NOCHEVIEJA

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Paki García Velasco Sánchez

Cuando faltan muy pocas horas ya para finalizar este año 2022, toca renovar el calendario. Como siempre, los buenos deseos abundan y hacemos propósitos de todo lo que queremos realizar en el nuevo año que está por llegar (aunque al final son muy pocos los cuales cumplimos).


Cada año llegamos a estas fechas cargados de esperanzas, de promesas y de instantes que se despiden, bien con sabor dulce, amargo o a nostalgia.

Todo se mezcla y da gusto compartirlo, todas esas emociones que llenan nuestro corazón, esas alegrías por el cariño que recibimos de toda nuestra familia y amigos, a los cuales volvemos a encontrar en medio de una noche llena de besos, risas, llamadas con saludos interminables, abrazos y, sobre todo, sentimientos a flor de piel en una mesa, donde el plato principal es el cariño y la esperanza.

Esa última noche siempre nos deja huellas en el alma, añoranzas donde tiene cabida el amor y la amistad más sincera, esa que nos hace recordar etapas ya pasadas de nuestra vida.


Noche de recuerdo obligado para quienes ya no están entre nosotros: nuestros padres, nuestros abuelos, o esa amiga que compartió alguna etapa con nosotros. Seres queridos que pasaron en algún momento por nuestro mundo y que esta noche se nos hacen más presentes y nos acompañan desde un rincón muy especial en nuestro corazón, esperando en su nombre, un recuerdo para con ellos una vez más.

Me encanta la Nochevieja, será porque, desde siempre en casa, es cuando nos reunimos toda la familia, y cuando los que están fuera vuelven por unos días, cuando todos y por unas horas somos uno.

Me gusta lo que conlleva el arreglo de la mesa para todos, a veces el poner y recoger tantos platos, vasos y copas hacen que parezca que te faltan manos jajaja, luego está el sonsoneteo de turno del: “yo no quiero de esto, pero ponme de aquello” o “acércame el pan que no llego a él”, vamos, lo típico cuando a la mesa están sentados tantos.
¿Y que me decís del jaleo que hay mientras se cena?, increíble ¿verdad? Cada cuál dando su opinión entre bocado y bocado, es algo genial.

Después viene el barullo de hacer las fotos, eso es algo increíble e interminable, sobre todo para sacar una de la familia al completo y que se quede un poco en condiciones y en la cual todos salgamos bien, ya que, si no falta uno, el otro sale con los ojos cerrados o mirando para atrás.

Y luego están los rituales a cumplir, que esa es otra, hay tantos que algunas veces se te escapa alguno, porque: hay que llevar algo rojo, entrar con el pie derecho en el suelo, también llevar algo de madera, un puñado de lentejas en el bolsillo, poner algo de oro dentro de la copa antes del brindis etc etc etc… ¡madre mía!! ¡Que cabeza hay que tener para no dejarse nada!!

Y la mejor de todas, esa coletilla ya típica de los últimos minutos del día de: “daros prisa que no llegamos, que ya son casi las doce y aún estáis con el postre” mientras en la tele, de fondo, suena la canción fetiche de esta noche “un año más” del grupo Mecano….

En la puerta del sol como el año que fue
Otra vez el champagne y las uvas y el alquitrán de alfombra están
Los petardos que borran sonidos de ayer …
.
♩♪♫♬♭

Y cuando ya está por llegar la medianoche, me gusta la ceremonia de las uvas, de las copas, de la sidra o el cava… me gusta esa alegría de la Nochevieja, pero me gusta mucho mas cuando, justo después del alboroto de esos primeros momentos y después del jaleo de las campanadas, de los besos, de los abrazos, felicitaciones y el brindis de turno que trae el año nuevo, todos nos quedamos callados, quietos, en silencio… ¿no habéis notado que por un instante todo se queda como en pausa y cada cual estamos metidos en nuestro mundo interior?

Según dicen que justo ahí, en ese corto periodo de tiempo, en ese momento, es cuando a los allí reunidos nos visita el ángel de la nochevieja y ese instante sucede a las doce y pocos minutos, justo después de todo el griterío y escándalo que trae la entrada del nuevo año, ya que de pronto, y en una décima de tiempo, se hace sobre todos nosotros un silencio de apenas unos segundos, sin que nadie sepa muy bien el porqué, pero sucede…y es entonces cuando miras a tu alrededor y reparas en todas las ausencias, en esos vacíos que, por desgracia, va dejando la vida y que incluso se acentúan y se hacen más presentes esta noche.

Ese es el vuelo del ángel, el que apenas dura un segundo y nos deja el tiempo suficiente para pensar en esto y para quedarnos esperando a que cruce la habitación y no volver a sentirlo hasta el año que viene.

Y después un beso, otro beso y un beso más….

P.D Para terminar quiero agradecer: al periódico digital “Daimiel al día” por publicar mis escritos, a todos los que alguna vez los hayáis leído, a Pepe por “cansinearlo” a veces tanto con ellos, a toda mi gente (familia, amigos, contactos, conocidos etc…) que siempre han estado ahí apoyándome, y sobre todo a José Ignacio que fue el que pensó en mí y el que me ofreció esta oportunidad; en resumen, a quien compartió conmigo algún momento de este año que termina.


¡MUCHAS GRACIAS A TODOS Y FELIZ AÑO NUEVO!!

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