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Por Daría Loke Fuera
– Buenos días.
– Buenas tardes.
– ¡Ay!
– Empieza usted en anacrusa.
– Es que me siento flotar.
– Claro, va usted en tiempo débil.
– De vil y cruel más bien.
– Si usted lo dice.
– Se lo digo a usted y a mis allegados.
– O tres…
– Y cuatro, incluso.
– Me recuerda usted al orfanato.
– Inclusa, querrá decir.
– Pongamos que Inclusive.
– Si ve algo raro me lo dice.
– Si me equivoco al respecto…
– Respeto su opinión.
– Ya le dije que a opinión fijo.
– Es que no me fijo en la letra pequeña.
– Pues lea entre líneas.
– Es usted insondable.
– ¡No me hable, no me hable!
– Pues él vino en un barco, no le digo más.
– Pues el vino que tiene Asunción…
– Nos sumerge en la vida contiemplativa.
– Será contemplativa.
– No, no, contiemplativa, de tiempla.
– No señale, por favor.
– Es solo un entretenimiento.
– Yo no miento, ya le digo.
– Para mentiras…
– (Y aflojas.)
– … el tenor griego Andreas Queroso.
– Aquél que cantó un aria…
– Haría usted bien en aclararlo.
– Famoso por su canto al gallo.
– Que solo asomaba cuando cantaba.
– Y por su famosa halitosis.
– Y sus gorgoritos fétidos.
– Su voz era una mina.
– Es voz y Mina le decían a veces.
– Guerrillero donde los haya.
– Gaseó a toda su gente.
– Muy turgente.
– Mir gente no ha venido.
– ¡Sapristi!
– Buenos días.
– Buenas tardes.