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Daimiel ya cuenta desde hace unos días con otro símbolo significativo de su peculiar historia, en un cruce de caminos de obligado tránsito al norte de la población, la popularmente llamada “rotonda de Las Brujas”, dada su proximidad al castizo recinto gastronómico y hotelero.

En la intersección vial Manzanares-Ciudad Real y Madrid-Daimiel, enclave crucial de la población, se ha erigido una alegoría muy descriptiva de la tradicional expresión “Daimiel pueblo de brujas”. Con el reciente reclamo compuesto en la referida rotonda, se añade otro atractivo turístico con este idóneo ornamento urbano.
Un ofrecimiento del sector metalúrgico por parte de la conocida empresa Ferroal Grupo Empresarial, con más de tres décadas de experiencia y dotada con recursos humanos y técnicos para diseñar este original proyecto, llega hasta el Ayuntamiento. El Consistorio, con su última palabra, decide por esta alternativa que ha sido donación de Ferroal para el pueblo de Daimiel.

Los técnicos de esta empresa crean y aportan el diseño de este conjunto metálico-artístico, con mágicos personajes dotados de escoba y sombrero, dispuestos para echar a volar en busca de bulla, bacanal, orgías y aquelarre.
Chapas de 3 mms. intercalando trazados entre sí, logran las imágenes fantasmagóricas y simpáticas a la vez de las peculiares brujas daimieleñas, con 1,80 m. de altura y asentadas sobre pedestal de obra para salvar la chapa que rodea el entorno de la rotonda. Varios planos con diferentes inclinaciones conforman esta fantasía. En función de la luz solar, se descubren ojos, escobas, pelo y hasta verrugas que dejan ver la intención del diseño en busca de la definición con detalle de las dos protagonistas. Fantasía y diseño, hecho arte bajo la mano de pintura en color negro-grafito que activa también destellos y reflejos de estas brujas en función de la posición del sol. Una cenefa perimetral de 50 cm. de altura, con figuras de brujas cortadas a láser, también estampan sobre la superficie del pavimento imágenes caprichosas de brujitas sombreadas en función de la rotación solar.

Iniciativas privadas de este “corte” – nunca mejor dicho – ayudan sin duda al embellecimiento, con estética y motivo ideal, apropiados para el sobrenombre de Daimiel, “el pueblo de las brujas”. Vaya desde aquí nuestra gratitud para la creativa empresa y sus mentores. Belleza y metal, de la mano de Ferroal.