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Paki García Velasco Sánchez
Para todo aquel que no lo sepa (me imagino que serán pocos), Eurovisión es por decirlo de alguna manera, donde las lentejuelas, los brillos, las luces y los idiomas, se abrazan sin entenderse.
Es donde, y cada año, Europa (y unos cuantos países más), se unen en este gran evento musical. Eurovisión es un glorioso festival donde cada país manda su canción más pegadiza, emotiva, o sencillamente incomprensible, eso sí, siempre acompañada de una puesta en escena tan increíble, que incluso haría palidecer al mejor espectáculo de Las Vegas.
Porque Eurovisión no es solo música. Es también fuegos artificiales, cambios de vestuario imposibles, ventiladores a toda potencia, bailarines que algunas veces, no sabemos si están interpretando una coreografía o siendo atacados por abejas, y cantantes que a menudo, parecen haber sido elegidos en una rifa.
Y los géneros musicales, ¡qué se puede decir de los géneros musicales!… ¡qué son una deliciosa locura!!! Tan pronto puedes pasar de un canto ancestral en armenio a una balada noruega que parece escrita durante una tormenta existencial. Y ya si nos vamos a las letras de las canciones, je, a veces eso es otro universo paralelo. Hay estribillos en idiomas inventados, versos con metáforas tan profundas que ni el cantante las entiende, y
algunas frases en inglés, que parecen haber sido traducidas con una calculadora.
Y ya cuando llega la votación, y como se dice en mi tierra: ¡eso es otro cantar!!… ahí es cuando la verdadera guerra comienza. Los países se tiran flores (y cuchillos) en forma de puntos. Grecia le da 12 puntos a Chipre, aunque la canción sea el sonido de una lavadora centrifugando. España y Portugal se ignoran como si hubieran discutido por WhatsApp. Y todos miramos a Suecia con un poco de odio porque siempre lo hacen genial.

Pero lo mejor de Eurovisión no es quien gana, ni siquiera quien canta afinado. Lo mejor es ese espíritu de “vamos a darlo todo, aunque no tenga sentido”. Porque en Eurovisión a veces, lo absurdo es arte, lo hortera es tendencia y lo imposible… probablemente sean algunas de las coreografías que se presentan.
Por lo que… ¡¡que viva el drama, la música y las coreografías imposibles!¡Y larga vida a Eurovisión!!, ese festival donde el amor, la música, la purpurina y las luces led conquistan Europa…y parte del extranjero.
Y tras esta breve introducción y poniéndonos ya un poco más serios, llega de nuevo esta época del año, otro año más, en la que sería imperdonable no dedicar unas palabras a lo ocurrido el fin de semana pasado con el ya mítico concurso eurovisivo, que este año ha celebrado su 69ª edición.
Aunque el festival ya no es lo que era cuando comenzó en la década de los 50, (ahora todo se mueve bajo otras reglas), desde el hecho de que son ellos los que deciden casi literalmente el orden de actuación de cada país, hasta que a veces se valoran aspectos que poco o nada tienen que ver con la música. Por lo que no he querido dejar pasar la oportunidad de compartir mi pequeña sinopsis de este evento y hacer un pequeño resumen de lo acontecido en la noche del sábado sabadete 17 de mayo en la ciudad
suiza de Basilea.
Así es que… ¡vamos al lío!

Abriendo la gala a eso de las nueve de la noche, estuvo el ganador de la edición pasada, Nemo, que nos volvió a cantar su ya archiconocido The Code, para, y una vez terminada su actuación, diera comienzo el concurso.
El país encargado de abrir este año el festival ha sido Noruega con Kyle Alessandro. El cantante de 19 añitos, nacido en Fuengirola, de padre español y madre noruega, representó a su otro país con la canción Lighter. El emotivo tema, escrito y producido en su mayoría por él, junto a Adam Woods, proviene de una inspiración del mismo interprete tras la experiencia personal que vivió tras ser diagnosticada de cáncer su madre. La canción, que transmite un mensaje de resistencia y esperanza, es una fusión de música folclórica, barroca y de pop moderno, y nos habla de superar adversidades en los momentos difíciles y encontrar siempre una ilusión que nos haga seguir adelante.

