DIALOGOS DE BESUGOS 44. Cualquier parecido con la realidad es coincidencia.

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Por Daría Loke Fuera

– Buenos días.

– Bue…naaaas… taaar…des.

– Lo encuentro un tanto titubeante.

– Pues encuéntreme titudespués

– No sé si debo.

– No se preocupe, apriete, apriete.

– Es que si aprieto…

– ¡Bah! Es una nimiedad.

– A mí mieda igual.

– Pues no debería.

– No debo nada.

– Parece usted a una pareidolia.

– Pari… ¿qué?

– Pariente lejano.

– ¿A cuánto estará?

– Lejos, muy apartado.

– ¿De correos?

– Sí. ¡Correos y disfrutad! Que dijo el poeta.

– ¡Qué libidinoso!

– Concupiscente más bien.

– ¿Con qué?

– Con cupiscente.

– Eso le concierne a usted.

– Sí, estoy concernido.

– ¿Con quién?

– Con cernido, ya le digo.

– Ah, ¿le gusta cerner?

– Yo cierno

– Yo depuro, más bien.

– Pues depura madre.

– También, no se crea.

– Un poco insumisa, diría…

– In su misa…

– Y su rosario.

– Asignado por unanimidad.

– Mejor por dos… nimidades.

– Ya le digo que miedad igual.

– ¡Hale! Anúncielo así, a bomba y platillo.

– Será a bombo…

– No, es que estoy explosivo.

– Cualquiera lo diría.

– Usted mismo.

– Pues como dijo el gran experto en perfumes, Guillermo Feta.

– ¿Qué dijo?

– “Esto me huele mal”.

– Buenos días.

– Buenas tardes.

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