HACER EJERCICIO Y NO MORIR EN EL INTENTO (III) EL MATERIAL.

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José Ignacio García-Muñoz (Queche)

Sin duda, dentro del equipamiento básico para llevar a cabo cualquier actividad física, el protagonismo se lo lleva el calzado.

Las lesiones derivadas de la práctica de ejercicio físico, tienen dos formas básicas de aparecer: Una, de forma aguda, por ejemplo, como consecuencia de un traumatismo directo al practicar deportes de contacto, como pueden ser una patada jugando al fútbol, o un pelotazo en balonmano. Son circunstancias del juego que en general no podemos prever, y salvo intencionalidad, son accidentes.

La otra, son las lesiones de instauración insidiosa producto de micro traumatismos de repetición. Como por ejemplo realizar una técnica incorrecta, utilizar un material inadecuado, o hacer caso omiso a las señales que nuestro organismo nos envía en forma de molestias o pequeños dolores a los que no prestamos la atención debida hasta que se hacen crónicos y aumentan su intensidad.

Supongamos un deportista de 75 kg que permanece de pie. Si atendemos a la tercera ley de Newton que habla del principio de Acción-Reacción, este deportista a través de su aparato locomotor, está absorbiendo una fuerza igual y de sentido contrario equivalente a esos 75 kg que el suelo le devuelve.

Ahora, imaginemos que el mismo deportista está corriendo, o saltando, y esos 75kg se pueden multiplicar por cinco dependiendo de la velocidad, y por mucho más en el caso del salto.

A continuación, pensemos que un corredor de maratones de nivel nacional que no se meta entre pecho y espalda todos los días un volumen de trabajo de al menos 20 km, tiene poco que hacer en el panorama nacional.

Un corredor de élite, es capaz de correr un maratón a 180 pasos por minuto, y a tres minutos el km. Un corredor popular lo suele hacer entre 150 y 160 pasos a cinco minutos el km.

Supongamos un corredor cuya marca es de dos horas en la maratón. Dos horas son 120 minutos, y si en cada minuto da 180 pasos, en total habrá dado 21600 pasos soportando en cada paso esos 75 kg multiplicados por 2 ó 3 aproximadamente, lo que supone un total de 3.240.000 kilos en dos horas.

Está claro, que un individuo que se inicia en la actividad física como es nuestro caso, no se va a aproximar a estos valores, pero pone de manifiesto la importancia de elegir un buen calzado que nos ayude a absorber esos impactos, aunque nuestro nivel de exigencia sea infinitamente más bajo.

Cálculos como el anterior, se pueden trasladar a otras partes del cuerpo como el tendón del supraespinoso en el hombro, o los discos intervertebrales en aquellos que levantan pesas, por eso es importante como decíamos en el primer capítulo, que tengamos claro cuáles son nuestros objetivos porque el ejercicio sin control que es una actividad muy recomendable, tarde o temprano nos pasará factura. Ahora, espero que más mentalizados, vamos a comprar las zapatillas.

Marcas hay muchas, precios también, colores también, y materiales muy diversos, pero lo que tenemos que tener claro, es que las zapatillas han de ser eficaces y adaptarse a nuestras necesidades. No te compres las zapatillas por lo bonitas que son, sino por su funcionalidad.

No dudes en gastar el dinero necesario, la inversión merece la pena, y no compres en establecimientos en los que también puedas comprar un botijo.

Lo primero que tenemos que saber, es si somos pronadores, neutros o supinadores, para ello, lo mejor si no tenemos al podólogo cerca, es tomar un par de zapatillas viejas y ver por donde las hemos gastado.

Compara las tuyas con las del dibujo.

Una vez identificada nuestra forma de pisar, pediremos al vendedor que nos muestre las zapatillas que se adaptan a nuestro caso, y si las queremos con un grado de amortiguación alto, medio o normal dependiendo de si solo las queremos para andar, o pensamos correr con ellas, y no caigas en la tentación de pensar “Si solo las quiero para andar, no me voy a andar con tantas zarandajas para acercarme a Navaseca, me compro unas en el mercadillo y punto” te estarás equivocando, al menos estás advertido/a.

En el próximo capítulo, hablaremos del resto de materiales.

Camisetas, pantalones, calcetines, sudaderas, cortavientos, chubasqueros, gafas, y demás parafernalia, que nos hará parecer gente recia y avezada en esto de sudar la gota gorda.

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