RICARDO

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José Ignacio García-Muñoz (Queche)

Se calcula, que como media mensual un camionero recorre unos 6750 kilómetros al mes; o sea, redondeando unos 81000 kilómetros al año.

Yo tengo un amigo, que sin ser transportista solo este mes, ya ha pasado de los 21000 kilómetros en un solo viaje. Lleva un equipaje que no va más allá de dos kilos y medio, y con él, abastece a miles y miles de personas por todo el mundo, lo mismo en Europa, Asia, América…cualquier puerto es bueno para descargar su mercancía. Una mercancía, que apacigua al violento, lo mismo que es capaz de alegrar al triste, acompañar al solitario, o incluso poner de acuerdo a los que normalmente están en desacuerdo.

¿Que, qué transporta mi amigo? Mi amigo transporta arte y emoción, y entre esos escasos dos kilos y medio que pesa una guitarra, y en su prodigiosa garganta, caben muchas emociones surgidas del profundo conocimiento y del respeto con que trata a su mercancía, que no es ni más ni menos que flamenco envuelto en brillante papel de regalo como es la música; eso es lo que va regalando por ahí.

¿Qué cómo se llama mi amigo?: mi amigo se llama Ricardo Fernández del Moral Pozuelo.

Decía Miguel Ríos en su famoso tema El Blues del Autobús: “Vivo en la carretera aparcado en un blues”…Lo mismo podemos decir de Ricardo que, “cada día despierta en distinta habitación donde da con sus huesos cuando está naciendo el sol”; solo que Ricardo, vive aparcado en una soleá, una malagueña, o una taranta. Durmiendo poco y mal, quizá quemando la salud, para llegar al quinto infierno donde cantará de nuevo…porque para el que reparte emociones y se emociona, el horizonte es ancho y las distancias cortas.

Todos por aquí, conocéis los mimbres de que está hecho nuestro paisano, y cómo, su propio padre le enseñó a dar los primeros pasitos, a conducir el vehículo que transporta emociones, hasta que con mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio, se ha sacado el carnet de primera especial, y se ha hecho acreedor a que el mismísimo Teatro Real de Madrid, le encargue transportar por el mundo una mercancía tan especial como son las emociones emanadas del flamenco que tan bien conoce. A estas horas, bien podría estar a caballo entre Minneapolis y Milwaukee a miles de kilómetros de aquí en Estados Unidos, pero es que hace no mucho andaba por China o por Japón.

Cuando uno llega a donde él llega no es por casualidad. Ricardo es un estudioso, un erudito del flamenco, y se ha preparado y se sigue preparando para ello, de modo que crear una cátedra de flamencología en la UCLM con campus en Daimiel no sería (amén de oportunidades para otros) ningún disparate con semejante maestro; cátedras con bastantes menos méritos se están regalando por ahí.

Ricardo, es y debe ser un motivo de orgullo no solo para Daimiel, sino para toda la Mancha y por extensión toda España, y si nosotros, más allá de las frases bien intencionadas, no ponemos en valor nuestro patrimonio humano; algo que sí hacen en otras comunidades con sus artistas, no lo va a hacer nadie…ahí lo dejo.

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