EL MAYOR DE LOS REGALOS

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E.G.C.M.M

Recuerdo como montaban aquel belén que con las luces que le iluminaban parecía mágico, o ver las miradas de ilusión de aquellos niños que entregaban su carta a los reyes magos cuando estos iban a visitarles, además de ver el salón de actos lleno de familiares viendo a sus hijos, hermanos, primos, sobrinos o nietos cantando villancicos que con esas voces tan aguadas y finas merecían sus aplausos, una vez acabado el acto te entregaban las nota y como dicen en mi pueblo “pá casa hasta después de reyes”.

Ya ha pasado tiempo de aquello, pero en los tiempos que corren y en las fechas en las que estamos, ese niño que llevamos dentro nos recuerda buenos momentos de estas fiestas y porque seguimos teniendo esa ilusión, que hasta con lo que estamos viviendo, seguimos creyendo en estas celebraciones.

Recorriendo la plaza con amigos, encontrábamos otras pandillas salir de la tienda de dulcinea, comprando todo tipo de chucherías a la vez que nosotros entrabamos allí para poder adquirir aquellas bolsas de chucherías con las que te endulzabas la boca.

A su paso había un puesto de castaña calientes, que con el frio que despertaba el duro invierno te arrimabas hacia el puesto para que te diera la calidez de las castañas haciéndose.

A todo esto y una vez dabas varias vueltas con tus amigos, siempre había alguno que decía: “amos al belén”, aquel amigo parecía tener hambre, ya que una vez que llegábamos allí no para que quitarle el ojo a las migas, que tenían una pinta deliciosa.

Todo esto era algo de ensueño con las luces de navidad alumbrado desde la plaza a él parterre.

Pero aun quedaba el mayor de los regalos, esas fechas tan señalas en estas fiestas, recuerdo despertar ilusionado porque sabía que iba a ver a mis primos e iba a poder jugar, reír y disfrutar junto a ellos, ver como mi tío tocaba la zambomba, mientras los demás cantábamos a su ritmo un alegre villancico, esos abrazos de año nuevo y esos besos que quedaron en el recuerdo, a día de hoy están cotizados de manera muy cara, ya que como dice un conocido mío “hablando mal y pronto” un cabroncete esta impidiendo que todo esto se pueda llevar acabo.

Mucha gente pasara el fin de año aislada y a muchos kilómetros de su tierra y su familia, ¿pero que mejor que recordar estos días con ese niño que nos recuerda esos momentos?, incluso gente que ya no está entre nosotros, pero recordar hay un dicho que dice “Lo que se recuerda siempre vive, nunca muere”.

Y aunque me toque pasar lo que queda de fiestas solo por culpa del maldito bicho no voy a dejar que le quite la ilusión a ese niño.

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Sobre el autor

2 comentarios

  1. juan muñoz morales en

    Me encanta el articulo dedicado a Cesar Palacios y sobre todo a su viuda que se interesa por contactar con vosotros en algún teléfono si fuera posible para daros las gracias

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