EL BAR ESPAÑA, UN SÍMBOLO DE LA HISTORIA DE DAIMIEL

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          Ángel Vicente Valiente Sánchez-Valdepeñas

Si se tiene la paciencia de revisar el programa de festejos de la Feria y Fiestas de Daimiel del año 1943 se pueden encontrar muchas cosas interesantes. La primera, a mi modo de ver, es la publicidad de muchos negocios que ya no existen; Calzados Barrajón,  Herboristería  Aurelio Serrano, Calzados Viuda de Tomás Muñoz, Vinos y Alcoholes  Ernesto, Automóviles y Electricidad  Adalberto Serrano, Comestibles y Escopetas de caza  Anacleto Brazal, Imprenta-Papelería  Hija de E. Espadas, etc. Esto solo en el año 1943.  En años posteriores se pueden encontrar una cantidad sorprendente de negocios, que igualmente han desaparecido. Condenados al olvido. ¿Condenados al olvido? Intentaremos que no sea así. Intentaremos, en la medida de nuestras fuerzas que quede testimonio de toda esta efervescencia de negocios y establecimientos que pululaban en nuestro pueblo. Pues Daimiel ha tenido una época de verdadera ebullición demográfica, económica y cultural entre los años 40 y 60. Entre los establecimientos que aparecen en este programa de festejos figura también el Café-Bar España.

En este anuncio aparece el nombre de Eugenio Escuderos, que con seguridad tuvo un papel muy importante en el afianzamiento del Bar España como local de prestigio. Eugenio fue en gran medida su promotor  y el que intentó modernizarlo y ponerlo al nivel de los nuevos tiempos. Basta comparar las dos fotografías que se ofrecen a continuación. La primera pertenece, según todos los indicios a los comienzos del siglo XX, anterior a la Guerra Civil; la otra pertenece a los años sesenta. En el Bar se ha producido un cambio notable, que no solo afecta a la situación de la barra o al vestuario de los camareros, sino que es mucho más profundo. En la segunda fotografía descubrimos, si se puede decir así, el influjo del cine. Pues el aspecto del local nos recuerda a las películas americanas de los años 50. Algunos tratarán de explicar el cambio simplemente como producto de la época. Pero aquí tratamos de hacer justicia a las personas que han aportado su visión personal y su esfuerzo para que fueran posibles dichos cambios.

   Eugenio, según podemos interpretar, tenía una visión de la hostelería muy progresista para su tiempo. Según Paco Cuesta, que lo conoció muy de cerca, era un gran profesional y un hombre muy recto con el funcionamiento del local. Impuso a los camareros el uso de la chaqueta blanca, la camisa blanca, corbata negra, zapatos negros y un mandil blanco. Y lo más importante a mi modo de ver: creó sin pretenderlo una escuela de camareros. Esto hoy parece una reliquia del pasado. Porque hoy todo lo pasado parece una enorme reliquia. También el presente será una reliquia, si es que no lo es ya.

Eugenio comprendió que lo más importante de un bar es la cocina. Por eso se empeñó especialmente en contar con buenas cocineras: Mercedes,  Remedios y Carmen. El Bar España afianzó su buena cocina con las raciones de gambas rebozadas, albóndigas, calamares en su tinta, calamares rebozados, callos (¡qué pena que se halla perdido la tradición de los callos en Daimiel!). Los clientes consumían también las típicas bebidas de la época: vermouth,  zarzaparrilla, cerveza (los barriles de cerveza eran de madera de la marca Cruz Blanca) y vino. Todavía recuerdo el olor de la cocina, inolvidable, inolvidable.

            Seguía siendo consumición habitual el café y la copa, que hoy se ha perdido por el colesterol, la tensión y otros problemas de salud. El coñac era Veterano, que yo creo que también ha desaparecido. Todo desaparece; una pena. En fin, el Bar España haciendo uso de la buena cocina, del buen servicio,  la amabilidad de los camareros  y  un local acogedor se convirtió en uno de los mejores de la provincia, si no el mejor.

En su momento, tuvo que competir con otros bares: el Bar Sol (que luego se denominó Bar Club), el Bar de Joaquinillo, el Bar Campillo y las tabernas (La Amparillo, Morroño, Juanito, Patata, Taberna de Mercedes, Taberna del Inglés, etc..). Luego vinieron otros bares: Cortijo, Virgen de las Cruces, Ayala. Y luego otros: La Estrella, El Aperitivo, etc. Y otros: el Cocedeiro, la Posada, etc.. Pero ahí seguía el Bar España. Se mantenía con mucha dignidad. Hasta que una serie de circunstancias desfavorables fueron poco a poco apagando su luz. En ese momento sombrío debe situarse la triste desaparición del mural de Ángel González de la Aleja. La composición representaba a unos segadores y creo recordar que destacaban los tonos ocres, amarillos y rojos. No he sido capaz de conseguir una fotografía del mural, aunque lo he intentado.

Quiero mencionar también dos acontecimientos dignos de recordar. Se trata de las dos visitas que hizo Don Santiago Bernabéu, que fue jugador, entrenador, directivo y finalmente presidente del Real Madrid durante más de tres décadas. La primera con el equipo al completo. La segunda fue una visita de Don Santiago con algunos miembros de la directiva del Real Madrid, probablemente para conocer a los socios de la Peña de dicho equipo en Daimiel. En la primera ocasión, según Paco Cuesta, el equipo visitó la Cooperativa del Campo La Daimieleña. Después tuvieron un aperitivo en el Bar España. Allí estuvieron Amancio, Del Bosque, Grosso, De Felipe y probablemente Junquera, entre otros. Debían desplazarse a Puertollano para jugar el partido de vuelta de la Copa del Generalísimo de 1968 contra el Calvo Sotelo. El partido tuvo lugar el día 19 de mayo.  Dice Paco  que la gente rodeaba el local y que fue testigo de que había muchos mozalbetes encaramados a las rejas de las ventanas. A Amancio le rompieron la camiseta al bajar del autobús. Un día sorprendente para la afición.

No. No queremos que el Bar España quede condenado al olvido. Es un ejemplo de permanencia, casi diría resistencia; de concordia, acuerdos, charlas y amistad. Se puede decir que servía de estímulo para los negocios y para la relación social; para los acuerdos comerciales y para la tertulia amable. Era una visita obligada para los viajantes, comerciantes, vendedores y negociantes en general. Además, tuvo el privilegio de aglutinar a la mayoría de los daimieleños en torno a una caña o un vino, mientras se departía sobre los asuntos de actualidad. Ahora ya forma parte de la historia de nuestro pueblo.

Finalmente debo dar las gracias a Juan Moya, Jesús Cencerrado, Paco Cuesta y Joaquín García-Maroto, que me han proporcionado las fotografías y mucha información sobre el tema. Sin su colaboración no hubiera sido posible este artículo. Gracias a todos.

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