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Ángel Vicente Valiente Sánchez-Valdepeñas
La Cuaresma es un periodo de reflexión, austeridad y penitencia. Pero no voy a pedir a los lectores como penitencia que lean algunos libros. La lectura de los libros que les propongo no será una penitencia, más bien un soberano placer, un profundo deleite. En cuanto a la reflexión y austeridad, haga cada cual el uso que le parezca más conveniente.
Como he dicho en otras ocasiones, los libros que sugiero, con la mejor intención, tienen como factor común el hecho de que me han gustado muchísimo. No los traigo aquí porque los hayan recomendado los críticos más ilustres o los sabios más sesudos. Sencillamente yo no puedo recomendar nada que no me parezca completamente recomendable. Y estos libros que sugiero son algo más que recomendables.
Empecemos. La poesía de Jorge Manrique, especialmente las Coplas a la muerte de su padre, es un ejemplo de excelencia. Dice Luis Alberto de Cuenca que si tuviera que salvar solo un poema de la literatura española, uno solo, salvaría las Coplas de Jorge Manrique. Son una reflexión muy profunda sobre la condición humana, pero sobre todo un ejercicio portentoso de creación literaria. Jorge Manrique reflexiona en voz alta sobre la vida y la muerte, pero con una prodigiosa voz.

Blas de Otero es un gran poeta, que ha sido injustamente marginado por los actuales detentadores de la cultura. Los que peinamos canas hemos tenido la suerte de conocer su poesía a través sobre todo de las interpretaciones de los cantautores. Recordamos con nostalgia la versión que hizo Paco Ibañez de su poema En el principio. Yo recuerdo especialmente la impresionante versión que hizo Luis Pastor de Fidelidad. En su obra Pido la paz y la palabra, encontramos muchos otros poemas que se hicieron famosos. La mayoría de ellos siguen teniendo plena actualidad.

Tenemos a Gustavo Adolfo Bécquer por uno de los mejores poetas en lengua castellana. Pero como compositor de narraciones fantásticas no se queda atrás. Sus Leyendas nos transportan a mundos imposibles con la mayor naturalidad del mundo. Sus narraciones nos cautivan de principio a fin. Algunas siguen provocándonos miedo, otras nos hacen descubrir el fondo de misterio que tiene todo lo de este mundo, aunque no lo parezca. Ese es, a mi modo de ver, la principal aportación de Bécquer en esta obra: descubrir el halo de misterio que envuelve todo nuestro mundo. Hay algunos críticos que no se cansan de decir, casi como un reproche, que Bécquer ha recogido estas leyendas por los pueblos. Cierto, así es. Pero nadie las ha contado jamás como él.

Oscar Wilde tiene un modo muy particular de contar las cosas. Quien no haya tenido la suerte de leer aún El retrato de Dorian Gray, le recomiendo que no pierda tiempo y busque ya esta obra extraordinaria. En ella encontrará un modo particularísimo de narrar y una historia sorprendente. No, no, no se parece el estilo de Wilde a ninguno de los novelistas que hayamos leído. Es sutil, elegante, sumamente delicado, exquisito. Describe los escenarios con pocas palabras, pero certeras. Demuestra que un gran artista es capaz de atrapar la atención del lector desde el principio, sea cual sea el argumento. Una auténtica maravilla.

Al ver una comedia del siglo XVII escrita en verso, más de uno tratará de salir corriendo. Pues no. Hay que leer el teatro en verso, porque es nuestro teatro. El que escuchaban con sorpresa los espectadores del siglo XVII y los del XVIII y XIX. Calderón es un gigantesco autor de teatro, que conduce al espectador por territorios profundos, casi como un profesor de filosofía. Un profesor que sabe que sus alumnos no sienten mucho entusiasmo por las profundidades. Por ello les ha envuelto estas reflexiones en un lenguaje exuberante, raro y maravilloso. Calderón es sobre todo un soberano poeta.

Luis Alberto de Cuenca es un autor colosal. Poeta, filólogo, traductor, articulista, ensayista, etc. Pero sobre todo es un lector empedernido, que ha devorado bibliotecas enteras. Nadie mejor que él para introducirnos en los laberintos de la literatura. Este libro, Los caminos de la literatura, es breve y está cargado de sabiduría. Todo lo que nos cuenta como una narración fantástica es auténticamente real. No se inventa nada, únicamente describe una serie de obras literarias con la pasión de un verdadero enamorado.
