POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS

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José Ignacio García-Muñoz (Queche)

El poema de John Donne que inspiró a Hemingway en “Por quién doblan las campanas” dice:

“Nadie es una isla completa en sí misma; todo hombre es un trozo del continente, una parte del todo; si el mar arrebata un peñón, es España la que sufre la perdida. Lo mismo que si se trata de un promontorio, de una hacienda de tus amigos o de la tuya propia; la muerte de un hombre me disminuye porque estoy inserto en la humanidad; y por eso no preguntes nunca por quién doblan las campanas, doblan por ti”.

Podría haber sido otro cualquiera de los muchos a los que la enfermedad arrebata, y en el fondo, habría sido igual, pero esta vez nos toca mucho más de cerca. De alguna forma, hoy, hemos perdido a un titular en la alineación diaria de este equipo que es Daimiel. Un equipo que milita en la primera división de la vida, y que conformamos aquellos que saltamos al campo todas las mañanas con las primeras luces del día, vistiendo la misma camiseta confeccionada con el tejido de la amistad.

Nuestra táctica al igual que lo hacen los jugadores es ocupar los espacios, y unos en los negocios, otros en los bares, otros en las calles o en los domicilios, ocupamos nuestra demarcación, y nuestros compañeros saben que allí pueden encontrarnos cuando las circunstancias del juego así lo demanden.

A veces, la vida hace guiños inesperados, y en las circunstancias más dramáticas nos propone metáforas que ayudan a sobrellevar la tristeza. Resulta que Víctor Cejudo es para aquellos que ya peinamos canas, un nombre inevitablemente ligado a Daimiel, y al Daimiel CF, y cuando su lesión se agravó, revivía sus carreras por el estadio del Carmen viendo a su querido Real Madrid.

Todos sabemos, que un equipo lo es cuando todas sus líneas trabajan coordinadamente. Defensas, medios y delanteros han de trabajar para el equipo, y eso es lo que al final ha hecho que Víctor haya perdido su último partido y de ahí la metáfora: que su defensa ha dejado de jugar en equipo.

Como sucede con los grandes jugadores, colgaremos en el cielo su camiseta con el número diez, y en los siguientes partidos jugaremos con uno menos hasta que seamos capaces de fichar otro delantero. Mientras, por un tiempo, cambiaremos la táctica y nos adaptaremos mientras las campanas doblan por nosotros.

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