LA ALFOMBRA

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“En la feria, con flores y luces, a Nuestra Patrona, rendimos tributo…”, así reza una de las estrofas del popular himno que conocemos los daimieleños y que en su día compuso el ilustre artista, célebre cantante Carlos Redondo. Y no cabe duda de que así es. Cada año al inicio de Septiembre, la celebración del día de la Patrona significa el momento álgido de los casi seis días de feria y fiestas. Nada más solemne que la salida y posterior desfile procesional de “La Morenita”, la Virgen de las Cruces desde los sones del Himno Nacional y posterior Himno de la Patrona de Daimiel.

Suele ocurrir este momento sobre las 21 horas cada año en el Parterre, con presencia masiva de daimieleños que acompañan a lo largo del trayecto procesional a Su Señora. La talla de alabastro, con vestido de gala, se encamina en su trono hacia la céntrica calle que lleva su nombre y que en este 2019 estrena en el trayecto hasta la Plaza de España una novedosa alfombra, de gran belleza, elaborada en su honor.

David Cejudo, el artista daimieleño seleccionado para dar fondo y forma a tan suntuosa alfombra, elige para su confección un elemento base inédito: la sal. El serrín habitual, empleado en ocasiones anteriores, se guarda para otro momento.

Y es en base a la alfombra donde surge la manifestación, eso sí que es una manifestación, prodigio de unión y hermandad en torno a una ilusión religiosa, artística y hasta lúdica, actividad que extrae el fondo creyente de las distintas personas que intervienen, pertenecientes a todo tipo de ideología, pensamiento o clase social, suponiendo que en esa labor existan diferencias de ningún tipo. Estudiantes, personas mayores, políticos, deportistas, empresarios, niños, jubilados, autónomos…, toda la sociedad de Daimiel representada y arrimando el hombro en la salobre confección de la alfombra para recibir a su Santísima Virgen. Algunos nervios, cierta tensión entre los dirigentes de la obra, el tiempo que apremia, la sal tintada que escasea, algunos mirones detrás de la valla que dudan si llegarán hasta ña conclusión…, es igual, todo se supera y a fe que se concluye el proyecto. Cuando se trabaja en unión, juntos, no hay objetivo inalcanzable y menos aún si la alfombra de nuestra Patrona está por medio. Desde primeras horas de la mañana y hasta cerca del mediodía, chuchos y borregos, que diría Manuel Carrasco, terminan con el empeño de la alfombra. Fe, unos más, otros menos, disciplina, dirección, mucha ilusión, concentración, interés y remate final. Agua, zumos, y algún que otros tallos, que se resultaba difícil sustraerse, y más a esas horas, del característico y apetitoso olor a tallos de la churrería próxima, mientras los clientes entraban y salían sin entorpecer ni pisar el camino marcado por la alfombra, futuro trayecto a seguir.

Se cambió el serrín por la sal y Nuestra Patrona desfiló por vez primera sobre alfombra salada. La Virgen de las Cruces, referencia religiosa y cristiana para los chuchos y borregos, caminó este año sobre alfombra de sal. Tuvieron fe quienes gestaron y trabajaron el proyecto. “Vete al pueblo que tenga más fe…”, “somos emigrantes que tenemos fe…”,  compuso “Pescaíllo”, profundo conocedor de la idiosincrasia daimieleña…

La Banda Municipal de Música transmitía la solemnidad durante la procesión. El pueblo asistía al paso del egregio cortejo y algunos pisaron la sal que dio forma a la hoja de parra, la Mata Merendera, la Cruz de los Pajes…, en la alfombra de la Virgen de las Cruces que el año próximo volverá a ser confeccionada con fe e ilusión por las gentes de nuestro pueblo. “De Daimiel, somos de Daimiel, Virgen de las Cruces dilo tu también”.

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