ÁLVARO POMBO Y EL MISTERIO DE LA TRASCENDENCIA

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Ángel Vicente Valiente Sánchez

El lenguaje poético y el lenguaje religioso han sido relacionados uno con otro muchas veces a lo largo de la historia. Unas veces para distinguirlos, otras veces para asemejarlos, otras para incluir uno en otro o viceversa. En general, los poetas han tenido la sensación de que eso que tienen necesidad de decir (y que terminarán plasmando en una composición) es un modo de aproximarse al misterio. Más aún, es una forma de penetrar en el misterio y traernos un conocimiento insólito de lo que no se puede conocer. De ahí ese sentimiento de ser descifradores de enigmas o de ser intérpretes de lo incognoscible que albergan la mayoría de los poetas; los que lo son de verdad.
Álvaro Pombo ( Santander, 1939) nos presenta una reflexión sobre poesía y teología en su ensayo La ficción suprema. Un asalto a la idea de Dios (Barcelona, 2022). Como novelista ha sido muy galardonado (Premio Herralde de Novela, Premio de la Crítica, Premio Nacional de Narrativa, Premio Fastenrath, Premio Planeta, Premio Nadal de Novela, etc..). Estamos, en efecto, ante un narrador extraordinario. Así lo demuestra en algunos párrafos del libro: “Era un paisaje libre de obstáculos, era llano todo a la redonda hasta el horizonte, donde se entreveía apenas un montecillo de encina”. Por momentos creemos estar inmersos en una novela de la que quizás somos los protagonistas sin saberlo. Y desconocemos lo que nos deparará el destino que para nosotros ha establecido su creador. Es una habilidad innegable de Pombo captarnos desde el primer momento y agruparnos para realizar una especie de excursión por su propia vida y sus concepciones filosóficas, teológicas y poéticas. Así, ataviados ligeramente, nos disponemos a recorrer bajo su guía ese territorio, repleto de flores y espinas, de certidumbres e incertidumbres, de perplejidades y celebraciones; como es la vida de todo ser humano. A sus ochenta y tres años se encuentra en plena forma para la tarea.
A lo largo de este paseo vamos conociendo diversos poetas, filósofos, teólogos , cantantes de rock y héroes del cómic. Cada uno de ellos nos enseña sus composiciones, sus tratados , sus canciones o sus habilidades. Algunos incluso insisten para que nos quedemos allí definitivamente a compartir sus descubrimientos o proclamaciones. Pero el paseo debe continuar. De vez en cuando nos sorprende Pombo con descripciones portentosas: “Polvorientos álamos blancos cuyas hojas, tiznadas del polvo blanquecino de las carreteras comarcales de aquel tiempo, tintineaban, pero no como campanillas, sino secamente en el aire del atardecer”. Nos sirven a modo de remanso para reanudar el camino hacia la reflexión sobre lo poético y lo teológico.

Le resulta interesante a Pombo lo que dice Santo Tomás de Aquino sobre la naturaleza de Dios, pero no sus famosas vías de la demostración de su existencia. Lo primero es más poético, las vías no tienen nada de poético; son demasiado prosaicas. En efecto, así es. Las vías no tienen una gran capacidad de sugerir o de poetizar. Sin embargo, son la prueba de que para Santo Tomás la existencia de Dios no es algo evidente para la mente humana. Porque si lo fuera no habría ninguna necesidad de demostración. Esto puede parecer hoy una reliquia del pasado, unos desarrollos que huelen a incienso y sacristía. Pero hay que decir que, más allá de que sean concluyentes o no lo sean (muchos especialistas reconocen que no lo son), en el siglo XIII constituyeron una gran aportación, porque entre otras cosas planteaba esta cuestión de modo distinto a San Juan Damasceno, quien aseguraba que la idea de Dios es innata en el hombre. Y, como podemos comprender, no resultaba fácil en la Iglesia de ese tiempo (ni de ningún tiempo) contradecir a un Padre de la Iglesia.
Tanto en la filosofía como en la teología hay partes más poéticas y otras más prosaicas, pero ambas son necesarias para una buena comprensión de los temas que en cada caso se pueden discutir . Álvaro Pombo nos anima con este ensayo a viajar por el mundo de la teología y la filosofía a lomos de la capacidad poética.

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