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Uno del Pueblo
No exageramos con el titular de la crónica. Había que estar allí para presenciar en directo lo acontecido. Durante tres cuartas partes del match, el Daimiel jugó con diez tras la expulsión por doble tarjeta de uno de sus pilares, Patrick, lo que obligó al Tato Giménez a trastocar su plan de inicio. Coraje, garra, lucha encarnizada de los blancos, que terminaron exhaustos tras dejarse la piel. Tres puntos para empezar y victoria épica para recordar. Triunfo además de la afición que casi colmó el graderío, dando alas a su equipo durante todo el partido, sobre todo en los minutos de dificultad que fueron muchos.
Brazalete negro en los blancos, con minuto de silencio en memoria de Miguel Ángel Díaz de Mera. La intensidad de la contienda se aprecia desde los primeros minutos. El C.F. Porzuna, de rocoso concepto futbolístico, plantó sus reales a base de bien. Nada de amilanarse en El Carmen. Un buen remate de Adri Nieto escorado a la izquierda da el primer aviso, con balón alto. La defensa rojilla despeja un córner peligroso, pero es el fornido Flores quien convierte en gol un remate potente tras fallo de la defensa local. La baja imprevista de Moraga se deja notar, si bien Carlos García que reaparece como titular, se batió el cobre durante todo el partido estando hecho un jabato a pesar de que aún le falta puesta a punto. Arturo y Jaime, motores blancos, no cejan en su empeño, más aún tras la expulsión de Patrick, en desigual lucha frente al centrocampo porzuniego, bien poblado y con fútbol desde las botas de Toribio, Flores, Jiménez y compañía. Adri Nieto, incansable durante todo el encuentro y en excelente estado físico, dispara alto desde lejos, avisando de su potencial. Jaime vislumbra el hueco y asiste de modo exquisito a Nieto que origina nueva ocasión para Iker que la tuvo ante el portero.
Y a partir de aquí, empieza la crónica de sucesos, apta para el histórico periódico “El Caso”, ya extinto. El veintitrés forastero, José María Flores, agrede a Raúl Aparicio con cabezazo desproporcionado tras leve “empujoncito” del futbolista del Daimiel, ocasionándole herida en la boca con sangre aparatosa por medio, todo ello ante las narices del colegiado, que debe volver al colegio, a la escuela de párvulos para repetir curso por lo menos. Ante el estupor de la grada, Alberto Imedio Baladrón, que así se llama el prenda, saca la amarilla ante un cabezazo agresivo que no admitía la menor duda: roja de libro. Monumental bronca en El Carmen para el interfecto, que a renglón seguido manda a la caseta a Patrick, quedando el Daimiel con diez. Bronca, qué digo bronca, indignación de la afición contra el polémico arbitraje del torpe trencilla, que definitivamente se carga el partido desde su particular equidad en la justicia, que continúa aplicando expulsando al Tato Giménez, entrenador del Daimiel, suponemos que por protestar. Aumenta el diapasón de la bronca que a su vez recarga pilas entre la afición para meterse aún más en su ánimo para los diezmados futbolistas de nuestra ciudad, que se estaban machacando ante tanta adversidad. Carlos García remata a gol una falta botada por el meta Astillero, ya en el cuarenta y seis, dictaminando el juez que se apoyó en un defensa, por lo cual no sube el tanto al marcador. Más bronca, sube de tono el enfado del irritado público, entre el pitido final de esta accidentada primera parte. En los aledaños de vestuarios, nuevas discordias entre futbolistas blancos y rojillos. Más bronca, esto está que arde. En el descanso, la afición juzga al juez con comentarios poco cariñosos. Pleno de incidencias este primer tiempo, con protagonista de negro y amarillo.
Se quedó en la caseta el polémico Flores, buena decisión del entrenador del C.F. Porzuna. Pero metió en el verde a otro delantero, Ilias Najjari, jóven pero experto provocador de masas, buscalíos con descaros a la grada que generaba más bronca aún. No nos aburrimos, el reloj volaba, los insultos desahogaban al personal mientras Raúl Aparicio, Biendi y de nuevo Aparicio disponían de ocasiones para el empate que no fructificaron. Con diez, el Daimiel encerraba a su rival a base de esfuerzo coral impagable que encendía la mecha animosa entre la afición. Y tanto fue el cántaro a la fuente que a la salida de un córner, allá por el cincuenta y siete, Carlos Villar acierta con cabezazo a la red, entre la euforia de futbolistas y afición locales. Diez contra once y apenas se notaba la superioridad numérica visitante. El público, cada vez más metido en el partido, las faltas se producían sin interrupción, el árbitro con incompetencia cada vez más notoria, ayudado en su función por el línea de la banda de la tribuna que contribuía en las esperpénticas decisiones del señor juez.
Y de pronto, minuto sesenta y seis, penalti protestado por el equipo forastero que le hacen a Raúl Aparicio, uno de los sufridos destacados del encuentro, creó peligro, metió gol y recibió leña a base de bien. Pero no falló al ejecutar la máxima plena, remontando de modo heroico el marcador, repito, con un jugador menos la mayor parte del partido. El referido Aparicio fue el revulsivo ejemplar de este equipo, que mejoró su juego en esta segunda parte, con táctica obligada de mucho riesgo. Carlos García, Hugo Soria, León hasta que se lesionó, Jaime, Arturo, todo el banquillo, Kiko dirigiendo tras la expulsión del Tato Giménez, se vaciaron hasta la extenuación demostrando amor a unos colores.
No termina aquí la cosa. El referee expulsa en el ochenta a Ricardo, defensa del Porzuna, por protestar y recibir la segunda amonestación. Ya son diez contra diez y en jugada embarullada el juez soberano pita penalti en contra de los locales, allá por el minuto noventa. Gol que Astillero no puede evitar. Nuevo empate, pérdidas continuadas de tiempo por los visitantes, minutos que se añaden al cronómetro y en el suspiro final, en el noventa y seis, delirio de nuevo en la grada, con gol de Adri Nieto, que lo mereció con creces. Euforia desatada, corazones al borde del infarto, victoria épica para este trepidante inicio de Liga. Partido de toma y daca, de dar y tomar. Bronca tras bronca hasta el pitido final, entre algunos insultos inaceptables.
Y medio en broma y medio en serio, Imedio Baladrón se debe hacer mirar el arbitraje de hoy, en evitación de futuros y evitables altercados ante públicos más fieros. Es la primera vez que este digital dedica a un árbitro tanto espacio, pero lo relatado corresponde a lo acontecido, si bien consideramos la dificultad implícita del arbitraje en el fútbol y además valoramos la función arbitral. Pero como se dice en el argot taurino, una mala tarde la tiene cualquiera.
Los chicos del Daimiel se vaciaron, lo dieron todo a base de esfuerzo titánico. Nada que reprochar en cuanto al esfuerzo, aunque esperamos más de ellos y su míster como equipo serio y aspirante a lo máximo.
Emoción a raudales hasta el final. Nadie se aburrió. Qué tarde la de aquel día…
¡VAMOS DAIMIEL!