¡CATAPÚM Y AL SUELO!!

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Paki García Velasco Sánchez

¿Desde cuándo no os pegáis un leñazo de esos de los buenos contra el suelo??, pues aquí la menda, que hacía como unos diez años no me pasaba una cosa así, y que aquello sucedió cuando una tarde estando en el campo pisé una piedra con tan mala suerte que esta rodó bajo mi “pinrel” haciendo que me cayese de culo, así tal cual suena, ¡POOFF!! y sentadita me quedé (como rezaba cierta cancioncilla infantil). Y claro, llamémoslo añoranza, despiste o sencillamente que estoy muy torpona (va a ser esto último), el caso es que parece ser que mi body al cabo del tiempo, añoraba besar por donde piso, por lo que hoy y para ponerle remedio, he vuelto a repetir aquel cuadro ya vivido antaño, pero eso sí, mejorando la caída, ya que esta vez ha sido peor y más aparatosa, esta vez he caído tan “artesanalmente”, que incluso me han quedado heridas de guerra en las rodillas para unos días, ale, ¡adiós minifaldas!!

La realidad es que (todo sea dicho de paso), la cosa ha sucedido con tanta rapidez que no sé por dónde me ha entrado la liebre, pero eso sí, una cosa es bien cierta, que he acabao tirá en el suelo cuan larga soy ha sido una verdad verdadera como un templo de grande.

Aquí no ha valido eso de: “Si la vida te tira al suelo date la vuelta y contempla las estrellas”, nooooo, porque entre otras cosas el talegazo que me metio ha pasado de buena mañana, al mediodía para ser más exactos, y claro, no era plan de ponerte a mirarle la cara al sol, más que nada porque no tenía las gafas con el nombre del susodicho puestas y solo había faltao quemarme los ojillos para rematar la mañana; pero vamos, las estrellas, aunque era de día sí que las he visto, y no pocas jajaja

A lo que iba que se me va el santo al cielo; pues eso, tan sólo sé que iba andando y no sé si sería por los efectos de la galbana que llevaba encima a causa del calor o por otra cosa mariposa, pero he pegao un cacho tropezón de agárrate y no te menees que al momento me he visto pegando saltitos a la pata coja y diciendo pa mis adentros: «me enderezo, me caigo, me enderezo, me caigo….»,  y así he estado un buen rato hasta que al final el golpazo ha sido de órdago. Que también sea dicho de paso, estas caídas en que intentas no caerte y al final terminas en el suelo se hacen eternas, con el añadido y la incertidumbre de no saber dónde vas a ir a parar, o si te sujetas o te estrellas en el asfalto, cosa que al final es lo que ha pasado; vamos, ha sido un golpe de realidad que me ha espabilao hasta el alma jajaja.

Y es que, por más aspavientos y balanceos que he hecho, no he aguantado por mucho tiempo el equilibrio y me desplomao de tal manera que he visto acercarse el suelo a mis narices con tanta rapidez, que solamente me ha dado tiempo a …ná…, esa es la verdad, ¡catapúm y al suelo! Quiero dejar dicho, que en esos momentos no te da tiempo a reaccionar ni a nada, porque ya mismo me he arrastrapanzao contra el cemento, así, estilo rana estrellá.

Y es justamente en ese momento, cuando notas que te arden las raspauras que te has hecho con el susodicho trastazo y piensas para tus adentros: ¡ostiaputamandarina que dañoooooooo!!!!

Porque, no sé si será por la edad o porque no estamos acostumbrados ya a espanzorrarnos en el asfalto, pero el caso es que ya no somos de goma como nos hacían creer cuando éramos niños, y que cuando esto sucedía y para engañarnos, te soltaban la típica coletilla esa del: sana, sana culito de rana ….” Nooooooooo aquí no hay rana, ni sapo, ni batracio que valga, si te caes, ¡te caes!, y doy fe que duele muuuuuuuuucho. Aunque recuerdo que esas palabras eran algo tan milagroso en aquellos tiempos, que siempre hacían su efecto al instante, era como una especie de don o brujería que tenían nuestros mayores jajaja.

También recuerdo que muchas veces cuando jugando al “dao” ibas corriendo a toa leche, dabas un traspiés y te metías cada ostión que te dejabas la piel en mitad de la calle (que entonces no estaban lisas ya que eran de cantos rodaos), pero te levantabas como una escopetilla para que no te pillaran y seguías jugando con los amigos como si ná. Luego cuando llegabas a casa te echaban el agua oxigenada, que siempre hacía unas burbujillas blancas en la herida y que aquello escocia más que el porrazo en sí, pero como te decían que si escocía curaba, pues eso, que escociese mucho y antes sanaba. Y luego para rematar la faena y que quedase terminado el cuadro de los rasguños en nuestras rodillas o codos, te ponían la típica mercromina roja por toda la herida (con el consiguiente churreteo que se liaba) y apañaos…menudos cromos íbamos hechos jajaja

Y es que para todo aquel que no lo sepa, ósea los más jóvenes, la mercromina (micromina para los amigos) por aquellos años se utilizaba mucho, era de un color rojo intenso que hacía más aparatosas las heridas de lo que eran en sí, y luego te producía un pedazo costrón de agárrate y no te menees; raro es quien no haya tenido alguna de sus heridas impregnadas con este líquido…aisssssssss, ¡cómo me asaltan de vez en cuando esos recuerdos de nuestra infancia!!!

Ahora sin embargo cuando te pasa algo de esto (como hoy a mí), lo primero que haces es mirar alrededor asegurándote que no te haya visto nadie, porque parece ser que la vergüenza de que te vean en el suelo es más grande que el dolor que puedas sentir (aunque estés chorreando sangre). Y lo segundo (ya con la edad que gasto), es que te quedas sentá en el suelo hasta que la neurona sana se espabila y volviendo a su ser te dice: «reina, mueve el culamen que parece que no tas roto ná». Y así lo haces «despacitooooo pasito a pasitoooo» …que tampoco era cuestión de acelerarse, total ¿pa que??

Eso sí, como te guipe alguien en la caída se te pone una cara de circunstancia que es todo un poema, y mientras te levantas de un salto como un *repollino para seguir caminando, le dices a la espectadora o espectador: “¡Si no me he hecho naaaaaáááááá”… eso sí y que quede entre nosotros, aunque la verdad sea otra bien distinta, te duela hasta el respirar y estés llorando a jarrillas para tus adentros jajaja

Ea, y tó este escrito es pa deciros que las piedras y yo no nos llevamos muy bien que se diga y que de nuevo esta mañana me “jostiao” de lo lindo, que para eso hemos estrenado el mes de agosto con un calor infernal.

*Repollino: palabra que se utilizaba mucho en casa de mis padres, para describir velocidad o rapidez, aunque la verdad es que no se si la susodicha existe.

Ejemplo: salió como un repollino a jugar a la calle = salió corriendo o con rapidez a la calle.

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