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Fué por dentro. La procesión fué por dentro. No hubo en el día primero de “feria”, el uno de septiembre, la Solemne Procesión de Nuestra Patrona Virgen de las Cruces; se celebró la Función Religiosa en Honor a “la morenita” en la Iglesia de Santa María, con amplia repercusión en medios de comunicación y redes sociales y numerosa asistencia, en tres funciones, para evitar la aglomeración en una sóla. La tribuna inmejorable del Balcón Principal del Ayuntamiento, luce sus mejores galas, con revestimientos granas en terciopelo, sirviendo de fondo y soporte a una imágen de La Patrona de Daimiel, custodiada por sendas banderas-autonómica, local, europea y por supuesto, Nacional-, que mantiene el espíritu vivo de una población nostálgica de su Feria y Fiestas en honor a La Patrona. La Solemne Procesión, no se celebró en el año de la pandemia, hecho histórico en nuestras vidas.

Pero dando un paseo por el centro de Daimiel, a partir de mediodía, observamos con detenimiento detalles que revelan el sentir de un pueblo. A la salida del acto religioso en la Parroquia “chucha”, las terrazas de las zonas más concurridas de Daimiel, Plaza y Parterre más calles aledañas, se nutrieron de daimieleños que tomaron el aperitivo con tranquila serenidad, ante una situación inaudita, aún preguntándose si aquello era realidad, el Día de la Virgen reducido casi a la nada, día de máximo esplendor en la Semana de Feria.
La nada, en este 2020, ha sido el todo. Más allá de lamentaciones, los de Daimiel, sacaron a relucir sus interioridades, celebrando con mesura el día de Su Patrona, marcado por las circunstancias. Hubo mascarillas, mezcladas con trajes y corbatas, ropas de los domingos y procesión interior, este año más que nunca, en recuerdo por quienes se nos fueron y en solicitud de amparo a Nuestra Virgen por los que continuamos aquí. No hubo Banda de Música aunque si hubo Himno Mariano, externa e internamente.

Se mezclaron las cañas, vinos y vermuts, con recuerdos nostálgicos inevitables, se percibieron sensaciones de daimieleñismo auténticas. Afloró la emoción en muchos momentos, pero también se sacó el orgullo de un pueblo, que al no poder celebrar, al menos se manifestó ante Su Patrona. Aquí estamos. Sin “caballitos”, sin toros, sin desfiles, sin apenas nada. Pero aquí estamos. Después de la Solemne Función, cada cual interpretó La Procesión a su manera, pero con sentimiento leal a mas creencias tradicionales, verdaderas e históricas. Sí hubo Procesión, tal vez más veraz que nunca.

No faltaron mensajes de recuerdo y apoyo de daimieleños ausentes, añorando desde Sevilla, Madrid o Barcelona, por citar ejemplos, el día de La Procesión de su Virgen de las Cruces por las calles de Daimiel. Desde la distancia, pero de todo corazón, se recibieron frases de máximo apego y amor a su pueblo de origen, lugar de nacimiento de muchos, que aún sin estar presentes, sienten el calor permanente de su raíz. Y en las actuales circunstancias, más aún, cuando las fechas señaladas hacen aparecer la nostalgia.

No hubo necesidad de alfombra floral; La Procesión fue por dentro. Y a la caída de la tarde de este primero de Septiembre, se repitió la puesta en escena. Concordia, reuniones controladas, sano ambiente, celebración atípica, pero sentida, tal vez más que nunca.
De Daimiel. Somos de Daimiel. Virgen de las Cruces, dilo tú también.