SALUDOS A OJO

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Uno del pueblo

Es cierto que había niebla espesa y eran primeras horas de la mañana. Buenos días, Pepe…! Buenos días señor…! Respondí a la cortesía con el mismo deseo. Pero no supe quién era. Enmascarillado, con gafas y calado con gorrita madrileña, y en distancia social pertinente, me resultó desconocido el educado personaje. Pero quedé bien. A tal señor, tal honor.

Saliendo de Los Canarios, tratando de cobrar por enésima vez el diario boleto primitivo no premiado, una embozada buena señora, con bufanda en prevención de afecciones propias del pescuezo, me saluda con otro cariñoso buenos días y me pregunta por la salud. Ahí por lo mediano…, fue mi respuesta con total dulzura, continuando ambos nuestros caminos entrecruzados. Aún desconozco identidad de tan amable doncella.

A la salida del funeral de San Pedro y entre pésames a los dolientes, otro joven con bozal publicitario pleno de colorines, saluda hasta con cierta familiaridad y llamándome por el nombre… Saludos cordiales…!, le espeté al estilo José María García, pero tampoco llegué a descubrir al personaje oculto tras la hortera mascarilla y el sombrero verde botella que cubría parte de su abundante cabellera.

Abrumado y perplejo comencé a sentirme ante mi escasa pericia para identificar, siquiera por la voz, a tres portadores del obligado bozal. Situaciones estrambóticas que, una vez comentadas en círculos de amistad, resultan ser de moda común, ante el disfraz enmascarado al que nos obliga el endemoniado virus.

El despistado talante de uno, más el uso habitual de lentes, normalmente empañadas por la cercanía del bozal que origina el embarazoso vaho, que impide guipar como Dios manda, resulta que hemos optado por saludar y llevar la corriente en la breve charla, dando por hecho que reconozco al humano que a mí se dirige, respondiendo con reciprocidad al tono de sus saludos. Saludamos a ojo al personal que simplemente circula por la acera de enfrente y nos dirige mirada. Antes de que respire, ya saludamos mano en alto y con ademanes de buenos deseos, dándose la circunstancia que, al coincidir a la misma altura en nuestro cruce de caminos, descubrimos que no nos conocemos de nada. Es igual. Esta anormalidad que nos transfigura la faz, nos trae por ende un nuevo concepto de educación social, amabilidad compartida para todo lo que se menea e inicia gesto de saludo. De este modo nos saludamos todos y terminamos con besos virtuales y abrazos para desearnos un día genial.

Ventajas que nos aporta la pandemia, al convertirnos a todos en seres educados y plenos de bondades y placeres para nuestros congéneres. Velai lo que hacen los saludos a ojo.

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