EL DIA DE LA CASTAÑA

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Uno del Pueblo

Al margen de la festividad religiosa del Día de todos los Santos, celebración sentida por parte de casi todos, analizamos un grupo de amigos el fondo y las formas de esta efeméride que cada año nos acerca el recuerdo de todos los nuestros que ya no están entre nosotros, con respeto, honor y a su memoria, difuntos queridos y siempre en nuestra memoria, otra manera de continuar viviendo.

Pero he aquí que con el paso de los años, esta Festividad se convierte en fiesta folclórica de tintes modernos provenientes de culturas recientes que nos despistan con claros fines comerciales, orientándonos a jolgorios más apropiados para cualquier otra fecha del amplio calendario de trescientos sesenta y cinco días.

Las vueltas que da la vida…!

Y lo que te rondaré morena si esto no se frena a tiempo, que aún estamos.

Reivindicamos desde este artículo el día de la castaña, o el día de los “finaos”, o el de ambos dos inclusivamente.

Nuestra riqueza histórica, patrimonial, popular, la que deja extasiados a turistas extranjeros que nunca han visto una Motilla como la nuestra o una Catedral como la de Sevilla, está muy por encima de la invasión cateta del “truco o trato” que nos han metido los “yankees” desde su cultura comercial, escasa ilustración histórica de base superficial y palurda.

Y sin meternos en los “sustos” de la noche de “jalogüin”, Halloween de Tajo, tócate los pelendengues, con  las telarañas colgando por centros sociales, colegios e institutos fomentando calabazas, y las propias arañas haciendo reír a los niños, que a estas alturas ya no se asustan de nada, más los “fantasmas” expuestos en locales públicos, con ojos rojos encendidos y movimientos supuestamente asustadizos, más bien grotescos, alimentados a pilas Duracel que duran y duran y duran…, anunciando dichos atrezos precios de miedo…, y así hasta el próximo puente de la Purísima, que tiene güevos la carga leña…, en fin, fabes con tocín… Los mayores sí que nos “asustamos” ante semejante invasión carente de atractivo, con poco enganche. Las fiestas de disfraces de “jalogüin”, mejor ubicarlas en carnaval.

Donde se pongan las castañas y las nueces, los huesos de santo, dulce propio de la fecha, mariposas luciendo en domicilios y tumbas, en su recipiente con aceite, procedimiento tipo candil, con “torcía” incluida, nueces, flores, estreno de abrigos o ropa para el inmediato invierno, calzoncillos largos de felpa incluidos antes del “clima climático”, itinerarios melancólicos de ida y vuelta al cementerio, y no una sola vez, con la cantinela “del día de los finaos salen los muertos por los tejaos”, con dudas de los más pequeños orientando su mirada hacia las cubiertas de las casas por si acaso, que se quiten celebraciones bobas fuera de contexto.

Y volviendo a las castañas, auténticas protagonistas durante estos días, humildes y sencillas, asadas calentitas y con su costra tostadita, que se mondan con dos dedos y “pa dentro”, o al natural, tan ricas, con sabor genuino identificable a la primera, y sin posible imitación vía extranjera, salvo que nos quieran falsificar “chiqueles” sabor castaña. Y con posibilidad de castaña sobre “castaña”, en función de la cantidad de colodrios con la que se acompañe su ingesta.

Cuando nos daban calabazas se hería el ego narcisista, nuestra sensibilidad, masculina o femenina, que entonces no había neutros, así que las calabazas ni las mentamos más.

Con el “nuevo testamento”, esto de “jalogüin” por lo visto es una fiesta. Con el “antiguo testamento”, para quienes representamos en este artículo, es una ridiculez que no casa con la cultura tradicional española. Estamos destruyendo lo nuestro con la estupidez del “jalogüin” o Halloween de las narices.

Enanos mentales siempre ha habido y seguirán existiendo, pero por favor no pisen las flores…

Ni diablos ni demonios, ni rayos ni truenos: ¡castañas y nueces!

tan ricas…

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