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Uno del Pueblo
Ya no cabe duda. Daimiel al gusto se ha enraizado a base de bien en nuestra ciudad. El éxito de Fedada se refleja a las claras año sí, año también. Felicitaciones de corazón para organizadores y artistas de calderos y fuego de leña a punto, componentes y autores culinarios de este magnífico día de convivencia social y disfrute gastronómico.

Porque hay que ver qué rico estaba “tó”. A base de huevos, con yema recubierta tras fritura ideal, plato de gachas, ración de migas y bilbaína con guarnición, nos chupamos los dedos y marchamos a casa “comidos” y con el buen regusto de este Daimiel al gusto. Vinitos de la tierra y buenas “ciriacas” de cerveza, acompañaban el banquete popular que acogió en el Parterre a más de un millar de “chuchos” y “borregos”, que agotaron los postres reposteros que dejaron dulce sabor de boca junto al melón extraordinario que algunos repetimos, sin que a media tarde nos “repitiera” ardor gástrico alguno, tras la equilibrada mezcla ingerida al lado de La Manola, estilizada siempre, no se la vió tomar nada, pero sí disfrutar de la masiva compañía de sus paisanos.


Porque son ya 16 convocatorias en este 2.024, reclamo que aglutina al personal de toda edad durante cuatro horas de charla, concordia y degustación. Abuelos, padres y chiquetes conviviendo entre olores, sabores y paladeo de ricas viandas, sin exquisiteces pero con mucha verdad, virtudes del ser humano que se manifiestan al natural reflejando lo bueno de esta vida. Y hogaño incluso con presencia importante de ausentes, desplazados ex profeso para disfrutar de este gran día, colofón de la Fiesta de la Vendimia.

“Papa, quiero gachas”, “mama, pide migas”, “abuelo, tráeme pisto”, “me apetece más melón”, decía Guille a su acompañante, “comed con recato y mesura”, aconsejaba un veterano al jovenzuelo, que confundiendo términos se lanzó a por una cata de mesao, zampándolsela por supuesto.

Alcalde y concejales compartían la fiesta, moviendo carrillos cual los demás. Qué bonito todo. Algún que otro roce fortuito entre comensales, dadas las apreturas, hizo derramar el líquido de Sandevid a la blanca y almidonada camisa del vecino de al lado. Cosas de la aglomeración. Se cumplieron objetivos, incluyendo a quienes tarteras en mano hacían acopio de manjares para comer tranquilos en casa. De todo hay en la viña del Señor.
Y es que contra gustos, no hay nada escrito, sobre todo si hay hambre de convivencia. El Parterre sabía a gloria, incluida la Gloria del Tapeo del Ajero, a tope durante la celebración. Dulces y salados nos hacían absorber y deglutir la cultura gastronómica del pueblo. Al olor de las sardinas y el dulzor de los melones, les pedimos a las Peñas por favor no me abandones.


Al igual que en ediciones pasadas, a todos los intervinientes en este sabroso evento social, muchas gracias, mucho gusto. Daimiel al gusto, al gusto de Daimiel. Pero Guille repitió melón.
Y el año que viene más…