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Paki García Velasco Sánchez
Antes de comenzar, quiero dar fe que este relato es verídico y está basado en hechos reales.
De todos es sabido que ahora, en esta época estival, entre baño y baño, las reuniones de amigos o familiares suelen ser más frecuentes, ya que juntarse con ellos se puede hacer más a menudo, bien sea para cenar o como en este caso para comer, una comida que paso a relatar estando ya un poco más tranquila y después de todo el ajetreo que hemos tenido esta mañana, empiezo con el pequeño resumen de lo que ha dado de sí la pitanza de hoy, que un poco más y no sale (y yo sé lo que me digo, que incluso el arroz con su nombre, SOS, nos mandaba un mensaje subliminar y no nos hemos dado ni cuenta jajaja)…venga, empiezo….
Once upon a time…osease y en español: Érase una vez …un grupo de amigas un poco indecisas, las cuales y después de mucho tiempo sin juntarse, querían quedar para una comida el sábado, por lo cual, y desde el viernes por la tarde, se liaron dale que te pego a hablar por el Whatsapp intentando ponerse de acuerdo y ver que preparaban para comer, a que hora quedaban y donde iban a ir a comprar.
Pero claro, como nos pasa siempre y para cuatro gatos que nos juntamos, no había quien nos pusiera de acuerdo: “Que si yo ahora mismo no puedo y mañana menos, que si a mí no me gusta el dulce prefiero lo salaillo, que si el vino que sea de reserva o yo no bebo, que a mí los zapatos de tacón me aprietan en el juanete y voy a ir con alpargatas, que si el gazpacho me da ardor haciendo que la tripa se me atonte, que yo voy a ir con la bata de casa que voy más cómoda, que yo tengo peluquería a las doce para echarme los rizos y pintarme las canas… etc…etc…etc…. y así hasta que ya cansadas de tanta incertidumbre y de ver que no sacábamos nada en claro, terminamos echándolo a los chinos: salió que iba a ser paella y quedamos en el super de turno a la una, para hacernos con las viandas; pues ale, ¡aleluya !!! a comprar todos los apaños y vamos “palante” con la quedada.
Antes de seguir con la crónica, quiero aclarar que la comida se iba a hacer en la lumbre.
Primer punto del día: sacar la paellera para ir sofriendo las cosas: ¡arrea!, (exclamación de la amiga que prestaba su casa para tal evento) ¡pero si no tengo paellera!! (nota mental mía: ¡tócate la teja lenteja!! 🤦♀️)…Buenoooooo, aquí se va viendo el camino que van tomando las cosas, pues tu verás, una paella sin paellera, ¡casi ná lo del ojo y lo llevaba en la mano!. Pero bueno, va, que no pasa nada y nos apañamos con lo que sea, que no somos delicás, que al ser de pueblo nos adaptamos a tó, enga, le decimos, pues saca una sartén de esas de dos asas y todo arreglao, por lo que, momentos después empezamos con el sofrito: cebolla, ajos, pimiento, carnes, mariscos, etc…
Eso sí, que entre tantas “mojeteando”, ya se atonta una y no se sabe si echas la cebolla o recoges el pollo, porque tela la neurona como se pone con el vermú mañanero, y no voy a dar nombres para que no se sientan aludidas algunas de las cocineras .
Punto dos: y este punto lleva señal de peligro de esas de carretera con “lucecicas y tó”…mucho cuidado con echar los calamares así, a lo borrico y en plan: ¡ahí os quería yo ver a vosotros cosas ricas!!, ya que la sartén sale en llamas, pero llamassss llamas, madre mía como ardían los condenaos, más que fritos se han quedado flambeados los pobres, ¡“torraos del tó”!!. Aquí en este momento todo el mundo acelerao con las manos parriba y gritando: «¡Manolo que se quema el rancho !!» y el susodicho diciendo: «dame los guantes que agarro la sartén y salgo corriendo»…dicho y hecho, con mente fría y tranquilidad se consigue todo, a agarrao la sartén con mimo y calma total y los ha apagao bailándoles el aceite a ritmo de samba, un pasito palante un pasito patrás, y aunque se han quedado un poco “churruscaillos”, los calamares entiéndase, nos han servido para el apaño, ¡más sabor pal pote!.
Ale, y después del susto volvemos a la fritura con el arroz, que, por cierto, se nos había olvidado y casi ni lo cogemos, ya que con tanto cotorreo que llevábamos y al no llevarlo apuntado en la nota, si no llega a ser que al ir a pagar la compra de camino a la caja el susodicho no se llega a cruzar en nuestra vista, ni nos acordamos de él, (segunda nota mental mía: no se en que estaríamos pensando todas nosotras para hacer arroz y no comprarlo, “nu” se, misterios de la vida).
Bueno, pequeños lapsus aparte, juntamos todos los ingredientes y le echamos el fumé ese, que yo, (como soy del alto, y a mucha honra), siempre he dicho que eso es agua cocía con las cabezas de las gambas para que hiervan y suelten todo lo que tienen que soltar.
A todo esto va una amiga y le dice la otra: “¡no me tires las cabezas de las gambas que son pal gato!!”, pero claro, a nada que te despistes y vas a echar mano a ellas, las cabezas en si están en la bolsa de la basura porque otra de las amigas, la tercera en discordia, que no estaba con la antena parabólica dirigida hacia nosotras, y en ese momento su mente se encontraba en los mundos de YUPI y su cuerpo con un vaso de cerveza fresquita en la mano, no se había enterado de nada, (tercera nota mental mía: vuelvo a repetir que el vermú mañanero y las aceitunas negras a ciertas horas también descontrolan el oído un poco), por lo cual y sintiéndolo mucho, el pobre gato se ha quedado sin su piscolabis del día.
Punto tres: parece ser que es verdad aquello que reza el dicho “lo que mal empieza bien acaba”, porque desde aquí todo ha ido rodando y sobre la marcha, ya que quitando los tropezones y pequeños fallos que hemos tenido en los comienzos, se puede decir que al final se ha ido normalizando la cosa para terminar bien y poder disfrutar de una comida llena de anécdotas, la cual, empezó algo torcida y a lo loco, eso sí, una vez sentadas a la mesa, cada vez que recordábamos todo lo pasado las risas que nos hemos echado han sido muchas, (y que conste que no ha sido el efecto del calimocho), y es queeeee “no hay mal que 100 años dure ni amiga que pena no cure”
Punto cuatro: este ya va más en serio, si no tenéis ingredientes de lo que normalmente les echáis a la comida o paella, que en este caso no era paella, a la vista estuvo, ¡improvisad!!, porque no sé lo que pasa, que siempre nos ceñimos a una receta cuando el paladar es muy tonto y se le engaña como se quiere. Porque sin paellera, sin pastilla de caldo de carne (que como no teníamos de las de siempre le atizamos una de caldo de pescado), sin almejas y sin muchos etc… y echándole todos los ingredientes a última hora al pegote, nos salió un mejunje comible del todo y muy rico, el cual y a partir de entonces queda bautizado como: “ARROZ NOMEPONGODEACUERDONUNCA”.
Josús, el tocho que he metio para decir que el sábado comimos arroz en un caldero jajaja.