron con él), porque los libros nos ofrecen todo un abanico de posibilidades, porque leer es estar soñando con los ojos abiertos. Y es que todos tienen algo que nos mueve, que nos impresiona, que nos lleva a las lágrimas o nos saca una sonrisa, porque tienen algo que se queda en nuestra mente por días, semanas o años, ese es el talento del escritor.

Y todo este rollo que os he metido es para decir que un año más llegamos al 23 de abril, Día Internacional del Libro. Una celebración que se remonta a principios del siglo XX, más concretamente a un 7 de octubre de 1926 que fue el primer Día del Libro, para poco después, y ya en 1930, instaurarse definitivamente la fecha del 23 de abril como su día.

El Día Internacional del Libro es una conmemoración celebrada cada 23 de abril a nivel mundial con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. Desde 1988, es una celebración internacional promovida por la UNESCO. Es una fecha especial, es un día para celebrar la magia de la lectura y que nos recuerda su incalculable valor y de cómo los libros tienen el poder de enriquecer nuestras vidas de manera infinita.

La razón por la que se celebra en esta simbólica fecha, es como recordatorio a la muerte de tres grandes de la literatura: Shakespeare, Garcilaso de la Vega y Cervantes, ya que los tres murieron un 23 de abril del año 1616.

Como Anna Quindlen dijo una vez: “Los libros son el avión, el tren, el camino. Son el destino y el viaje. Son el hogar”. Por lo que: sea San Jordi o no, agarrad un buen libro y disfrutar con la aventura que dentro de sus páginas nos ofrece….porque la magia de la lectura es solo equiparable a la de la infancia.

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