EL COMETA C/2020 F3 (NEOWISE)

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Francisco García-Luengo Manchado

Podrían haberlo llamado Genserico, que es mucho más sencillo, pero no, tenían que ponerle tan raro nombre. Sin embargo, el extraño nombre que designa a este cuerpo celeste tiene su significado; tratemos de descifrarlo. Los cometas se nombran con una letra —la «C/» en este caso significa que el cometa no es periódico, es decir, que no volverá a pasar por la cercanía de la Tierra y que será expulsado más allá de los límites del sistema solar, convirtiéndose en un solitario viajero entre las estrellas, o que tiene un periodo muy largo, como es el caso, en el entorno de 5.000 años—. A continuación, el año de su descubrimiento. Luego una letra que indica la quincena del año en la que fue descubierto —«A» es la primera quincena de enero y la «Y» la segunda de diciembre— y el número de orden de descubrimiento dentro de esa quincena. Por último, el nombre del descubridor —sea persona u observatorio automático—.

Esto significa que nuestro protagonista es un cometa no periódico o de periodo muy largo descubierto entre el 23 de marzo y el 5 de abril del 2020, en concreto fue el tercer cometa descubierto en este periodo, por el telescopio espacial NEOWISE —el observatorio espacial infrarrojo WISE activo del 2009 al 2011 y reactivado como NEOWISE en 2013. El objetivo de esta sonda es la cartografía infrarroja de todo el firmamento más allá del sistema solar, pero, como consecuencia colateral, ha descubierto miles de cuerpos menores del sistema solar: asteroides y cometas—.

Ya descifrado el significado del «romántico» nombre de este cuerpo celeste, podemos profundizar en su naturaleza, empezando por conocer qué es un cometa. Los cometas se pueden definir como una bola de nieve sucia (Fred Lawrence Whipple, 1949), y con órbitas muy excéntricas, esto es, muy alargadas e incluso abiertas, no periódicas.

Conforme se acercan al Sol y se calientan, los hielos de agua, amoniaco —NH3, sí, ese gas que forma parte de productos de limpieza bastante olorosos—, dióxido de carbono —CO2, el principal gas del efecto invernadero—, metano —CH4, el gas mayoritario del gas natural— y otros, comienzan a sublimar, a pasar de forma de hielo a gas directamente, dejando libre esa «gravilla» o «polvo» que lo «ensucia» y que adquiere una órbita muy similar a la del propio cometa: forman la cabellera y la cola del cometa. La palabra cometa procede de «coma» que significa cabellera.

Cuadro de texto:  Figura 1: Trayectoria del cometa por el sistema solar interior. Elaborado a partir de https://ssd.jpl.nasa.gov. Sun: Sol, Mercury: Mercurio, Earth: Tierra, Mars: Marte.

Por cierto, que en ocasiones la Tierra cruza la órbita de un cometa y barre estas partículas que chocan contra la atmósfera y forman una lluvia de estrellas.

Como curiosidad, la cola del cometa suele ser doble. Una, la llamada «iónica» —esto es, con carga eléctrica— está compuesta por esos gases que hemos comentado y que el viento solar transforma en cargas eléctricas, por lo que el propio viento solar los arrastra muy rápidamente. Por tanto, esa cola apunta hacia el dado contrario al sol. La otra esta compuesta de gas sin ionizar y todos esos sólidos que hemos mencionado que «ensucian» al cometa. La forma de esta cola sería difícil de explicar de no tener un simil: los trenes de carbón. Recordemos los viajes de Harry Potter a Hogwarts o el comienzo de Tú perdonas… yo no —primer spaghetti western rodado por Terence Hill y Bud Spencer—. El humo del tren no va hacia atrás ni en la dirección del viento, sino que sigue una trayectoria intermedia, composición de ambas. Pues la cola de polvo del cometa hace exactamente lo mismo: la forma es la combinación del viento solar y del propio movimiento del cometa.

Cuadro de texto:  Figura 2: Planisferio generado con http://www.oan.es/servidorEfem/index.php. Obsérvese el cometa entre Lince y la Osa Mayor, arriba a la derecha.

¿Y cómo buscarlo? Estos días se puede ver hacia el oeste tras la puesta de sol. Precisamente hay que mirar hacia el lugar por donde se ha puesto el sol. El mejor día para verlo sería el veintisiete de julio y después su brillo decaerá bastante rápido.

La altura a la que está es de 20º, que es, más o menos, una «cuarta» desde el horizonte, o un poco menos, medida con el brazo extendido.

Y ya está. Si no lo ves estos días, tendrás que esperar otros cinco mil años hasta que vuelva. Por suerte, habrá muchos más para ver.

Asociación Daimieleña de Astronomía

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