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Miguel R. Torres L-L.
Con la sequía pertinaz que nos acompaña, que no cae una gota desde hace meses, las olas de calores que llevamos, … Con estos precedentes (y otros), no podía esperarse otra cosa más esperanzadora.
Iniciaremos por decir que en el mes de mayo 19, el acuífero bajó 40 cm. Es la bajada más significativa de los últimos cinco años: (2016, bajó 0 cm; 2017, bajó 20 cm; 2018, bajó 20 cm). Así, nos encontrábamos a 31 de mayo de 2019 a 9,70 m de profundidad. En 2018 a 8,80 m.

Y ya pasamos a junio. Este año, ha bajado en este mes 70 cm, por lo que actualmente se encuentra a 10,40 m.; mientras que en junio de 2016 estaba a 8,30 m de profundidad, es decir: que a 30/06/19 se encuentra 2,10 m más bajo que hace tres años.
Pero lo “gordo” viene ahora, en pleno estío, (julio y agosto) que son los meses que por naturaleza más agresivo es el verano.
Parecía que con la implantación de los nuevos caudalímetros se iba a mitigar esta situación. Y es que nunca más lejos de la realidad. Se obliga a instalar caudalímetros: PERFECTO; se obliga a todos: PERFECTO; se obliga a que sean nuevos: CASI PERFECTO, ya que algunos estaban instalados y funcionando desde el inicio de la obligación, hacia el año 1996, y funcionando perfectamente y obligan a sustituirlos por los nuevos.
Pero aquí es donde viene la situación complicada; se terminan de instalar en todos los pozos y ahora corresponde a la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) el precintarlo, comprobarlos y controlarlos. Pero ¡hete aquí! que la CHG no tiene medios (personal suficiente) para realizar estas gestiones. O le resulta muy costoso disponer de personal para estos cometidos. Seguiremos esperando a ver qué nos dicen.

Así, se está sacando agua “sin control” aparente o con poca responsabilidad ante la situación climática que nos aborda. Se siguen regando viñas y plantaciones veraniegas (cebollas, patatas, pimientos, …) por aspersión, a las tres de la tarde y con ventiscas considerables; es decir, que parte del agua se va a la finca rastrojo del vecino y gran parte a la evaporación.
Me dice un amigo que esto lo suelen hacer los NO profesionales de la agricultura. Y yo le digo que hay de todo en la viña del señor.
Apostemos definitivamente por el riego por goteo. Que también gasta agua, pero se queda en la finca, no se riegan y estropean caminos y la evaporación es mucho menor; con lo que se puede reducir considerablemente los metros cúbicos a extraer del acuífero.
Afrontaremos los meses de julio y agosto que son los que la viña más agua necesita con la esperanza de que cambien algo esta situación. Queda la remota solución de rezar para que llueva: pero no le demos más trabajo a la PROVIDENCIA, que bastante tiene.