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Semana Santa 2019

Y lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Nos quedamos sin la más mínima posibilidad de que pudiera ser, porque las inclemencias atmosféricas desbarataron casi todo. El célebre torero “Gallito” dejó claro, con cierta sorna, que por mucho que lo desees y lo intentes, hay circunstancias que no tienen vuelta de hoja. Qué pena. El trabajo e ilusión de los miembros de diferentes directivas cofrades, se dieron al traste con pertinaz –puta – lluvia, bien primordial siempre para nuestra especie, pero inoportuna en esta Semana Santa 2019, que se restringió a los cultos religiosos y miniconciertos de la Banda Municipal de Música y de la Banda de Cornetas y Tambores Stmo. Cristo de la Columna y Ntra. Señora de la Amargura en las Parroquias de nuestra población, cobrando especial relevancia el conmovedor acto en las primeras luces del Viernes Santo, con la figura de Jesús en el pretil de La Paz ante la interpretación de “El Niño Perdido” con el solista inicial Manuel Blanco, daimieleño de pro y Trompeta internacional, entre las lágrimas del fervoroso público ante la imagen más representativa de nuestra Semana Grande. ¡Qué le vamos a hacer! Otro año será, nunca llueve a gusto de todos y en esta ocasión se retrasa doce meses la puesta en escena de la Pasión Cronológica en el plató natural de las calles de Daimiel.

Y es que una fuerza interior inexplicable nos incita a vivir y sentir, cada vez con más intensidad, el Calvario de Cristo – ¿qué hizo para merecer eso? -. Con el paso de los años “descubrimos” cuánto nos gusta la Semana Santa de nuestro pueblo. Se Suelta la pluma y resurgen convicciones tal vez escondidas en lo más íntimo, aunque nunca es tarde para el reencuentro desde la Pasión de Jesús. Lo cierto es que los templos se vieron abarrotados de fieles…

Pero a lo que íbamos. La Borriquilla, en domingo espléndido, y el Cristo de la Luz, con su serio y sobrio Via Crucis, procesionaron con el ferviente seguimiento de muchos creyentes, niños, adolescentes y mayores. Fue la excepción. Las posteriores decisiones de Presidentes y Juntas fueron responsables y consecuentes ante el riego del amenazante chubasco que podría causar lamentable deterioro en el rico Patrimonio Escultórico del que goza el pueblo daimieleño. Hay que preservar con decisiones prudentes y sensatas la riqueza imaginera de cada Paso, que es muy valiosa. El precioso Patrimonio de la singular Semana Santa de Daimiel, con su histórica cronología, el arraigo y seguimiento popular, cada año más acentuado y con más atracción turístico-religiosa, además de la habitual y agradable presencia de “ausentes”, con lo que ello conlleva de beneficio para nuestra ciudad, queda custodiado y a la espera hasta dentro de unos meses que, a buen seguro, volverá a procesionar con más fuerza y harán lucir estrenos previstos en candelería y nuevos tronos en distintas Cofradías, así como mantillas y peinetas.

Hasta entonces, demos tiempo al tiempo, nunca mejor dicho, porque hogaño “lo que no pué ser, no pué ser y además es imposible” – “El Gallo” dixit –.

El Domingo de Resurrección se presentó nuboso y amenazante de chapetones repentinos, pero aún así, El Resucitado procesionó entre gran multitud deseosa de sentir el Paso en la calle y escuchar marchas pascuales durante el desfile marcado por filas de nazarenos al descubierto pertenecientes a todas las Cofradías de Daimiel. No brilló el sol, pero si lució la imagen gloriosa de Cristo Resucitado en la tregua que nos dio la lluvia. Resurrexit sicut dixit ¡Aleluya!

Buen sabor de boca al final entre los daimieleños en esta Semana de Pasión pasada por agua. Regreso a casa y el año que viene, más. Y sobre todo, mejor.
