OTOÑO

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Paki García-Velasco Sánchez

Ayer al cerrar la ventana y viendo la tarde tan gris con alguna que otra gota de lluvia en los cristales, es cuando más noté el cambio de estación. Y es que como todos sabéis hace ya unos días que despedíamos el verano; este verano tan lleno de color y calor, con temperaturas increíblemente altas las cuales nos han estado acompañando estos últimos meses y nos han tenido sudando la gota gorda y que ahora, al marcharse, deja paso a una nueva estación, el otoño !!

El otoño es la estación de los colores bonitos, la de las temperaturas agradables, la estación de los atardeceres de fuego, la de comer castañas, la de ir a buscar setas, la de ver caer las hojas y pisarlas con ese crujir tan típico cuando están secas, la que despierta a los poetas que muchos llevan dentro, la estación donde nos empezamos a abrigar y los árboles se desnudan, la que hace que las emociones y los desequilibrios corporales se agudicen en algunas personas ya que los días se acortan, hay menos luz y empieza a hacer frío….pero la que, a pesar de todo y para mi gusto, es la más bonita! El otoño también es llamado por algunas personas la estación del destape, porque dicen que es la que desnuda algunos de sus árboles haciendo que los que están alrededor se pongan rojos de vergüenza y así se vean tan bonitos, sobre todo si les da de lleno el sol del membrillo, ese sol que luce en estos días por aquí en Daimiel y que deja unas estampas preciosas que llenan de luz nuestros campos y alrededores.

Y ya que mencionamos los membrillos: ¿os ha pasado alguna vez que según que olor te puede transportar a diferentes etapas de tu vida? Pues eso me pasa a mí con algunos olores, ya sean de algún perfume, comida o como en este caso, de la susodicha fruta. Porque vamos a ver, seguro que más de uno recuerda en casa de sus padres (y los más jóvenes) de sus abuelos, llegando esta época del año haber visto membrillos repartidos por todas las habitaciones con ese olor tan bueno que desprenden y que impregnan toda la casa cuando los pones en lugares estratégicos como antes hacían nuestras madres.

Y es que como en aquellos años no había tanto ambientador ni parafernalias de esas, se tenían que «apañar» con lo que tenían más a mano, como era en este caso la fruta de temporada, para luego después pasado un tiempo y una vez que se les iba el olor, hacer la típica carne membrillo que tan rica estaba. Yo recuerdo que mi madre los ponía sobre las estanterías de la alacena, en la cocina y también por encima de los armarios (había quien los metía dentro, entre la ropa), con lo cual, al estar tan repartidos, hacían que la casa se llenara de ese aroma tan típico en estas fechas y que ahora, de nuevo y al volver a olerlos, me transportan de nuevo a aquellos tiempos, esos tiempos y aquellos olores que se quedan grabados en la memoria para siempre: como la ropa recién planchada, esas sábanas tan blancas a las cuales se les echaba azulina para que no perdieran su esplendor, recuerdos de aquellas tardes frías y lluviosas arropados con las faldas de la mesa ​camilla al calor de la estufilla de turno o en algunas casas el brasero (que a gusto se estaba) y si encima ponías algunas castañas a asar en ellos, mmmmmm era lo mejor!! Otro olor típico de estas fechas es el de las setas recién cortadas, cuantos recuerdos me traen de aquellos años en los cuales y después de unos días de lluvia, mi padre nos llevaba en su moto Derbi a rebuscarlas, se conocía todos los rincones donde estaban ubicadas lo cual hacía que siempre trajéramos muchísimas y así mi madre hiciera un buen guiso con ellas.

Y así entre recuerdo y recuerdo en estos primeros días de la nueva estación en la que aún vamos con chaquetilla y chanclas, decir que hay que apurar estas últimas horas sentados en las terrazas que ya va quedando poco para ello, y que, aunque en el mundo de la poesía el otoño represente la melancolía, los paisajes sombríos y la tristeza, nada más lejos de ello, sin el otoño no podríamos conocer esa explosión de colores que nos deja ni esas brumas matutinas que vemos muchas mañanas. Con el otoño empieza el recogimiento y las veladas familiares, poder comer castañas asadas, son días de esperar las lluvias, de preparar la tierra para su siembra, de vendimiar para hacer un buen vino y si podéis y seguís teniendo mesa camilla, taparse con las faldillas. Y si a todo eso añadimos ir a dar una vuelta por nuestro Parque Nacional y poder disfrutar de esa gama de colores rojizos y ocres que dejan los Tarayes y demás arbustos en sus paisajes, ya es lo más !

Como una buena amiga mía escribió una vez: el otoño es como una simbología y el final de la plenitud en la naturaleza, la cual se va apagando en el color fuego de las hojas en los bosques, en los arbustos… es como una despedida dejando fluir con fuerza antes de dormir en el letargo frío y gris del invierno. Es como si la madre naturaleza se tomara un descanso preparándose para volver a dar a luz en primavera. Y así poco a poco, despacio, sin prisas, el otoño se va abriendo paso y va dejando su huella en otro caluroso verano el cual se resistía a marchar.

camilla al calor de la estufilla de turno o en algunas casas el brasero (que a gusto se estaba) y si encima ponías algunas castañas a asar en ellos, mmmmmm era lo mejor!! Otro olor típico de estas fechas es el de las setas recién cortadas, cua

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