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Coro Ariadna
Fotos: Juan Moya
Nuestro coro, Ariadna, viajó desde Barcelona, en las señaladas fechas de Fiesta de todos los Santos, a un lugar histórico de la ruta del Quijote, Daimiel, para participar en la cita anual de música sacra que organizan dicho pueblo y uno de sus coros, el Coro de Cámara Laminium. La cita lleva celebrándose dieciséis años en recuerdo al daimieleño y excantor de dicho coro Fernando Gigante Galiana.
La invitación nos llegó a través de nuestro joven director, Xavier García Cardona, hijo del daimieleño Jesús y de la catalana Rosa.
Fue una visita muy esperada por el coro anfitrión, por la familia de nuestro director y por todo el pueblo. Se gestó hace mucho tiempo y este año, por fin, se materializó.
Nosotros, el coro Ariadna, poco sabíamos de esta larga espera, asimismo sabíamos poco del lugar y las personas que nos estaban esperando.
La ilusión que se vivía en la parte anfitriona quedó al descubierto nada más llegar a Daimiel, después de un largo viaje en coche cruzando media España.
En el pueblo, Jesús, el padre de nuestro director lo tenía todo preparado. El lugar de encuentro de los visitantes era la churrería El Mercado, una de las dos churrerías regentadas por la familia de Jesús, siendo la otra la churrería García.
Después de una rica merendola, churros con chocolate, gentileza de Jesús, salimos bien dispuestos para descubrir una de las facetas más queridas y presentes en el día a día de los daimieleños, las hermandades.
De la mano de Jesús y de los que nos recibieron en las distintas sedes, conocimos el mundo religioso que se vive en Daimiel: el de las figuras, el del cuidado y amor a los pasos de la Semana Santa así como la presencia de la música a través de las dos bandas, y las actividades, para ayudar al pueblo y a sus habitantes, que desempeñan las hermandades.
Descubrimos que en Daimiel existen nueve iglesias y dos parroquias, hay nueve hermandades y, en Semana Santa, todos los lugareños participan de la celebración con devoción y entrega.
Nuestro primer contacto con Daimiel, a través de Jesús, un hombre que nos cautivó con su amable y clara palabra, su acogedora presencia y su elegancia natural, nos anunciaba que el viaje sería un éxito. Y así fue.
Los días que siguieron los repartimos entre visitas a las Tablas de Daimiel y alrededores, acompañados por Jesús y su cariñosa mujer, las queserias locales y la inigualable y bien llamada “luz de la humanidad”, la ciudad de Almagro.
A ratitos, los barceloneses de Ariadna, nos dejábamos ver por las calles de Daimiel, pueblo al que uno se habitúa con facilidad.
Mas nuestro viaje tenía por meta la participación en la esperada cita anual de música sacra al lado del coro anfitrión, Laminium.
La cita tuvo lugar en la iglesia gótica Santa María la Mayor. La bella iglesia, el edifício más antiguo de Daimiel, se llenó en la tarde del sábado 3 de noviembre sobre las 20:00h de un público deseoso de escucharnos.
Previamente, los dos coros habíamos ensayado el canto común, la pieza Ubi Caritas, Gjeilo. El ensayo fue breve y se vivió con alegría pues la acogida fue franca, directa, fácil.
Cantar en sí es un acto sagrado, un momento de unión entre coro, director y público. El leitmotiv de nuestro programa era la virgen piadosa, la madre que acoge, la santa que acepta todos los dolores. Después de ver con cuánta devoción se prepara esta ciudad para la Semana Santa, nuestro programa era el mejor agradecimiento a su invitación.
Durante nuestra actuación y después la del coro Laminium, que cantó de memoria, con gran fuerza y alegría, el público se mostró entregado, respetuoso, cautivado por el ambiente que se vivía.
Había admiración y agradecimiento.
Nuestro repertorio, en el que reinaba el latín, fue un canto a la virgen.
Un brillante Salve Regina gregoriano seguido del Alma redemptoris de Palestrina, abrieron el concierto creando un clima de paz, casi irreal. Les siguieron tres piezas con cuarteto solista que llenaron de música todos los rincones de la iglesia para llegar después a la dulce y llena de paz Ave maris stella. Y de nuevo, como en el inicio, saludamos a la reina cantando el precioso Salve Regina de Rheinberger. Había llegado el momento de rendir homenaje al compositor catalán Pau Casals. Lo hicimos cantado el Recordare Virgo Mater y la Oració a la verge de Montserrat, acompañados al órgano por nuestro director. Fue una íntima y muy personal oración a la virgen de Montserrat que el compositor escribió en 1959, desde el exílio.
Ya casi al final cantamos dos piezas muy diferentes, el complejo Salve Regina de Poulenc y un canto lleno de swing a las madres de Brasil, To the mothers in Brazil, compuesta por el músico de jazz Lars Jansson.
Según palabras de nuestro director y de los que cantamos, sonamos de manera diferente, conseguimos matices nuevos, momentos llenos de energía y otros de delicada calma, hubo ritmo lleno de expresividad y mucha armonía, todo ello resultado de una buena comunión.
La segunda parte del concierto pudimos disfrutar, siendo ya parte del público, con la bellísima música que nos ofreció el coro de cámara Laminium. De su potente programa repleto de obras contemporáneas disfrutamos de la enérgica y acertada interpretación de obras de alta dificultad como el brillante y alegre «Cantate Domino» del compositor vasco Josu Elberdin o el «Non nobis Domine» de Powell. Su director, Pablo Dondarza, conseguía sacar del Coro Laminium un sonido lleno de matices en cada una de les obras. Pero, sin lugar a dudas, nos cautivó con su preciosa voz en la primera de las obras que
interpretaron, «Down to the river to pray», una hermosa canción espiritual afroamericana con la que nos dejaron ya con la boca abierta nada más empezar.
Un siempre precioso Ubi Caritas de Gjeilo reunió a los dos coros en el canto final.
En la iglesia se había creado un ambiente de agradecimiento. Allí quedaron, las notas únicas, para los que escucharon y para los que cantaron.
Fue un concierto para recordar.
Y ya acabando sólo nos queda recordar que la noche del concierto, nuestra última noche en Daimiel, los dos coros y los padres de nuestro director como invitados de honor, compartimos como en una hermandad un delicioso banquete!
Desde Barcelona, mirando atrás, seguimos sintiendo la mirada amable y emocionada de la gente de Daimiel. Gracias.
Cor Ariadna de l´Agrupació Cor Madrigal