PUERTA GRANDE PARA CARLOS ARANDA

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Uno del pueblo.

Tarde luminosa y fría en la primera novillada celebrada en España, en Ossa de Montiel, con Carlos Aranda encabezando el cartel ante la bien presentada novillada de Daniel Ramos.

El primer utrero en suerte para nuestro paisano, Morisqueto, era un cornidelantero al que le faltaban sólo unos días para cumplir la edad para ser toro. Gran presencia y buena hechura de este novillo-toro.

Aranda, de grana y oro, saluda al cornúpeta con buenos lances en el recibo, verónicas rematadas con dos medias de cartel. Marco Galán se luce en banderillas, dando paso al erguido y solemne Carlos, que cuaja una estupenda faena. Tandas por derechazos y naturales, muy estéticas, reflejan la definida personalidad del daimieleño, entre las notas de “El Gato Montés”. Buena estética la de Aranda ante un buen toro, plasmándose la belleza del toreo en muchos momentos de conjunción entre toro y torero. Porque era un toro. Y estaba ante un torero. Dos orejas cortó un gran Carlos Aranda tras el estoconazo algo desprendido que recetó al burel. Se vió por la televisión de Castilla la Mancha y lo contemplaron en la plaza partidarios de Daimiel.

Oleandro era el curioso nombre del segundo novillo-toro, colorao de cuerna gacha. Buenos lances a la verónica, adivinándose la oculta condición del morlaco,  con el que logró acoplarse el espada a base de oficio bien asimilado. Naturales largos con pase de pecho de cartel se nos quedaron en la retina, con un remate final de faena pleno de torería, con estética y fuerte personalidad, propio del toreo de tronío. Dos pinchazos hondos y una estocada baja, con descabello final, acabaron con el de los cuernos, lo que no fue óbice para el regusto que nos dejó el buen toreo de nuestro maduro novillero.

Carlos Aranda, sin duda, apunta al escalafón superior a pasos agigantados.

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