HACER EJERCICIO Y NO MORIR EN EL INTENTO (I)

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José Ignacio García-Muñoz (Queche)

Con la llegada del buen tiempo, son muchos los que, aprovechando las bondades del clima, y que las horas de luz nos conceden una prolongación extra del día, se lanzan a perseguir ese sueño, quimera, utopía… a veces entelequia cual es: hacer ejercicio.

Vamos a tratar desde Daimiel al Día, de desentrañar las leyes que rigen para la actividad físico- deportiva, ejercicio, gimnasia o como demonios quiera usted llamarla, porque efectivamente, la adaptación al esfuerzo se rige por unas leyes fundamentadas en la fisiología, que hemos de tener en cuenta si no queremos en un tiempo que a veces puede ser extraordinariamente corto, arruinar nuestra salud.

Vamos a dejar el deporte de competición, que tiene un enfoque diferente a un lado, y nos vamos a centrar en el usuario medio que tiene otros objetivos, y precisamente, conocer cuál es nuestro objetivo será la primera tarea, ya que el programa de actividades varía dependiendo de qué estemos buscando.

Dentro de las razones para comenzar un programa de actividad física, se encuentran a la cabeza los relacionados con la salud. La actividad física tiene un amplio espectro de aplicaciones como terapia, pero aún bajo este aspecto la variedad es amplísima. El primero, es la prevención, pero a veces, eso que parece tan sencillo no lo consideramos hasta que no le vemos “las orejas al lobo” Tal vez a usted, le han aconsejado hacer ejercicio por un problema cardiaco…Rehabilitar un infarto, hipertensión. Neuronal, para superar un ictus. Psiquiátrico, como coadyuvante de una depresión. Traumatológico por problemas de artritis, artrosis, osteoporosis, tendinitis, hernias de disco. Metabólico como la diabetes o la obesidad, y un largo etcétera que encaja en cualquier manual de patología en el que el ejercicio actúa como un auténtico medicamento, pero sin los efectos secundarios que la mayoría de estos poseen.

La segunda de las razones para lanzarse a la palestra, es de índole estética. Como dice Alejandra Vallejo Nájera en su libro “La edad del pavo”: Ellos quieren ser como toros, ellas no quieren ser como vacas”. La percepción a veces distorsionada (como en los trastornos alimentarios) que tenemos de nosotros mismos, son, sobre todo entre los más jóvenes, la motivación para comenzar un programa de ejercicio no siempre gestionado por auténticos profesionales cualificados. Aquí, he de dejar una “pica en Flandes” y llamar la atención sobre la cantidad de titulaciones de escasa calidad que presentan los empleados en muchos gimnasios.

En general, la cuestión del adelgazamiento constituye una prioridad sobre todo entre las más jóvenes, y aunque volveremos sobre el asunto en su momento, cabe decir aquí que, existe un profesional de la medicina llamado Endocrinólogo que es el que entiende de estos asuntos, y sabe dónde poner los límites. A un gimnasio, no se va a adelgazar, el ejercicio ayuda, pero en este menester no debe ser el protagonista.

Los chicos, inspirados en los modelos que los medios y la publicidad difunden “Quieren ser como toros”, exhibir abultados músculos, y se entregan con frenesí al levantamiento de pesas siguiendo programas diseñados por no se sabe quién, con el consiguiente riesgo de lesiones a medio plazo cuando no a corto.

En el desempeño de mi profesión docente, he preguntado muchas veces a mis alumnos de secundaria y bachillerato por sus motivaciones para hacer ejercicios con pesas, y en no pocas ocasiones, además de las citadas anteriormente, me he encontrado con la respuesta: “Para repartir ostias profe”, lo cual explica el éxito alcanzado por los deportes de combate. Yo mismo, he sido practicante de Tae Kwon Do muchos años, soy cinturón negro de Judo, me he “esmorrao” con el Aikido, y alguna me he llevado boxeando, pero nunca fue mi intención pegarme con nadie, algo sobre lo que deberíamos reflexionar.

Resumiendo, y para finalizar esta primera entrega, le llamo a usted querido lector a que se tome un tiempo de reflexión acerca de sus motivaciones hacia el ejercicio, y que objetivo tiene en mente. Si tiene estas dos cosas claras habrá ganado más tiempo del que parece, y evitará muchos inconvenientes.

En la próxima entrega, antes de que usted se deje los “cuartos” en el Decatlón comprando camisetas de colorines, hablaremos del reconocimiento médico previo para evitar sorpresas.

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