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Juanjo Rogo
Me hablaste con voz tenue,
casi ausente,
como quien corta flores,
sin sentir.
Fui sombra que se esconde
entre la gente,
por no saber entonces
que decir.
Guardé las madrugadas
en mi pecho,
creyendo era el tiempo
de partir.
Tejí una orla entera
de ilusiones,
por no saber muy bien
como vivir.
Mis gestos fueron torpes.
Es un hecho.
El miedo frio
se burló de mí.
No siempre quien se marcha
es el valiente,
ni siempre el que se queda
el infeliz.
No hay culpa en el clavel
que no florece,
ni error en no alcanzar
lo que soñé.
Es duro el corazón
que no adivina
que en todo hay un motivo,
algún sufrir.
Hoy guardo tu mirada
sin rencores,
no hay odio en este adiós
que no se fue.
Las nubes siempre vuelven
con el viento.
La historia es ya tinta
en el papel.
Me voy siguiendo el surco
de un silencio,
la lluvia de mis ojos
ya cesó.
Que bella sea la vida,
el sentimiento;
galopa libremente.
Digo adiós…