SANTA CECILIA CALIDAD

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Uno del pueblo.
Escribimos aún bajo los efectos emocionales transmitidos por los músicos de nuestro pueblo, los músicos de Daimiel, que interpretaron el concierto en honor a Santa Cecilia, su patrona, encontrándonos con un homenaje a nuestros sentidos, un honor para los veteranos y fieles seguidores de nuestra Banda de Música, mezclados con jóvenes caras nuevas y varios músicos profesionales, locales y forasteros, todos presintiendo, oliendo, intuyendo lo bueno… Santa Cecilia, sin duda, tuvo algo que ver en esto, ya que en el Teatro Ayala nos dimos cita público y músicos sintonizados y predispuestos a calificar con buena nota lo que allí se escuchara. Y es que la música nos vincula a través de ese duende invisible del sentimiento, deleitándonos con sonidos que embelesan y acaban transportándonos, casi sin darnos cuenta, al universo del arte. Éxtasis musical fue lo que hubo en el Teatro el sábado. Gracias, Santa Cecilia, por convocarnos otro año más en tu día. Gracias, Santa Cecilia, por amparar, dirigir e inspirar a esta gran familia de artistas músicos, liderados por el entrañable Pedro o el ilustre trompeta Antonio Sánchez-Camacho, que ya celebra veinticinco años como miembro de esta extraordinaria parentela sinfónica. El público que asiste a este especial llamamiento se funde con todas las cuerdas, respirando aires melómanos, atmósfera incomparable, interpretando todos las partituras invisibles, alcanzando algunos ese estado de felicidad plena que nos hace sentir la música. Intensa corriente de empatía entre las tablas y el patio de butacas.

Hubo Lealtad, pasodoble de estreno absoluto en este magno concierto; viajamos hasta Austria a través del musical Elisabeth, bailando en suntuosos salones con la suavidad propia del vals; subimos a la montaña suiza para escuchar el poema sinfónico Pilatus, mountain of dragons, magnífica composición; participamos en la ópera épica de la guerra de las galaxias, Star Wars Saga, sintiéndonos guerreros no más allá de las partituras de percusionistas, trombones, saxos o trompetas; para finalmente quedar hipnotizados ante la joya de la noche, tesoro musical de Bert Appermont, poema sinfónico de carácter histórico titulado Egmont, que nos trasladó a los Países Bajos entre sonidos armoniosos de viento, madera, metal o percusión, con guiño de guitarra española, aludiendo a situaciones belicosas entre españoles y belgas.

Espectacular concierto de Santa Cecilia con explosión cualitativa de la Banda, más allá de combinar sonidos y tiempo. Calidad, talento, superación y gran trabajo. Hay duende entre sus componentes. Viva la música. ¡VIVA NUESTRA BANDA!
A Santa Cecilia, darle las gracias; este año nos ha tratado muy bien.

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