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Marzo, 19. Miguel R. Torres L.L.
De todos es conocido el alto poder contaminante del plástico: es maligno por naturaleza, tarda infinitos años en degradarse, no se destruye; es nocivo para la salud, cancerígeno; es nefasto para la naturaleza, para animales y plantas, produce la muerte de muchos seres vivos, especialmente en el mar, … ¿pero quién hace un uso indebido de este elemento?
Sin lugar a duda, los humanos. Somos las personas quienes carecemos de sensibilidad para hacer un uso razonable, adecuado y educado. Somos los seres humanos los que a sabiendas de que es un perjuicio el que causamos con nuestras costumbres y procederes, los hacemos con absoluta normalidad.
No hay más que darse un paseo por cualquier camino rural de nuestra localidad, y contemplar el montón de desperdicios que arrojamos a las cunetas. Curiosamente, “hay más elementos arrojados que cuneta”, porque están prácticamente aradas. Cuando somos infinitamente afortunados por tener caminos asfaltados, las cunetas se encuentran repletas de materiales arrojados por personas. No sé si desde los vehículos, o por viandantes y paseantes; pero es una vergüenza y pena. Plásticos de todas clases: botellas, bolsas, tetrabrik de zumos, de leche, botes de cocacola, naranja, garrafas de agua, tazas de váter, … un sinfín de elementos como muestran las fotos. Y no digamos gomas de goteo de agricultura, que han quedado envejecidas y se arrojan dónde menos estorban o se dejan en el terreno por los días y años, hasta que el arado las vaya troceando.
¿Se cree alguien que con cobrar las bolsas a 5 o 10 céntimos se va a solucionar el problema? ¿Van a dejar morir peces por ingestión de microplásticos en los mares del mundo?

Pues yo creo que no, que seguiremos igual; o peor, que será lo más probable. Nos quejábamos de que no había papeleras, contenedores, …. Y ahora que los hay, ¿qué? En casi todos los caminos de salida de Daimiel, (en todos los asfaltados) hay contenedores de papel, vidrio, plásticos y orgánicos, y por todos los caminos se encuentran estas porquerías arrojadas sin miramiento. Siembras preciosas, con un bonito verdor, y destacan la inmensidad de garrafas de plásticos por encima, de botellas de vidrío, que no se han roto de milagro, al arrojarlas desde las ventanillas de los coches.
Mientras no se cambien rotundamente el sistema, se seguirá igual. Y me refiero a cambiar en profundidad, porque yo ya he perdido la fe en que con campañas de concienciación, de educación vial, de reflexión de los perjuicios que ocasionan; se avanzará algo. Ya se han hecho muchas propuestas y cada vez vamos a peor. El cambio podría ser con sanciones, que es lo único que nos duele, o con cobrar los envases de retorno. Por ahí es la pequeña vía para que esto cambie. Pero me temo que no vende mucho lo de sancionar al que incumple.
Igualmente pasa con las cacas de los perros. Es que no hay dónde hagan sus necesidades, decían los más “listillos”. Ya tenemos areneros, zonas en el campo, multitud de recursos, y se siguen viendo las aceras llenas de excrementos de los perros. Todo porque cuando hacen sus necesidades, se ponen a mirar al móvil haciéndose el “longuis” ante la exigencia de su animal.
Afortunadamente no somos iguales todos. Hay quienes llevan su bolsita en el bolsillo, recogen las heces y las depositan en los contenedores, y hasta quienes llevan su servilleta o papel higiénico o clínex y limpian en suelo como si fuese de su casa. ENHORABUENA, a estas civilizadas personas; que piensan en sus animales, pero sobretodo en que por ahí pueden pasar muchas personas y formar un estercolero con la acera. Seguiremos confiando en la EDUCACIÓN.
