LAGARTIJO, FRASCUELO, Y CÚCHARES

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José Ignacio García – Muñoz (Queche)

Cada uno de estos toreros tiene derecho propio a tratamiento singular, pero este modesto periódico, ha de ajustarse los machos para dar cabida en este apartado a otros tantos que se han hecho acreedores a ocupar un espacio en nuestras páginas.

Con ellos tres, vamos a dar por finalizada de momento una época quizá irrepetible, en la que se dio una cosecha extraordinaria de toreros, de modo que, vamos a unir estos tres nombres a los de Costillares, Pedro Romero y Pepe Hillo recientemente publicados.

Por supuesto que han sido muchos más, y aquí no están todos los que son como: Currito, El Gallo, “Cara Ancha”, Ángel Pastor, Mazzantini, Salinas, Guerrita, El Espartero, Fuentes(del que dijo “El Guerra”: después de mí nadie, y luego Fuentes), Bombita, El Algabeño, Reverte, Paquiro…y otros tantos que contribuyeron a engrandecer la fiesta que pasó de aquellos caballeros que alanceaban desde su corcel como un arte parecido a la caza, a las cuadrillas de “matatoros”, que desembocaron en los llamados fundadores que recientemente hemos publicado.

El toreo se va refinando, y poco a poco, cobra importancia la faena de muleta que, ya no es un mero trámite para entrar a matar sino que adquiere carta de naturaleza, al tiempo que las diferentes suertes se enriquecen con nuevas aportaciones más estéticas y menos tremendistas. Podría decirse que es el equivalente al Renacimiento en las artes pero aplicado al toreo.

LAGARTIJO:

De apodo lagartijo, y de nombre Rafael Molina Sánchez, vino al mundo en Córdoba allá por 1841, y murió el uno de agosto de 1900 siendo reconocido como el primer califa del toreo por periodistas y aficionados de la época; título al que se hicieron acreedores posteriormente Guerrita, Machaquito, Manolete y El Cordobés.

Fue Lagartijo discípulo del matador Antonio Carmona el “Gordito”, del que se cuenta inventó el par de banderillas al quiebro; algo no del todo cierto ya que esa suerte se practicaba siglos atrás, pero fue el Gordito el que la rescató del olvido y la puso de actualidad. Lagartijo llegó a superar a su maestro como banderillero incorporando los pares de poder a poder, a topa carnero, o las “trébedes” .Aportó su personalísimo sello toreando al natural, y por primera vez la faena de muleta cobró protagonismo artístico ; solo tuvo límites a la hora de matar dada su corta estatura siendo célebres sus medias estocadas llamadas “medias lagartijeras”. De los arquetipos de torero, Lagartijo encarnó a todos, ya que era artista, temerario, y poderoso al mismo tiempo. Mereció la antención de Unamuno en un poema, y de Baroja en una novela, y hasta el mismísimo Julio Romero de Torres le acompañó junto con otras tres mil personas el día de su entierro. También cuentan las crónicas, que ese día le tocó a Rafael Molina la lotería; para más detalle el premio cayó en el número 19 al que el torero jugaba siempre.

También le cabe el honor (aunque hay disparidad en esto), de haber sido el primer torero al que por petición popular le tocó la música durante la lidia, concretamente en Barcelona; ciudad de la que fue torero predilecto. A día de hoy, si usted acude a la primera plaza del mundo en Las Ventas en Madrid, podrá comprobar como la música no suena durante la lidia por más cumbre que esté el torero de turno.

FRASCUELO:

Salvador Sánchez Povedano “Frascuelo”, nació en Churriana de la Vega (Granada) un día antes de la nochebuena de 1842 .Se retiró en Madrid en 1890 y se quedó a vivir en Torrelodones.

