ALAS DE MARIPOSA. Capítulo VI. La Carta.

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Texto e ilustraciones por Manuel Molina

Con la llegada de septiembre del 98 ambos marchamos a la universidad. Laura comenzó en la facultad de medicina de Barcelona y yo en la de derecho de Ciudad Real. Los meses del invierno caían entre llamadas los fines de semana y multitud de sms cada noche. Nos contábamos el inicio de los estudios, los profesores raros o severos que nos tocaban y las fiestas de los jueves. En época de exámenes las llamadas se acrecentaban para distraer la cabeza y el dolor de codos. Y cuando la primavera fue cambiando los tonos marrones y granates por verdes, yo esperaba ansioso la llegada de un próximo verano.

Al terminar el primer curso dejé el piso alquilado en la provincia y volví al pueblo. En nuestras llamadas Laura me advertía que este año sería diferente. «Siento mucho decirte que no iremos todo el verano. A mamá le ha surgido un proyecto con el ayuntamiento y yo ando inmersa en que me aprueben un voluntariado. Imagino que para finales de agosto estaremos allí». Tras aquellas palabras recuerdo colgar como si hubiera recibido una paliza. Salí por la noche al parque donde los grupos se amontonaban en el césped. Los chicos no cesaban de pasar en moto con sus novias y la cerveza circulaba entre las manos. Sin embargo, yo parecía un sonámbulo y apenas una hora después alegué dolor de estómago y regresé a casa.

Los días de julio pasaron densos y largos. Intenté buscar refugio en el deporte apuntándome a natación, vóley, maratones de futbol e incluso aprendiendo a jugar al pádel. También comencé a leer mucha poesía devorando la obra completa de Alberti, Raúl Zurita, Gil de Biedma, García Montero o Joan Margarit. Aquello sería la semilla que luego daría forma a Alas de Mariposa.

Aquel mes noté también que la contestación a mis mensajes se dilataba cada vez más y las llamadas a veces terminaban en el contestador. Por ese motivo comencé a enviar cartas argumentando que me parecía un medio más romántico y que además no entorpecía si andábamos haciendo cosas. Escribía una carta cada día, muchas veces repitiendo incluso los temas absurdos a los que me dedicaba. Los viernes bajaba al estanco compraba los sellos y las enviaba en bloque por el buzón. En las primeras semanas recibí un sms confirmando que las cartas habían llegado bien, y que me contestaría lo antes posible. Pero solo hubo una carta, la que cambió para siempre nuestros caminos.

La mañana del veinte de julio de 1999 regresaba en bicicleta de nadar cuando mi madre me dijo que tenía un sobre en mi escritorio. Dejé la bici tirada en el patio y la mochila con la ropa sucia sin sacar. En un primer momento quise leer su contenido en mi habitación, pero estaban tan nervioso que salí a la calle. Avisando que llegaría en una media hora caminé con la carta en el bolsillo hasta los jardines del parterre. Sentado en uno de sus bancos a la sombra, abrí con cuidado el sobre y saqué un folio escrito a ordenador. Al leer las primeras líneas sentí como una bajada de tensión. «… Fue un verano único, pero terminó… Las cosas han cambiado y no sé cuándo volveré al puebloNecesitamos centrarnos en nuestros estudios… Ya vendrán tiempos en que dispongamos de vacaciones o fines de semana para vernos… No puedo prometerte nada…». Al final del folio una fecha: 12 de julio de 1999, después ya en bolígrafo su firma con letras redondas.

Doblé el folio y lo introduje en el sobre como si no pasara nada. Caminé por la calle convenciéndome que Laura llevaba razón, había sido un rollo de verano y así debía terminar. Lo demás eran absurdas ideas de la adolescencia. Cada uno tenía ahora su camino y lo más importante era sacar adelante los estudios universitarios. Nos veríamos, sí, y tal vez volveríamos a estar juntos alguna noche y poco más. Mejor así, pensé, aprovecha todo lo que la universidad te ofrece y pon tierra de por medio. Sin embargo, al llegar a casa subí las escaleras ignorando las reprimendas de mi madre por dejar tirada la bicicleta. Cerré la puerta de mi habitación, lloré con rabia y me refugié en la poesía.


(continuará…)

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