AFRICA (tercera parte). LAS AVES

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José Ignacio García Muñoz (Queche)

Normalmente, no son el objetivo de las cámaras de los visitantes, pero contribuyen como el que más a dar una nota de colorido a la sabana y a los bosques. Su aspecto es de lo más variado, y los puedes ver tanto en el suelo como volando. En el agua, o en un árbol tejedores infatigables fabricando un nido de diseño.

Cercanos y confiados como el estornino azul, o lejanos y prudentes como el buitre. Inofensivos como el ibis, o fieros como el águila. De jabalina certera como la sigilosa garza, o escandalosos como el ganso del Nilo.

Con aspecto de aristócrata venido a menos como el marabú, o de gallardo galán protagonista como el pájaro secretario. Como los picabueyes; calmantes del prurito que los parásitos producen a lomos de jirafas, búfalos, e hipopótamos a los que libran de su presencia a veces con demasiado celo.

Amantes de los bailes como las multicolores grullas coronadas huéspedes del lomo de los grandes búfalos en el cráter de Ngorongoro, o trasnochados coristas de movimientos arrítmicos como los avestruces, sin olvidar a los pelícanos auténticos coreógrafos de la pesca.

Multicolores como la curruca de pecho lila, o más discretos como la avutarda o las gallinas de guinea, amantes estas de saltarse las normas de circulación, y cruzar en comandita los caminos mientras uno, imagina que hablan de sus cosas.

Son testigos de excepción de todo lo que pasa, y en numerosos casos protagonistas directos.

Leones y hienas además de otros depredadores, siempre vigilan los cielos atentos a las señales que las carroñeras aves envían desde su privilegiada atalaya Uno, no se puede imaginar sin escuchar el contrapunto de sus trinos y gorjeos en el silencio que se apodera de la llanura cuando al atardecer el sol cae al otro lado, cruza el Serengueti, y después de rodar por la república del Congo se oculta por el Atlántico en las costas de Gabón,  cuando la luz de la mañana pone en evidencia las gotas de rocío que resbalan por las hojas entre las que han pasado la noche. Aunque suene contradictorio, su canto forma parte del silencio de la sabana.

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