A Frascuelo le atizaron los toros de lo lindo, sufriendo varias cornadas graves que precipitaron su retirada, teniendo entre sus máximos admiradores a la mismísima Infanta Isabel “La Chata”, que siempre que podía iba a visitarle mandando parar el tren si pasaba cerca de la localidad madrileña. Famosa fue su rivalidad con Lagartijo con el que mantuvo disputa como antes lo hicieran Romero con Costillares, y posteriormente Joselito con Belmonte. Dejó para la posteridad Frascuelo, una tabla con diez mandamientos que por su gracia y curiosidad reproducimos a continuación:

  • Primero: amar a Paquiro sobre todas las coletas.
  • Segundo: no jurar que vas a meterte en el morrillo de los toros para luego no arrimarte nada.
  • Tercero: santificar la fiesta española, entendiéndose que santificarla no es tirar el pego.
  • Cuarto: honrar a la afición que da cuanto se le pide y más de lo que puede.
  • Quinto: no matar como Rafael el Gallo.
  • Sexto: no amolar tanto a los toros ni a los espectadores.
  • Séptimo: no hurtar las ingles a las arrancadas de los astados, ni hurtar tantos billetes como se viene haciendo.
  • Octavo: no decir en los telegramas que tú estuviste colosal y tu compañero desastroso.
  • Noveno: no desear la cupletista o súper-tanguista de tu prójimo.
  • Décimo: no codiciar el contrato del colega; ni el colchón del zapatero, del hojalatero y del tapicero, cuando el colchón va a la casa de empeños para luego no ver más que huir a los toreros de arriba, de abajo, de la derecha y de la izquierda.

Frascuelo…genio y figura murió en Madrid el 8 de marzo de 1898 de una pulmonía. A su sepelio acudió expresamente su rival en la plaza Lagartijo.

CÚCHARES:

Cúchares, o Curro Cúchares como también se le conocía, nació en Madrid el día 20 de mayo de 1818 (aunque sobre este particular los diferentes autores no terminan de ponerse de acuerdo).Francisco Arjona Herrera fue su verdadero nombre, y su notoriedad en el mundo del toreo fue tal, que al arte de torear se le conoce también como “el arte de Cúchares”.En su haber, está el cambio en la concepción de la lidia, alargando el tercio de muleta por encima de capotes y banderillas, aportando seriedad y un profundo conocimiento de los terrenos. La muleta en sus manos adquirió refinamiento y grandes dosis artísticas dando carta de naturaleza al tercio, y alejándose de lo que hasta entonces era una preparación con más o menos fortuna estética para la estocada; es decir acercó la fiesta a un concepto más moderno, más actual.

Igual que muchos toreros de la época, mantuvo rivalidad en el ruedo con otros como: Paquiro, y posteriormente con “El Chiclanero” .Durante un tiempo es el favorito del gran público, pero poco a poco su fama va decayendo quizá debido a una lesión en la rodilla que le restó facultades físicas.

Como muchos otros de su época viaja a Cuba allá por 1868 donde tenía firmados algunos compromisos, pero durante el viaje contrae fiebre amarilla; también conocida como “el vómito negro,” y el 4 de diciembre fallece sin haber dado ni un capotazo en tierras cubanas. Cúchares fue enterrado en la isla caribeña, y no fue hasta 1885 que sus restos fueron repatriados a España, concretamente a Cádiz. Venían acompañados por el matador Francisco Sánchez Frascuelo, y sus cenizas, tras una misa organizada por el hermano de este se trasladaron a Sevilla donde fueron depositadas en la parroquia de San Bernardo detrás de cuyo altar reposan. Habiendo sido cofrade el diestro del Santísimo Cristo de La Salud, y María Santísima del Refugio, no podía ser de otra forma, ya que Cúchares fue madrileño de nacimiento pero sevillano de adopción.

Detrás de la mesa del altar del Cristo de la Salud de la parroquia, a través de un hueco, se puede acceder a la lápida de Cuchares. En ella se puede leer la siguiente inscripción:<<Dichoso aquel que fuera llorado sin dejar en la tierra un enemigo >>

Resulta aleccionador comprobar como los toreros, que si bien en el ruedo mantenían disputa, siempre mostraron y muestran sincero y decoroso respeto por sus rivales en la plaza, y en el día de su fallecimiento; reconociendo noblemente las virtudes cuando no la admiración por aquellos con quienes compartían cartel y cercanía con la muerte… ¡igualito que unos que yo me sé!

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