LA TAUROMAQUIA “FIEL REFLEJO” DE UNA ESPAÑA DEMOCRÁTICA

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Uno del Pueblo

Nos desayunamos hace unos días con la noticia surgida desde el Ministerio de Cultura acerca de la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia. Al parecer, según la fuente ministerial, “los Premios Nacionales deben ser fiel reflejo de las valoraciones y sentimientos de la sociedad “.

Estupor, falta de reacción, asombro, sorpresa, estupefacción y un largo etcétera de expresiones similares, nos hicieron sobrecoger ante el comunicado de un Ministerio de Cultura, al frente de un joven Ministro que ha dicho que hasta aquí hemos llegado con el Premio Nacional de Tauromaquia, creado a su vez hace unos cuantos años por el propio partido con el que gobierna. Y además según leemos en diversos medios informativos, se inician los trámites para su abolición definitiva.

Distintas Comunidades Autónomicas se han levantado raudo y veloz en contra de tal desfachatez ministerial, creando premios de carácter autonómico. Comunidades socialistas y populares han respondido con rapidez ante la “embestida desclasada e imprevista” del Ministerio.

Pues nada, que ya no sabe uno por donde tirar ante tal despropósito. Hace una semana asistimos en Ciudad Real a la reinauguración de su Plaza de Toros, tras casi cinco años de restauración, con vistas naturalmente a continuar, como siempre así fue, con la tradicional feria taurina de Agosto. La recién renovada Plaza de Toros, más hermosa que un remolque recién pintao, acogió a seis mil personas ávidas de presenciar de nuevo en tan histórico coso un espectáculo taurino, una corrida de toros.

Jóvenes de distintas Escuelas Taurinas, empleados de diversas ganaderías, juventud a raudales de toda la provincia, empresarios, asalariados, funcionarios, jueces, profesionales del mundo taurino, viejas glorias del más alto escalafón del toreo, artistas del pincel, músicos, escritores, mucha cultura en los tendidos, en resumen, una gran afición, nos dimos cita para fecha tan específica, con deseo generalizado de una historia por recobrar, crónicas por hacer, futuro emergente. La Historia nos lo cuenta, los hechos actuales reafirman la Cultura Taurina, más allá de corrientes adversas, que con todo respeto, debieran desligar la tauromaquia del maltrato animal.

No hay nadie que quiera más a un toro que su propio criador. El torero pasa su vida en el campo, entre camadas de animales bravos a los que cuida y mima. Si el arte de Cúchares, la tauromaquia, la quieren vincular al concepto de maltrato animal, deberíamos remitir a quienes así piensan y actúan, al mundo de los intelectuales, filósofos, escritores, pensadores o artistas, siempre presentes en el devenir de la Tauromaquia. Y no sólo en España.

Socialistas y peperos, progresistas y conservadores, más todas las gentes descreídas de la región, ocupamos tan ricamente y en absoluta buena convivencia cada rincón de la bella Plaza de Toros de Ciudad Real. Políticos y altos cargos de casi todos los grupos demócratas, de ámbito nacional, regional y local, presenciaron tan significativa corrida, todo un acontecimiento en la provincia. Todos asistimos de modo voluntario, pagamos la entrada y a disfrutar.

¿Estamos mal de la cabeza los seis mil? ¿Somos maltratadores de animales? ¿Somos asesinos? ¿Torturadores? Va a ser que no. Al día siguiente, lunes, cada mochuelo a su olivo, cada “currante” a su “curro”.

Personas normalicas a quienes nos gustan los toros.

En las cercanías del entorno, un reducido grupo de personas vociferaban como posesas soflamas en contra de la Fiesta Nacional, rodeados entre vallas que marcaban territorio y con un furgón de la Policía Nacional en actitud vigilante. Seis mil personas aficionadas a los toros, pacíficas, con talante y ganas de disfrutar de un espectáculo aceptado, admirado y ensalzado, con discusión como Dios manda al término de la corrida, así son los toros…, y el susodicho grupúsculo que tal vez podrían ocupar cuatro burladeros de callejón, soltando dialéctica burda.

Esa es la proporción real. Hablamos sobre datos actuales, presenciados in situ, sin profundizar en el seguimiento de las grandes ferias, hervideros temporada tras otra de afición, ambiente civilizado, educación por bandera entre personas de todos los signos que precisamente convergen en la llamada de la Tauromaquia.

Ejemplo de convivencia, democracia bien entendida, asimilada y aceptada.

Y todo esto nos lo quieren quitar. Pero yo creo que “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible “. (Rafael Guerra dixit).

Y si no, me tatúo el nombre de mi santa.

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