En cuanto a nosotros, que actuamos en sexto lugar, nuestra representante eurovisiva ha sido Melody. Si, aquella niña que con su baile del gorila consiguió, hace ya algunos años, que todos nos moviésemos con ese ritmo tan particular e hiciéramos el mono como si no hubiera un mañana, ¡pues esa! Aunque nada tiene que ver aquella pequeña moza con la diva carismática de largos cabellos que pudimos ver sobre el escenario hace unas horas. Y es que este año España, se ha pensado de nuevo en llevar a otra jamona (estilo Chanel), y así, con su pata negra, sus meneos sobre el escenario y su melena kilométrica, probar suerte a ver si nos dejaba en mejor lugar que los representantes en las ediciones pasadas. Y aunque esto no ha podido ser y nos hemos quedado clasificados en el antepenúltimo lugar de la lista, la actuación que tuvo nuestra Diva, fue estupenda y sin
ningún fallo.

Este año ha habido puestas en escenas y canciones para todos los gustos, algunas lentas y otras con mucho ritmo, pero ritmo rittttttttttttttmooooo, y si no que se lo digan al representante de San Marino el D.J Gabry Ponte y su canción Tutta L’Italia, porque madre mía que psicodelismo y que forma de apagar y encender las luces… ¡bisojos nos ha dejado a todos!!!, ni las gafas de sol nos han servido de protección para tanto flash y focos. Aquí se ve cuando una canción con presupuesto 0, se sabe vender muy mucho,
aunque, y según algunos entendidos, su puesta en escena deje mucho que desear.

Otra, también con mucho rittttttttttttmo ha sido la de Islandia, en donde dos chiquejos, que son hermanos: VAEB y su tema RÓA, han hecho bailar hasta al más aparranao de la sala. (Además digo, reconozco y afirmo que esta molaba con la puesta en escena y el ritmillo que tenía). Aquí, tanto los cantantes como los bailarines, iban de los pies a la cabeza en tonos plateados, incluso con purpurina en los ojos, no les ha faltao detalle, oyes, parecían mismamente bocatas de mortadela recién envueltos en papel albal, eso sí, para protegerse de tanto resplandor y brillo, se han colocado unas buenas gafas de sol, ya que toa precaución es poca para amortiguar el fulgurante resplandor del momento jajaja.

En cuanto a la nota de humor y al espíritu eurovisivo con el buen rollo que ha transmitido en el escenario en todo momento (y para mi sin lugar a dudas el ganador de esta edición), nos encontrábamos al polémico rapero Tommy Cash. Cash, representante de Estonia y su Espresso Macchiato, ha hecho bailar a todo el mundo con su ritmo desenfadado y su buenísima coreografía, asimismo decir que en la final se ha quedado tercero y a tan solo un punto de Israel. También se comenta, que este tema ha generado indignación en algunos sectores de la sociedad italiana, porque según dicen, la temática está plagada de clichés sobre ese país. Pero dejando las polémicas aparte, la puesta en escena junto a sus bailarines, ha sido tan animada y ha estado tan bien, que incluso en el pantallón que tienen detrás, salió un avión meneándose y dándolo todo con el divertido baile de San
Vito que traía to kiski durante la actuación.

