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Uno del Pueblo
Fotografías de Juan Moya
Por la traída de la Virgen de las Cruces a Daimiel, con el fervor y apoyo de todo un pueblo. Cuando la gente se vuelca hacia momentos tradicionales que no se producen durante dos años consecutivos por la dichosa pandemia, es que algo bulle, algo existe, algo alegra por encima de lo habitual.
Y la Patrona atrae. Evidencia innegable, con multitud de personas en la Cruz de los Pajes recibiendo a su Patrona con bienvenida anterior en la Mata Merendera. Coincidiendo con el Día de la Madre, allí se concentraron madres, padres, abuelos, abuelas, hijos, nietos y toda la saga familiar daimieleña.
Mucha gente joven, savia nueva en vaqueros o pantalón corto, jinetes a caballo, ciclistas, corredores, personas a pie, anunciaban la llegada de la Patrona de Daimiel con el testigo musical de la perenne Banda de Música, con el fondo melódico del himno de la Virgen emocionando y transmitiendo alegría a la vez a todo el personal, gente de todos colores, que con entrañables aplausos y vítores sentidos aclamaban la llegada de Su Señora.
Los portadores, mozos y mozas, más de cien, a buen ritmo, con relevos al paso perfectamente organizados, cumplieron con un traslado especialmente significado en este 2.022. “No es pa dicho”, que diría mi madre, la ambientación popular entre la Cruz de los Pajes y la ermita del Cristo en la mañana soleada de este primero de Mayo, día de la Madre y llegada de “la morenita” a Daimiel donde la Asociación Folclórica Virgen de las Cruces cantó los Mayos.
Para la Madre de todos y para las mamás de Daimiel ya lo cantó Machín:
“Y aunque amores yo tenga en la vida
Que me llenen de felicidad,
Como el tuyo jamás madre mía,
Como el tuyo no habré de encontrar”.
Ya a la caída de la tarde, se produjo un nuevo traslado desde El Cristo hasta la parroquia de San Pedro, en sencilla procesión con la escolta musical de nuestra sublime Banda de Música ya con traje de luces. Allí se encuentra La Patrona, para ser visitada en jornadas de puertas abiertas ofrecidas desde la Hermandad.
Tradición recuperada desde un clamor popular intenso y de verdad.