EL ARTE DE VENDER (Martes en Daimiel)

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Uno del Pueblo

Se da uno una vuelta por «el martes» y descubre como las personas que se buscan la vida trabajando en lo que saben, realmente transmiten sabiduría y buen hacer…


Da igual que se vendan zapatos o buen queso. Que se vendan naranjas o dulces artesanos, cinturones para sujetar calzones o sábanas para dormir relajao. Berenjenas, aceitunas, tallos, calzoncillos y bragas, modelitos primaverales, miel o productos naturales para alimentarnos, collares o pulseras para complementos que nos adornan, jamón sin hueso, camisetas del barça o el madrid…


Blancos y negros nos ofertan cada martes en Daimiel variadas y variopintas ofertas que atraen nuestra observación, nuestro interés, nuestra necesidad, a veces innecesaria, nuestro deseo y finalmente nuestro remate, con compras necesarias o compulsivas. El caso es que «el martes», resulta ser escaparate y muestra natural del arte de vender…


Personas de diversas razas y nacionalidades nos enganchan con productos que compramos para abastecer necesidades primarias o para almacenamiento con vistas al futuro que no se sabe por donde irá… Si compramos naranjas, calidad y buen precio, las exprimimos o comemos en directo; si nos proveemos de berenjenas o queso fresco, del que se derrite, de cabra loca, dulces que hay que pedir la vez por su artesanal calidad, tomates que están para degustarlos ya mismo con un poquito de sal y si acaso un chorreoncico de aceite, piñas, plátanos, fresas, alcachofas, aceitunas…, bendito, bendito, bendito…, tó lo que estoy diciendo… que rico, y tó a la mano…


Pues en la muestra artesanal del «martes», en la explanada posterior al parque, tenemos una exposición crónica que suscita de modo natural la atención del personal daimieleño desde tiempos inmemoriales…


Y es que no es tanto lo que se diga, sino cómo se diga, cómo se venda, influye decisivamente en la decisión final del presunto comprador, que hace real y efectiva la continuidad de este mercado popular que años tras años recaba la atención del personal, siendo además escenario carnavalero en «martes» de carnestolendas.


y es que es un arte, eso de vender calzoncillos y tomates en el mismo espacio y bajo una lona, con solecico que acompaña e invita a una segunda vuelta… y si ésta se produce, seguro que con algo cargas, sea de corte alimenticio o de corte ornamental o para dormir a gustico, después de quitarte los cómodos zapatos de quince o veinte euros.


Vender…, eso de vender no es tarea fácil. Ls elegidos para transmitir verdad en eso de las sábanas, tomates o zapatos, no han recibido enseñanza universitaria, no han hecho masters de marketing, no tienen títulos de sicólogos. Es sicología natural aplicada «martes» a «martes» con resultados positivos, salvo que la climatología no acompañe. Hablando con «zapateros», «tomateros», «berenjeneros», «sabaneros», «confiteros», «queseros», etc, etc, etc, sacas la conclusión de que detrás de un esfuerzo personal, existe un puntito de empatía hacia quienes son presuntos compradores… habituales.


Ciencia pura, natural, de buena fé y con mensaje verdadero, entre voceríos y expresiones populares que atraen .


Y en lo relatado no existe para nada la digitalización. Todo es «sostenible» y enmendable, sin más escuela que lo transmitido de generación en generación. Aquí no hay miedos, gusta ofertar, gusta vender, produce placer que te compren, accionistas de naranjas, nueces o tomates. Incomparable el roce entre vendedor y cliente, en relación personal afianzada «martes» tras «martes», donde se aprecia que los vendedores aman su trabajo, venden y los compradores confían en ellos, la historia refuerza esta tesis.


Ofertar, persuadir, confianza…, compras, ventas, optimismo, vida, sangre, sudor y lágrimas, que de todo habrá, pero la recompensa de vivir de tu oferta y tu persona, está por encima de los rersultados de caja, imprescindibles por cierto para continuar.


Ciencia y arte, conocimiento del mercado, y «martes», muchos «martes» para vivir del trabajo más popular, ofertar desde la familiaridad y cumpliendo normas exigidas, con disciplina, satisfacción al cliente y compromiso con el arte de atender, arte de vender.

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