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Uno del Pueblo
La distancia no es, ni mucho menos, el olvido. Y menos aún en los tiempos que vivimos. “Sabes que la distancia es como el viento, se lleva como el tiempo de un olvido…” cantaba en su día Domenico Modugno…; pero la distancia prudente, recomendada en el último año, no nos va a hacer olvidar el gran deseo de volvernos a juntar, a reunirnos sin remilgos ni barreras que condicionen la tendencia natural que disfrutamos los oriundos de este país. Vivir y convivir en sociedad es, creemos, virtud y condición que nos identifica especialmente a los hispanos. Sol, luz, color, música, buen tiempo, conversación, relación social… vida. Muy peculiar, muy nuestra…vida.
La distancia social obligada, supone normas de prudencia, precaución y cordura, aunque nuestro carácter vaya en sentido contrario. Estar confinados, limitados en reuniones, pendientes del toque de queda… distancia entre familiares, amigos, cierres perimetrales…, nos suena a falta de libertad, nos suena a cuartel…
Pero no queda otra, aunque resulte difícil abdicar de la cercanía de los más queridos, haya o no contagio. Y no digo nada si el virus nos visita. Pero todo parece indicar que estamos cerca del final de esta pesada prueba de fondo, aunque aún hemos de resistir algo más. “Resistiré”, cantábamos hace un año. Aún con bajas e incertidumbres, seguimos aquí. Queda poco para volver a juntarnos con normalidad. Hasta entonces y con vacuna por medio, vamos a continuar abrazados a la prudencia, relacionándonos en círculos sociales conocidos y con mascarilla de rigor, sin lanzar campanas al vuelo, manteniéndonos en esa “burbuja” defensiva.
Muchos familiares, muchos amigos, llevan tiempo sin verse, con esa distancia perimetral. Pero de estas adversidades, circunstancias malas, también se obtienen conclusiones muy buenas: Nos deseamos más.
A todos los daimieleños ausentes, que llevan mucho tiempo sin poder venir y que tanto añoran a su pueblo.