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José Ignacio García-Muñoz (Queche)
En el pasado capítulo, vimos los diferentes tercios de la lidia a caballo, y también apuntamos los diferentes tercios como: los rejones de castigo, las banderillas, y el de muerte. Hoy vamos a entrar un poco más en profundidad sobre algunos aspectos técnicos de las diferentes suertes
Lo primero que va a tratar de hacer el rejoneador al igual que lo haría el torero de a pie, es poner en suerte al toro. Esto no es ni más ni menos que dejar al toro en el lugar de la plaza que según el criterio del rejoneador más conviene, atendiendo a las características de embestida y querencias del toro. En los lances de recibo, el torero y en este caso el rejoneador, analizan en que terrenos se mueve con más comodidad el toro, como se desplaza (trote, galope…etc.) si va largo o corto, preferencia de pitón, si persigue o espera, si corta las trayectorias, si es abanto, codicioso, o tardea, y un largo abanico de posibilidades que el lidiador ha de estar analizando y poniendo “al día” durante la lidia.
Ya tenemos puesto en suerte al toro en el lugar elegido, ahora lo siguiente que hace el rejoneador es fijar su atención y citarlo; para ello al igual que el torero de a pie, se ha de “dejar ver” situándose a una distancia tal del morlaco, que le permita llamar su atención. Ésta distancia, varía según las características del toro como ya hemos dicho antes, pero siempre dando el pecho del caballo al toro. Para fijar la atención, el caballero realiza diferentes movimientos con el caballo tendentes a que el toro no se distraiga; estos movimientos pueden ser muy diferentes y se basan en la doma.
Lo siguiente es ir hacia el toro para provocar la arrancada y llevar a cabo el embroque. Conviene aquí recordar, que al toro le da lo mismo coger al jinete que al caballo, embiste “al bulto”, el toro persigue eso que se mueve de modo que para el caballo, el toro en la plaza supone una amenaza, y como buen herbívoro su tendencia si no fuese por la doma, sería la de huir e incluso cocear o morder al toro, algo que en no pocas ocasiones evita sutilmente el rejoneador en base a esa comunicación que a través de la doma se establece entre ambos; por eso llamaba su atención querido lector para que se fijase en los movimientos de las orejas del caballo durante la lidia. Unas orejas hacia atrás tienen un significado diferente que si están enhiestas, algo que en un principio no tendría mayor trascendencia si no fuese porque los cánones del rejoneo exigen que el caballo mire al toro durante la lidia, y un caballo que huye no mira.
Ese ir el caballo hacia el toro se puede realizar de diferentes maneras principalmente:
Recibiendo. De Poder a Poder. Atacando, o Esperando, y las trayectorias pueden ser a su vez:
De frente: Al igual que dos guerreros que entran en torneo, el jinete espera a que se arranque el toro, e inmediatamente después lo hace el para encontrarse en un punto en el que el jinete lleva a cabo un cuarteo en el último momento antes de clavar al estribo. Es la suerte más pura y difícil.
Hay una variante de esta suerte que se llama “De cara al rostro” en la que en el momento del embroque el caballo galopa de lado mostrando el pecho y la cara al toro.
Otra forma muy frecuente de clavar es “Al Cuarteo” en la que el rejoneador describe una trayectoria de un cuarto de círculo también muy parecida a la “De Tira” en la que el cuarteo es más recto para al final situarse de frente al toro .
Al Quiebro: Como su nombre indica, toro y caballo se arrancan de frente para en el último momento amagar un cambio de dirección y clavar al pitón contrario Es algo parecido a un regate o finta deportiva.
La “Batida “al pitón contrario es una variante de la anterior solo que el toro está parado y tanto la aproximación como el quiebro los hace el caballo.
Al Sesgo: Esta suerte se realiza cuando el toro está cerrado en tablas y el jinete pasa entre estas y el toro clavando un poco a silla pasada. Es una suerte comprometida ya que el espacio es reducido.
El acto de clavar se puede hacer: Al estribo. A silla pasada. o a la Grupa
Las tres formas nos indican la perpendicular que toro y caballo dibujan en la reunión de ambos. Se entiende como más meritoria por la exposición la primera de ellas, y algo menos la última.
Ya solo nos queda rematar y salir de la suerte, algo que no debe ser una huida sino atemperando la embestida, y no corriendo sin ton ni son, sino dejando parado al toro en el lugar que más nos convenga para la siguiente suerte.
Para terminar, diremos que los cánones mandan clavar al estribo, llevar el brazo expendido no más alto que el ala del sombrero y clavar en vertical sin llevar el par, o el rejón hecho.
Dejaremos para otra ocasión los tipos de caballos más utilizados en rejoneo, así como detalles sobre la indumentaria y los arreos. Espero que estos apuntes sirvan al respetable para trabar conocimiento con este aspecto de la lidia y de la fiesta, y como particular homenaje a Carlos de Rojas, el que fuera crítico taurino del desaparecido Diario Informaciones, y uno de los hombres si no el que más, que más sabia de rejoneo del mundo.