VÍCTOR

0

 826 visitas,  3 visitas hoy

Uno del Pueblo

Fotografías: Juan Moya y Archivos

Nos ha dejado. Uno de los nuestros ya no está con nosotros, aunque nunca se nos marchará. La Divina Providencia o las fuerzas del Más Allá, le han rescatado. Y allí nos reuniremos con él y con los otros, quienes nos han precedido.

Nos queda la historia que tú hiciste, a nosotros historia por hacer. El resistió hasta el final, con ganas de vencer. Salieron las estrellas para recibirte, para llevarte hasta Allí. Desde hoy llevaré tu camiseta, sentimiento pegado al corazón. Te imagino corriendo con La Saeta, en un verde celestial, y gritando el grito que aprendiste. Un “nueve” y un “diez”, ambos blancos, del Madrid y del Daimiel. De lejos y de cerca permanecerás con nosotros hasta el fin.

Siempre fuiste noble, bélico adalid, y además caballero del honor, con bandera limpia y blanca, sin empañar. Los castizos de tu vida, te recordaremos con respeto y emoción, al igual que las mocitas madrileñas, que te recibieron alegres y risueñas, porque Víctor ya está Aquí.

Días de toros y fútbol, ambiente amigable y cordial, chatos de tinto por medio, con pinchito detalle del bar. Jornadas de reunión familiar, con hermanos, sobrinos y primos, manteniendo y reforzando lazo sanguíneo, saga secular. Compañeros durante toda tu vida.

Supongo te habrás reencontrado con La Piedad y el Yacente del Sepulcro, seguro te esperaban. Los Titulares de tu equipo cofrade también estuvieron en San Pedro, simbolizados en el aterciopelado Estandarte negro con crespones. El todo Daimiel te acompañó en tus exequias, culminadas con salida sobre los brazos seguros, plenos de tu misma sangre, tus más directos, tus más cercanos hasta el último momento.

Emoción a flor de piel en tu despedida, Víctor, querido también más allá de tu vínculo parental. Entereza, esperanza y fe entre quienes lloramos tu pérdida.

Se nos fue un buen amigo, daimieleño de honor, apreciado y valorado por quienes regaban cultivos o poblábamos tendidos en gloriosas tardes de toros, en cercanías o más allá, en la Maestranza de Morante o en el albero daimieleño con Luis Miguel. Dejas vacío humano, pero será imborrable tu recuerdo vivo entre nosotros. Aún sin verte, continuarás existiendo.

Algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Pero si así lo ha dispuesto, hágase Su Voluntad.

En memoria a nuestro entrañable Víctor Manuel Cejudo Garzás, Víctor para los suyos. Adiós amigo, hasta que nos volvamos a ver.

Compartir.

Sobre el autor

Los comentarios estan cerrados.