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Uno del Pueblo
Fotografías: Juan Moya y Redacción
La fiesta de la trilla reaparece en Daimiel tras la pandemia. Con fuerza, con ganas y con criterio.
En un día “hermosísimo”, con temperaturas propias de canícula, ambiente propicio para cortes con la hoz y bailes tradicionales y a su vez reivindicativos de la trilla in illo tempore, se representó en la era de la Avenida de los Deportistas, una recreación de la normalidad en los años sesenta o setenta, de un trabajo clave en Daimiel, el de la trilla, para separar el grano de la paja, bajo un sol de justicia, sin aire acondicionado ni neveras. El botijo, era lo más socorrido para paliar efectos de la temperatura, que ni siquiera era conocida por labriegos, gañanes o agricultores patronos, nadie era consciente de los 38 grados de media en mitad de la labor.
Algo parecido aconteció el domingo 10 de Julio, con Jesús Pozuelo de “relator”, que no de pregonero, de las labores que vivió en niñez y juventud desde sus orígenes agrícolas familiares. Fueron muchas las vivencias relatadas por el ponente, con gran presencia de daimieleños que fuimos ilustrados por el veterano agricultor. Bien por Pozuelo.
La Peña Equina Rocinante fue la encargada del montaje y puesta en escena de esta celebración, con el animador de la fiesta Javi Romero, inspirado y mantenedor del buen ambiente bajo toldo militar que nos protegía del riguroso astro rey, que apretaba de lo lindo, todo esto al “laico” del Auditorio Municipal. Menos mal que una fina lluvia artificial con circuito eficiente, nos aliviaba bajo el toldo referido.
Una exposición de herramientas antiguas de la siega, carruajes, caballos y mulas, nos ponían en situación respecto al ambiente diario de nuestros ancestros en época de siega. Impensable hoy día, con maquinaria que suaviza durezas laborales que en la actualidad podríamos calificar casi inhumanas.
Y entre medias, la actuación antológica de Grupo Bolote, con indumentaria de la época bailando jotas y fandangos manchegos, con blusa, boina, alpargatas, mandiles, fajas y demás “apaños”, sin faltar detalle.
Algunos y algunas se atrevieron a trillar en la improvisada era, con el asesoramiento práctico de avezados labradores, recreándose sobre la marcha las labores agrícolas que nuestros antepasados realizaban bajo el sol, en pleno Julio, sin aire acondicionado ni neveras, si acaso, el botijo.
El Grupo Bolote copó el primer premio de vestimenta, Santiago Torres fue proclamado como mejor trillador. Desde la antigua hoz hasta la modera cosechadora, se pudieron contemplar en esta celebración, con maquinaria variada y aperos de labranza según épocas.
Catas de aceite y miel, junto a degustación de migas y gachas, con el calorcico imperante, sin que faltara vino y botellines, paliaron en buena medida el buen ambiente de la calurosa mañana de Julio, en este domingo que nos dejó buenos recuerdos.
Y el año que viene, más…!