LAURI

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Creó ilusión y expectativa en sus inicios de maletilla, con sueños que se esfumaron en el paraíso de su imaginación. Pero nunca cejó en su empeño, intentandolo una y otra vez, con ambiciones renovadas, cada vez que vestía de luces. Llegó al límite de sus anhelos entre muletazos, lances y brochazos coloridos, decorando ruedos o el salón de tu casa. “Ese es torero…”, aseveró el pintor taurino César Palacios cuando apreció los andares de nuestro personaje caminando diez metros por delante y de espaldas al ilustre paleta de Madrid. Era “El Lauri”, en la calle Virgen de las Cruces e ipso facto fueron presentados, con el consiguiente regocijo del daimieleño ante el encubierto piropo del artista madrileño. Un mundo de ilusión, un mundo de fantasía taurina que siempre acompañó a Laureano García “Lauri”, que se acaba de marchar.

“Lauri” ya forma parte de la historia de nuestro pueblo. “Lauri” fue un poco de todos, en las chanzas y en las verdades. Generaba cierta empatía. En su adiós coincidíamos en sus virtudes quienes glosábamos sobre él. Su particular sensibilidad le hacía percibir burla o verdad, aún tragándose el sufrimiento. Setenta años de historia en mentideros taurinos de Daimiel con “El Lauri” en el foco de la tertulia. Atracción permanente, desde su posición, para el ambiente taurino local. Con mayor o menor seriedad, referirnos al “Lauri” implicaba hablar del mundo de los toros, manteniéndose el debate acerca de este popular personaje.

Circuló con rapidez por las redes sociales la noticia del último paseíllo del “Lauri”. En Daimiel, Barcelona, Madrid, Ciudad Real o Sevilla se hicieron eco del suceso, confirmado por los del lugar. Despedida cristiana, con lleno en el “tendido” y accesos próximos a la capilla del Tanatorio de Daimiel Virgen de las Cruces. Familiares, gente sencilla del pueblo, mundo taurino, alcalde y concejales de distintos colores, peña taurina, hombres y mujeres que bien representaron al pueblo de Daimiel en funeral nunca tan concurrido en la capilla de este tanatorio. Lleno para el último paseíllo de “El Lauri”, paseíllo hacia el Cielo. No pierdas la afición por ahí arriba, porque, sin duda, iremos a verte. Te has marchado en Navidad, nacimiento para tu nueva vida, con el triunfo seguro de tus sueños, esta vez sí, en el ruedo de la gloria divina.

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