10,422 visitas, 2 visitas hoy
Uno del pueblo
Hemos de sentirnos orgullosos los manchegos de Ciudad Real de los servicios sanitarios que disponemos en el Hospital General Universitario de la capital. Que lo sepa la gente. Hemos sufrido de cerca los efectos de la maldita pandemia, cebados en una criatura de diez años. Un contagio asintomático del detestado virus y posteriores secuelas, llevó hasta la UCI a una niña de Daimiel. Incertidumbre, temor, evolución incierta, angustia de sus padres, familia y los propios facultativos ante el caso de una vida incipiente por medio. Y hemos respirado tras cuatro angustiosos días con los resultados de la eficaz diligencia de nuestros facultativos. Cuidados, prontitud e inmediatez continuada, han sacado adelante la situación crítica de una niña afectada en suma gravedad por secuelas del odioso virus, que sin duda nos está cambiando la vida. Cirujanos, pediatras, enfermeras, profesionales de la medicina todos, volcados en su función más allá de su profesión, viviendo el caso desde el sentimiento humano, transmitiendo tranquilidad y cariño a los padres, abuelos, familia entera, tras el esfuerzo físico, sin horario, esfuerzo emocional a la vez de estos seres humanos con bata sanitaria.

Ayudas externas, desde la fé, nunca faltaron. Fueron muchas almas, cercanas o anónimas, las que imploraron por la niña. La fé en cualquier sentido, es capaz de mover montañas. Las creencias religiosas influyen mucho en nuestras vidas, con diversas formas de interpretación, cada uno a su manera. Rezos, misas, promesas, cánticos – mi chica es muy rica…-, seguro que también surtieron efecto en la recuperación. Imágenes de la Virgen de Guadalupe, donde fue bautizada la niña, junto a la Amargura de “los coloraos”, Jesús el “jefe” religioso de Daimiel, el Consuelo, el Cristo de la Luz, visitas al “Rincón” de La Paz, la Virgen de las Cruces…, se repetían en nuestros móviles como señal de apoyo hacia la niña desde el anonimato. Multitud de oraciones de personas creyentes se sumaron en apoyo a tan compleja situación desde diversos lugares. A buen seguro que la fé tambien ha influido en el feliz desarrollo de esta dura experiencia, más el interés, empatía y apoyo moral de muchos amigos, conocidos o conciudadanos que nos transmitían energía vital.

Uvi y fé. La vida puede ser maravillosa, que decía aquel popular comentarista deportivo. A pesar de los pesares, la vida es bella, cual famosa película, aunque duele mucho a veces. Pero no tenemos duda de los efectos de la Uvi y la fé.
Sirva este artículo como reconocimiento y gratitud a nuestros sanitarios, de fuertes principios y abnegada dedicación a su función. Orgullosos de ellos. Y a quienes desde su fé invocaron por la niña.