Había para todos los gustos y puestas en escena que se escapan de lo común: algunos parecían deshollinadores recién salidos de una chimenea (Armenia), otras como la representante de Francia, que habrá terminado con más arena en su cuerpo que una chirla viviendo en la playa. Micrófonos/cohetes gigantes voladores como el que se vio en la actuación de Finlandia con su artista Erika sobrevolando el escenario al final de la
canción que, por cierto, a más de uno he escuchado que la cantante se parece en el físico a nuestra Leticia Sabater. También algún que otro friki con su divertida actuación (Suecia y su ¡SAUNA!) estos partían como favoritos en las apuestas, aunque al final no pudo ser y se quedaron en cuarta posición. Hasta hemos visto una casita de muñecas (Luxemburgo),
esta canción en su título hacía una referencia directa a la canción ganadora hace 60 años “Poupée de Cire, Poupée de Son”, es más, dentro de la casita durante la actuación, se han estado viendo imágenes de France Gall y su participación en aquellos años. Incluso hemos disfrutado de algunas escenas al más puro estilo de Xenna la princesa guerrera, tal es el caso de Justyna Steczkowska y su GAJA. Jolín, si es que no le ha faltado ni el
dragón a última hora. Entre eso y que se ha puesto a levitar, aquello parecía una posesión demoniaca en toda regla jajaja, eso sí, ¡pedazo vozarrón que gastaba la señora!!
También hay que decir que algunos países han presentado canciones muy muy bonitas en donde ha primado la voz impresionante del interprete y que en algunos casos hacían que te emocionases al escucharlas, de ejemplo sirvan: Francia, Países Bajos, Grecia, Austria, Israel etc… este último y a pesar de todo el revuelo que había con él, reconocer que la canción y puesta en escena ha estado genial.
En este apartado hago una mención especial a Italia y a su cantante de cara pintada Lucio Corsi (una mezcla entre mimo o componente de los Kiss). Corsi es un cantante glam rockero, que, aunque no fue la primera opción para participar de este país, interpretó junto a Tommaso Ottomano su canción “Volevo essere un duro” (quería ser duro). Una balada que nos habla del crecimiento personal y de la lucha interna entre la sensibilidad y
la apariencia, y de cómo muchas veces querer ser fuerte, hace que ocultemos la vulnerabilidad que sentimos, cuando esta también es otra clase de fortaleza. Una canción que no necesita ni fuegos artificiales ni flashes para brillar, siendo de las mejores en esta edición, porque con tan solo su voz, la melodía y una letra que acaricia, hace que se te ponga un nudo en el pecho imposible de controlar. Sin duda, hay que escucharla porque no deja indiferente a nadie.

Asimismo, quiero hacer una mención a todos los países que se han quedado fuera al no ser clasificados por el jurado (Australia, Eslovenia, Bélgica, Chipre, Republica Checa, Montenegro, Irlanda, Serbia etc…), precisamente este último, Serbia, y por hablar de alguno en particular, era una balada preciosa y cargada de emociones, en donde su cantante Princ con el tema Mila, nos mostraba con esas notas el amor en todas sus facetas.
Y ya hablando del ganador de este año que ha arrasado con la votación del jurado y el televoto sumando 436 puntos y tras el pulso de infarto que mantuvo contra Israel en los últimos segundos, ha sido Austria, que con su cantante Johannes Pietsch (conocido artísticamente como JJ), y su tema “Wasted Love” es el que ha conseguido levantar el ansiado micrófono de cristal.

Wasted Love es un tema en donde el artista nos habla y analiza el dolor de un amor no correspondido junto con esa sensación de abandono emocional que queda tras él. El tema tiene un estilo muy similar a la canción ganadora del año pasado, The Code de Nemo, y combina ritmos urbanos con tonos operísticos. Esta canción opera-pop que llegó como favorita junto con Suecia, contaba con el diseño de su puesta en escena y su original actuación, a cargo del español Sergio Jaén. Y aunque se pensaba que iba a ser Israel el ganador de este año, a última hora y gracias al televoto, el artista ha sido al final el que ha tocado el cielo eurovisivo.

Y hasta aquí mi pequeño resumen y análisis en cuanto a una noche de alegrías y decepciones, a una noche no exenta de polémicas (otro año más), a una noche en donde muchos interpretes sobreviven y brillan como un foco Led, a una noche que, (aunque ahora no se envíen voces consagradas del panorama musical como hace años ya), arrastra muchos seguidores… abreviando, ¡a una noche muy esperada para los Eurofáns!!
Porque Eurovisión no es para entenderlo, ¡es para vivirlo!!