A TORO PASAO…

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José Ignacio García-Muñoz (Queche)

El termino responsabilidad, de aparición tardía en la ética, viene del latín responsum. “responder”.

Según el diccionario de la RAE, como adjetivo se refiere a aquel que está obligado a responder de algo, o por alguien, aunque también se puede utilizar como sustantivo.

También, se utiliza como adjetivo para la persona que pone atención en lo que hace o decide.

Más allá de la feria, la Semana Santa que duda cabe es nuestra semana grande. Es un tiempo de reencuentros, de retornar a nuestros orígenes y cada uno la vive a su manera más o menos cercana a la fe, a la devoción. Somos muchos los que nos metemos entre pecho y espalda un buen montón de kilómetros para ponernos la túnica y desfilar por las calles de nuestro pueblo acompañando las imágenes que representan la pasión, unas imágenes que se han metido entre los surcos que labran nuestra frente, aunque repito, cada uno la viva desde posiciones religiosas diferentes. Seguir a través de las distintas redes sociales los acontecimientos que rodean tan magna celebración, activan la cuenta atrás.

Llevar la túnica a la tintorería, reservar fechas y alojamiento; algo que últimamente se ha convertido en una hazaña, y empezar a anticipar abrazos, rosquillas, y viejos sonidos, como los de las maderas de nuestros templos que “crujen por seguiriyas” con nuestros pasos, y que con tanto acierto Ricardo Fernández del Moral cantó en su inolvidable pregón. Unos pasos que nos llevan al menos en mi caso, directamente a San Pedro, Santa María, o a La Paz, como queriéndome asegurar que siguen ahí, que se encuentran bien, que no han sufrido ningún cambio desde la última vez, y me reciben con ese aroma tan particular que hay en los templos, con ese silencio que apenas mis pasos incomodan, con ese abrazo mudo de amigo fiel que siempre está donde se le espera, sin aspavientos, como verdades eternas.

Paso mi mano por el manto de la Amargura, elevo la vista hacia el de La Columna, y contemplo las lágrimas de cristal de La Soledad. Me detengo en la urna del Santo Sepulcro; imagen de serenidad absoluta, y luego, visito la del Cautivo que parece levitar en la oscuridad junto a la Ultima Cena, cerca de la Oración y del Regreso…Luego, me siento en alguno de los bancos que estos días se amontonan a los lados dejando un pasillo en el centro, como si fuesen las aguas del Mar Rojo que se apartan al paso de los diferentes tronos, y simplemente dejo que mis ojos vuelen como gorriones por la grandiosidad de San Pedro vacío y en silencio.

En Santa María, me encuentro cerca del Enclavamiento, con la sobrecogedora imagen del Cristo de la Expiración que, en la semi oscuridad de la iglesia parece venida de una cuarta dimensión situada entre el cielo y la tierra. San Juan, La Magdalena y Nuestra Señora de los Dolores, en la distancia, cerrando el círculo, contemplan frente a frente el milagro que surge de la oscuridad.

Más arriba en La Paz espera El Nazareno, de cuya imagen llena de dramatismo ya nos advierte a la entrada La Verónica con su paño desplegado. Soporta Jesús estoicamente el peso de la cruz, y con su mano extendida parece querer tocar las cabezas de cuantos nos acercamos a visitarle como queriendo decir, “tranquilos, todo está bien”, algo que La Virgen del Primer Dolor, pese a ser la imagen de la inocencia intuye no será el último.

Las camareras de la Virgen son las que mejor saben el patrimonio que portan nuestras imágenes, un sin fin de detalles que a menudo pasan desapercibidos durante las procesiones.

Por ilustrar el asunto cabe decir que, un manto de los que portan nuestras imágenes puede oscilar entre 80.000 y 350.000 euros, y los hay de 75 kilos de peso, hasta más de 600 como el del Cautivo de Málaga por poner un ejemplo. Son consideradas auténticas obras de arte y las más antiguas ya no miden su valor solo por el dinero.

La imaginería patrimonio de las diferentes cofradías, también tiene un valor incalculable porque son obras únicas, algunas de ellas realizadas por Castillo Lastrucci, lo que equivale a decir uno de los imagineros más importantes del arte sacro.

Resulta evidente, que un manto como el que portan nuestras imágenes no se limpia en una lavadora, ni se seca poniéndolo al sol. Los bordados en oro pueden sufrir gran deterioro si se mojan, y las telas estropearse si guardan la humedad durante mucho tiempo al igual que pañuelos, rosarios coronas y el sin fin de adornos que visten nuestras imágenes.

Algunas de las fotografías que ilustran este artículo, muestran como el paso del tiempo va dejando su huella en nuestras imágenes, y no es cosa de que las repare o mantenga aquella buena mujer que rehízo el tristemente famoso Ecce Homo de Borja.

Los propios pasos llevan maderas policromadas y labradas que no se llevaran bien con el agua, lo mismo que varales, estandartes, candelabros, palios, sin pecados y demás adornos.

Preservar todo este patrimonio, es tarea de todos, pero el responsable de cada cofradía, el que da la cara, el que como decíamos al principio ha de tomar decisiones, tiene que tener en cuenta todo esto. Este año ha sido desfavorable la climatología y además muy incierta, y el hecho de no salir supone una gran desilusión, pero todos los que han tomado decisiones tienen mi respeto. Quizá, ha faltado en algún caso un plan B alternativo, consolidado y bien estudiado por los diferentes responsables, pero es que es muy difícil y no se debería improvisar, es mucho lo que nos jugamos.

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